Zugarramurdi. Un pueblo de Navarra

Alejandro Cernuda


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En 1610 un pueblo de Navarra llamado Zugarramurdi, sufrió una de las acciones más drásticas de las llevadas a cabo por la inquisición en España. Más de trescientas personas (hombres, mujeres y hasta niños) fueron inculpados bajo cargos de brujería. Comoquiera que esta especie de tratado con el diablo estuvo extendida por toda la región del norte de España, el caso de Zugarramurdi no debió haber tenido el mismo carácter si lo pensamos hoy, al paso del tiempo.

El inquisidor Alvarado aprobó las acusaciones de unas trescientas personas. De ellos 31 fueron enviados a Logroño. Por lo general las acusaciones estaban basadas en suposiciones o confesiones logradas bajo tortura. Aunque no se descarta que existieran ritos no escindidos por el cristianismo, hoy puede verse en los documentos de la época que pudo haber intereses particulares de vecinos envidiosos o interesados en las propiedades de los acusados, prejuicios hacia catástrofes naturales, pérdidas de cosechas y supersticiones muy de moda en la época. 

El proceso inquisitorio duró dos años. Muchos acusados murieron en la cárcel debido a las torturas y a la nada saludable vida de las mazmorras. Fueron condenadas once personas a la hoguera. Cinco de ellos fueron quemados con vida y los otros seis después de muertos.

Ha llovido mucho y pese a que el pueblo se conoce más allá de sus fronteras y vive en parte hoy del fenómeno turístico iniciado hace unos quince años, gracias a sus cuevas y su historia, se nota cierto hastío en la gente cuando se habla del tema.

Paisaje País Vasco

Vista del embriagador paisaje que rodea a Zugarramurdi, es a la vez melancólico y misterioso. Tal vez el lugar perfecto para que sobrevivan los mitos y los ritos antiguos. Zugarramurdi

Recién se había estrenado en aquel 2013, cuando pasé por Zugarramurdi, en el Festival de San Sebastián, la versión extravagante de Alex de la Iglesia en una película que, como toda acción mediática, iba a cambiar un poco más la cara de esta comunidad situada a unos pasos de Francia.

Durante mi visita conversé con varios de sus pobladores acerca del filme titulado Las brujas de Zugarramurdi, y se mostraron escépticos. Algunos de ellos habían tenido la curiosidad de asistir al estreno en San Sebastián. Demasiado histriónica, nada que ver con la historia oficial, me dijeron. Una comedia, para resumir, que, por otra parte, sigue siendo el género estrella de España.

La palabra aquelarre tuvo su origen en los prados vecinos a esta cueva, conocidos como “Akelarrea”, o prado del Macho Cabrío en euskera. Aquí, en la cueva del Aquelarre, como se le conoce hoy, dicen que se reunían las brujas a celebrar sus convites. Las brujas de Navarra, o las que parecían serlo, eran seres venerados, temidos y respetados a causa de sus poderes sobrenaturales. Sus pactos con el diablo y otras suposiciones acerca de ellas trajeron una ola de persecución en toda Europa y en especial en Zugarramurdi aquel año de 1610.

Sucede entonces que cuando pasan los años, tal vez como una reacción de supervivencia y contra la nostalgia colectiva, la gente muerta se hace menos humana, se pierden entre otras tantas personas asesinadas, se mezclan con suicidas, muertos de guerra, ahogados, cancerosos, infartados, accidentados, caídos, quemados. y entonces se pueden convertir en marionetas, como despojos inservibles. No quiero abundar en un aspecto acentuado en la condición humana, tal vez necesario para no ahogarnos en un mar de rencores y nostalgias; así somos, sólo que al caminar por las calles de este pueblo y tratar de entenderlo descubrí que logró vivir una realidad ajena a las brujas, aunque hoy se haya visto superado por el fenómeno turístico.

No fue necesario pasar del aperitivo en uno de sus varios restaurantes, para comprender que quienes conocen el pueblo (vecinos de Navarra, gente de la frontera cercana con Francia) no vienen por las brujas, sino por la comida.

Creo que Zugarramurdi vivirá un nuevo boom. Será para muchos el pueblo del que se habla en una película. Esto no es bueno ni malo, es solo real (lo cual es poca cosa). Los zugarramurditarras aprenderán a vivir con este nuevo enfoque, pues desde hace unos quince años y gracias a sus cuevas, viven bajo la bendición de sus brujas; como si aquellas videntes, trasmutadas, metamorfoseadas, poseídas, fornicadas por el diablo en un pequeño pueblo de Navarra, les hubieran dejado un tesoro en acciones turísticas a las generaciones presentes y futuras. Por eso y otras manías, escribí en el libro de visitas de su museo: Hay brujas, gracias a Dios.

Puente del contrabando

Puente que ayuda el paso por el camino del contrabando.

La división del País Vasco en dos estados, con sus fronteras y aduanas ocasionó la aparición de un nuevo oficio: el contrabando. El tráfico ocurría en ambas direcciones y se comerciaba con cualquier cosa, en función de las necesidades y los precios. Un acuerdo, tal vez tácito, entre los carabineros y contrabandistas permitía a estos últimos escapar de las diferentes redadas con sólo dejar sus mercancías. Los guardias se contentaban con decomisar el aligo y raras veces hubo disparos que no fueran al aire. Sitios como Zugarramurdi y este camino eran ideales para el trabajo nocturno. El país cuenta con una amplia frontera y muchas sendas y grutas ocultas entre sus montes.

Hace años yo había escrito un cuento muy malo sobre los autos de fe ocurridos en Zugarramurdi en 1610. Hoy me lo he encontrado rebuscando entre textos viejos. Lo pongo a continuación.

Cueva del Aquelarre

Cueva del aquelarre en Zugarramurdi

El inquisidor

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