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No es su mejor obra pero tiene algo indescifrable que luego de verla nos hace querer que lo sea. Nos propone revelarnos contra El Gran Dictador –la película-, contra La quimera de oro, El chicuelo, contra Luces de la ciudad. El circo exige un lugar en la obra de quien fuera tal vez el único genio verdadero del cine. Y es porque en El circo tenemos un Charlot diferente, hay detalles que lo delatan. Es también, en suma, porque la película deja un poco ese temerario hilo entre lo cómico y lo sentimental. El circo es una comedia casi pura, aunque esto no sea lo mejor que Chaplin sabía hacer.
Charlot es más torpe, más ingenuo. Ha comulgado en parte con la sociedad. La disculpa porque parece no estar preparado mentalmente para entenderla –o tal vez nosotros-. Es más esclavo de las circunstancias y solo al final de la película le es dado cambiar el curso de los acontecimientos, cuando la línea argumental demora un desenlace dramático.
Charles Chaplin y Lita Grey con uno de sus hijos
Merna, de nombre y personaje, se ha enamorado del funámbulo y Charlot comprende, acepta. Y las circunstancias nos llevan a un final algo similar al que Michael Curtiz repetiría 14 años después en Casablanca. Charlot es echado del circo y ella lo sigue para huir de la tiranía del padrastro. Solo que Charlot, quien como ya dijimos no intenta enfrentarse a su circunstancia, busca al funámbulo y los conmina a casarse.
Está enamorado de Merna pero sabe que no puede cargar con ella. La actitud desconcertante de Charlot se resuelve en el último momento. Tengo una idea, le dice, y sabemos que se acerca el final porque Charlot ha cambiado, es ejecutivo y por tanto ya no es el mismo. Unos minutos después gana la felicidad de los demás y ha perdido la suya. Vuelve a la nada mientras ve partir los carromatos que cargan el circo. Acepta su pobreza, su soledad, como un destino irrevocable al cual se ve sujeto a cambio de vivir aventuras de las que será consciente solo a medias.
El circo fue filmado en una época convulsa de la vida de Chaplin. Problemas financieros, la muerte de la madre, el incendio del estudio de filmación, el divorcio de Lita Grey, su segunda esposa, y el consiguiente alegato de 52 páginas con acusaciones de abuso, infidelidad… un catálogo de depravaciones; y como consecuencia su obligación de pagar 600 000 dólares de indemnización -récord en aquel momento- y el rumor quizá infundado de que Nabokov se inspiró en ellos para escribir Lolita.
Por esa relación temporal, y pese al Oscar honorífico que ganó con este filme, Charles Chaplin apenas la menciona en su autobiografía. La obra quedó olvidada, no sólo por los éxitos de otros filmes, y Lita Grey sería solo uno de los varios escándalos que tanto gustan en Norteamérica y Chaplin supo proveer al público, tal como de buenas películas.
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