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Sarah Guppy nació en Birmingham, en el año 1770, con el nombre de Sarah Maria Beach. Vivió casi toda su vida en Bristol, donde se mudó al cumplir los 25 años. A los cuarenta y un años dio a conocer su primer invento, un novedoso diseño para la suspensión de los puentes colgantes. Era la época del ferrocarril y su idea fue rápidamente usada. La que con el tiempo se convertiría en una de las mujeres más brillantes de la ciencia no se opuso a ello ni pidió nada a cambio.
Su interés atípico en la mecánica y la ingeniería civil no podía ser bien visto en su tiempo. Aun ella misma opinó, referente a esta donación de sus derechos de patente que era mejor así, pues Las mujeres no deben ser jactanciosas. Así lo mantuvo en su correspondencia con los directivos de la construcción del Great Western Railway, a quienes acosaba de vez en cuando con nuevas ideas y proyectos.
Podía hacerlo y sus ideas eran tenidas en cuenta, no en balde mantenía una profunda amistad con Isambard Kingdom Brunel, gran ingeniero y jefe del equipo que llevó a término el Great Western Railway. Nunca registró sus invenciones bajo otro nombre que el de Familia Guppy. Tampoco podía ser de otra manera porque las mujeres no debían tener propiedades en esa época. Han tenido que pasar 150 años de agua del río Avon sobre el Puente colgante de Clifton para que por fin ahora esta mujer sea reconocida como la propiciadora de tal milagro.
Hoy sabemos que bajo el nombre de Familia Gruppy se patentaron más de doce inventos. Van desde una manera de proteger los barcos del percebe hasta un artefacto para hervir huevos al vapor de las calderas. Antes de que apareciera su nombre en la reciente actualización del Diccionario de Oxford, sólo una pequeña placa azul recordaba su nombre frente a su casa de Bristol, donde vivió de entre 1841 y 1852, año de su muerte.
No todos sus proyectos tienen el mismo peso y a veces nos dan la impresión de una mujer jovial que juega con la inteligencia. Creo que una lista de sus inventos es fundamental para entender su personalidad.
Era una mujer del siglo XIX. Se casó con el magnate del azúcar Samuel Guppy, quince años mayor que ella, y con él tuvo seis hijos -Muchos titulares que hablan de ella dicen: Madre de seis reconocida como inventora-. Hoy comenzamos a conocerla por sus invenciones, en su tiempo tanto ella como su marido, eran parte de la alta sociedad de Bristol. Uno de aquellos hijos, Thomas Guppy, también fue un destacado ingeniero y trabajó en varios proyectos con Isambard Kingdom Brunel.
Al parecer, desde el principio de su matrimonio se involucró mucho con la actividad comercial de su marido. Sintió una gran curiosidad por todo lo relativo a la tecnología moderna. Samuel Guppy era propietario, entre otras cosas, de una fundición, almacenes, maquinaria agrícola y una fábrica de clavos. Todos aquellos artificios mecánicos llamaron profundamente la atención de la madre de seis hijos.
Puente colgante de Clifton
Enviudó en 1837, a los 67 años. Lo que parecía el final de una vida tranquila dio paso a la tormenta. A escondidas de la familia de su primer marido se casó con un joven veintiocho años menor que ella de nombre Richard Eyre-Coote, quien rápidamente aceptó la labor de dilapidar hasta el último céntimo de su fortuna y no encontró mejor forma que donarlo a las carreras de caballos y a otras mujeres.
Sarah Guppy, en sus últimos años tuvo tiempo para escribir un par de libros: Los aldeanos y los peones y Diálogos para la infancia, el cual salió publicado en dos volúmenes; y fundó una escuela de Caridad para niñas. Hay un panfleto escrito en 1807 sobre la corrupción de las chicas por la vida en la ciudad y su autoría está en entredicho, algunos sospechan que pudo haber sido escrito por ella.
Nuestra inventora luchó mucho por ayudar a las mujeres de su época, confiaba en la educación. No debe verse en ella un modelo para el feminismo moderno, pues entre sus concepciones estaba que las mujeres no debían tener salarios abultados. Murió dando la idea a todos de una mujer centrada en la educación y la filantropía.
Sarah murió a los 82 años.
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