Leyes del vestir después del Pecado Original

Alejandro Cernuda



Ha sido corroborada en la Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo la ley que prohíbe el uso del burka, conocido también como velo integral, en los espacios públicos. Esta ley, con base y según el tribunal supremo, en los derechos humanos, ha causado polémicas desde su instauración en el 2011; pero el problema entre la ley y el vestir ha tenido precedentes desde que se cometió el Pecado Original. Fue el propio Dios quien primero se ocupó del tema y de ahí en adelante todas las moralidades y estados han dispuesto lo correcto al vestir. Luego se inventó la moda y entonces estar en la última genera beneficios a quien dictamina la cuestión.

El problema de la moda y el Estado tuvo un precedente moderno y tal vez máximo en el caso ocurrido durante el reinado del buen alcalde de Madrid, el rey Carlos III. En aquella época la moda española implicaba el uso de largos capotes y sombreros de alas anchas, nada tan propicio al ocultamiento, pero también poco europeo, que era lo más preocupante a este rey y sus ministros venidos de Nápoles. Entre ellos Esquilache, quien promulgó la ley y mandó por las calles a los sastres y militares para hacerla cumplir; lo que provocó una revuelta concida hoy como el Motín de Esquilache, que le costó el puesto.

A continuación, reproducimos un fragmento de Vida de Carlos III, escrito por el conde Fernán Núñez, donde se cuenta lo ocurrido.

Se había dado una providencia violenta para prohibir los sombreros redondos o gachos y las capas de los embozados, permitiéndolas sólo de un cierto largo y sin orden, abusando de su ministerio, como sucede demasiado a menudo, atacaban las gentes en las calles, los cortaban ellos mismos las capas, los sacaban multas y cometían otras tropelías, con las cuales agitaron el sufrimiento público. Séase por esto sólo o porque había quien aprovechándose de esta buena disposición, tenía un particular interés en excitar un movimiento popular, lo cierto es que la tarde del día 23 de marzo de 66, domingo de Ramos dos embozados se hicieron insultar e insultaron en la plazuela de Antón Martín; se defendieron y fue la señal de reunirse la gente y de empezar el motín.

Ahí comenzó la revuelta y según cuenta el conde Ferrán; Esquilache solo se salvó gracias a que había ido a comer con unos amigos y no regresó gracias al aviso. Luego fue expulsado de su cargo y hasta el propio Carlos III buscó refugio en Aranjuez. Se cuenta que esta revuelta tuvo relación con la posterior expulsión de los jesuitas. Por supuesto que las cosas ya no suceden así. El estado ha aprendido mucho en este tiempo y sitúa los centros generadores de leyes a buena distancia del pueblo. Digo yo que se prohíbe en París y se legisla en Estrasburgo, y aunque los legisladores tal vez vengan a comer a París de vez en cuando, la gente no se entera.

El modo de vestir constituye uno de los códigos más importantes de la sociedad moderna. Es un tercer lenguaje, una manera de expresar algo que, si desnudos, nos resultaría bastante complejo de explicar. si es que esto fuera necesario, aun mentiríamos más, porque la ropa no sólo nos cubre, también nos ata y nos protege. Al ver a una persona podemos obtener en algunos casos un grupo de datos debido a su manera de vestir. Sexo, religión, solvencia, origen social, etc. Por supuesto que hay personas más cualificadas que otras para entender estos códigos y juzgar a partir de ellos.

La frase: El hábito no hace al monje se contrapone a lo que en realidad significa la ropa para quien la usa. El hábito sí hace al monje, y no sólo en esta medida: si usted sale a la calle todos los días vestido de médico, la propia sociedad le dará pequeños impulsos hacia ese mundo, entonces el hábito tratará de truncar su vida de farsante, lo obligará a tratar con hipocondríacos, y en un tiempo no necesariamente infinito, llegará a ser todo un doctor. Pasará como esos actores que de tanto interpretar un personaje van tomando rasgos psicológicos de ellos.

Claro que los códigos cambian de oriente a occidente y según la época. Sería inconcebible para un aristócrata de unos cuantos siglos atrás, embutirse en un traje tan parecido al de cualquier funcionario. La cultura occidental ha apresado a los hombres con el fuerte nudo de la corbata y ahora, mientras más te parezcas a los otros más a salvo estás. Las mujeres tampoco la han tenido fácil después del Pecado Original. La mayoría se sienten más atadas a las exigencias de la moda, esa triste epidemia.

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