La invención de Hugo y Georges Méliès

Alejandro Cernuda

La Ciudad Luz ha brindado al arte moderno bastante material en la utilización poética de sus recovecos. Recuerdo a Jean Valjean por las cloacas de París. Recuerdo a Quiasimodo, el jorobado de Notre Dame. Erik, el fantasma de la ópera y recientemente, en 2007 según la novela y en 2011 la película, se ha escondido ese niño, Hugo Cabret, en el mecanismo del reloj de la estación de Montparnasse.

La invención de Hugo fue nominada a once premios Oscar y fue la primera película filmada en 3D por el director norteamericano Martin Scorsese. Ganó cinco premios: a los efectos especiales, mejor edición de sonidos, mezcla de sonidos, mejor película y mejor director artístico

Este largometraje de Martin Scorsese ha causado el siempre interesante problema a la hora de enmarcarla en un género. Lo cual, por ley, o sale muy mal o muy bien. El argumento de La Invención de Hugo, como al fin se conoció en español, es muy simple. Un niño con una historia trágica y viviendo en total abandono, recibe de su padre en herencia un autómata. Su pasión por arreglarlo le lleva a robar piezas de una tienda de juguetes, aunque también, y por otra pasión más generalizada, tiene que robar para comer.

El misterioso personaje, dueño de la tienda, se muestra con una no menos extraña crueldad con el crío. La ahijada de este viejo Papá Georges y Hugo, se las arreglan para poco a poco irse metiendo en el secreto oculto tras la vida de este hombre, por sorpresa ligada al origen del autómata. El viejo resulta ser Georges Méliès, quien vive escondido de un fracaso desligado a su calidad como cineasta.

Asa Butterfield

Asa Butterfield en la película Hugo, de Martin Scorsese

Hugo e Isabelle se las arreglan para reivindicar el pasado del viejo director. Al final han dicho que la película es de aventuras/drama, lo que no significa nada, ni importa, porque considero lo mejor lo más difícil: haber conjugado la ficción inherente a un filme de esta categoría y la propia ficción del gran cineasta francés con la realidad de su vida.

Para quienes no conocen la biografía del famoso director francés, les parecerá que Scorsese monta una sacrílega versión de los hechos, pues no puede encajar tan bien, se dirán. Pero lo cierto es que salvo algunos detalles. y claro que no lo del autómata Mamá Jeanne o Jeanne d'Alcy, como se llamó en la vida real, reapareció en la vida de Méliès luego de largo tiempo y tras un periodo en el que sólo fue su amante.

La esposa de Georges Méliès, Jeanne d'Alcy, fue la primera mujer en aparecer en un filme de horror. Lo hizo en un corto filmado en 1896 bajo el título La mansión del diablo.

Georges Méliès no desapareció misteriosamente durante la Primera Guerra Mundial. Es un elemento que debe justificar la ficción y se agradece a Martin haber ayudado a recuperar la imagen de uno de los más importantes fundadores del cine moderno.

Salvo el hecho de presentar la película en colores, pues no fue hasta 1993 que apareció una de aquellas versiones hechas por Georges Méliès, su historia es más o menos fiel. No se le puede pedir más a una película que tiene que vender sueños. Otro homenaje dentro del filme es la escena en que Hugo cuelga del reloj nos recuerda la clásica de Harold Lloyd en El hombre mosca. 1923

Esta aventura/drama tiene una pisca de todo en el guiso, y así le costó. La actuación de Asa Butterfield, el niño que en otra usaba un pijama de rayas, ha sido impecable. Trabajar con niños no es tan difícil como se piensa. La figura histriónica del inspector y su perro Maximillian, felizmente han obtenido más protagonismo que en la novela, lo que permitió a la película moverse con más soltura ante un público más joven, que de otra se aburriría del tempo lento de algunas escenas. Los tonos de colores sobre el fondo conjugan a la perfección el espacio entre fantasioso y real.

Martin Scorsese ha demostrado su capacidad para trabajar en el cine 3D. Todas estas ganancias y otras no dependen sólo de la calidad de un argumento o de la mano de un autor. Cuando se hace cine y ya casi todo lo demás, un elemento que cada nuevo vanguardista olvida: existe un sedimento intransigente. La gente ve y juzga por lo que ha visto y ve a otros ver.

Podría haberse hecho otra película sin mayores intereses que el de contar una historia fiel de la relación entre un niño abandonado y Georges Méliès, sin muchos vuelos; también resultaría una buena película. Pero si se quiere llegar a muchos, en los tiempos que corren, hay que contar con el público domesticado, y eso hoy cuesta más de cien millones.

Del libro y la historia real de Georges Méliès

La historia ilustrada de un niño que vivía en la estación de París fue escrita en 2007 por Brian Selznick. La editorial Scholastic se ocupó de publicarla un año más tarde. Una narración ilustrada que encontró inspiración, según el autor, en la colección de cintas de Georges Méliès y en su atuómata. Parece ser cierto que el atípico cineasta francés estuvo interesado, en sus últimos años, en la robótica; pero sus trabajos se oxidaron en algún sótano de museo.

Un proyecto ambicioso por parte de Thomas Edison, la Motion Pictures Patent, creada en 1908, pretendía monopolizar la producción fílmica de Estados Unidos y Europa. Georges Méliès se unió y entonces se vio obligado a producir una cantidad desmesurada de películas. Pese a que hizo algunas de cierta importancia, como La humanidad a través de los tiempos, en 1908, al final recibió acusaciones de ser repetitivo.

La ficción también se ha ocupado de retratar al famoso inventor norteamericano Thomas Edison. Hemos publicado La Eva Futura, donde el Mago de Menlo Park es uno de los protagonistas.

Luego de retirarse de este acuerdo con el Mago de Menlo Park, el padre de los efectos especiales en el cine tuvo una carrera intermitente, pero llena de grandes realizaciones. La Primera Guerra Mundial y algunos contratiempos familiares como la muerte de su esposa y la disputa con su padre lo dejaron en la ruina. Para el año 1925, se cuenta, como aparece en el libro, que Georges Méliès y su amante Jehanne d'Alcy, quien se casó con él en ese mismo año, mantuvieron una tienda de golosinas y juguetes en la estación de MontParnasse, como también se cuenta en La invención de Hugo.

https://www.youtube.com/watch?v=7HUZON4afXk

Algunas películas de Georges Méliès

Verdad es que su historia no terminó aquí. El realizador francés volvió a alcanzar la fama y los honores. Murió en 1934, legándonos unas doscientas obras, de las quinientas que más o menos hizo. Cantidad diezmada por la propia destrucción del autor, la confiscación del ejército francés durante los años de guerra y la propia cuenta del paso del tiempo. Murió de cáncer en 1938, a los 76 años.

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