Areopagítica de John Milton por la libertad

Alejandro Cernuda


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En 1643 se firmó en Inglaterra una ley de licencias que pretendía censurar cualquier documento antes de ver la luz. Un año después el poeta John Milton, quien aún no había compuesto su fabuloso Paraíso Perdido, escribió un discurso, al que puso de nombre Areopagítica, para protestar contra dicha ley. La palabra que parece griega lo es. La tomó Milton del título del discurso escrito por Isócrates en el siglo IV Antes de Cristo y pronunciado en el Aerópago, la famosa colina de los tribunales de Atenas. En el caso del trabajo de John Milton el título completo es: Areopagítica: Un discurso del Sr. John Milton al Parlamento de Inglaterra sobre la libertad de impresión sin censura

Más de cien años después, durante la revolución norteamericana el documento es citado como referencia para redactar la Constitución del naciente país. Si bien en un principio no tuvo el folleto la aplicación política esperada, a partir de ese momento o tal vez antes, Areopagítica se convirtió en un texto clásico para la lucha por la libertad de prensa y de expresión artística.

Aeropagitica de John Milton.

Portada del folleto Aeropagitica, de John Milton. Publicado en noviembre de 1644

La curiosidad histórica no es hoy el único motivo de leer este discurso ensayo. John Milton no sólo es el escritor más culto que haya pisado la vieja Inglaterra, es también controvertido, rebelde e intraducible en muchas de sus ideas políticas y sociales. Chesterton dijo de él: Es un poeta a quien no podemos dejar de apreciar y un hombre al que no podemos apreciar. En torno a este mismo trabajo es pertinente destacar que Milton era partidario de la censura, en particular la relacionada con temas religiosos, pero sólo después de la publicación de los libros.

Esta opinión, sustentada por el testimonio de las propias hijas de Milton, escinde al hombre y al poeta; sin embargo, hoy que contamos con su legado y no es necesario ya soportarlo, agradecemos que haya existido

Areopagítica en su forma es un modo de ensayo poco explotado; aunque se llame discurso y parezca que se escucha mientras se lee, no fue creado para ser expuesto frente al público, pues su autor no era miembro del Parlamento y por tanto no tenía voz allí. Quiso John Milton que se distribuyera en folletos. Contrario a lo que se piensa y se dice, no es difícil de leer, tal vez sí un poco ampulosa en sus primeras páginas, pero luego el cuerpo se nos amolda a la manera de escribir de Milton y se agradece como una fuente de sabiduría cada una de sus muchas remisiones a otras épocas y personajes. Y cómo va hilvanando su teoría desde los griegos, fuente de todo lo que aún nos falta por inventar en cuestiones políticas y sociales, en cuestiones de libertad. Sí, pese a la esclavitud en que mantenían a una clase.

John Milton no es un rebelde típico. Era, en parte, entusiasta del sistema vigente en esos momentos y su crítica no elude ciertos aspectos en que sí debía prevalecer la censura. En ese filo entre lo prohibido y la libertad el discurso es magistral.

Fragmento de Areopagítica

Si en éste, [el acto de escribir] el más consumado acto de fidelidad y madurez, ni sus años, ni su afán, ni la evidencia de sus habilidades pueden llevarlo a tal estado de madurez que le permita deshacerse de desconfianzas y sospechas, a menos que acarree todas sus diligencias, sus vigilias a medianoche y su gasto de aceite del paladioa la mirada ligera de un licenciador obligado, quizás más joven que él, tal vez por mucho inferior en juicio, tal vez alguien que nunca conoció la labor de escribir libros ”y si escapare el rechazo o el desaire”, y ha de aparecer publicado cual joven con tutor ”la mano de su censor sobre el lomo de su volumen como fianza de no ser imbécil o corruptor”, en todo esto no habrá sino deshonra y menoscabo para el autor, para el libro, para el privilegio y la dignidad del saber.

La censura es y será un tema vigente mientras los medios de comunicación, la filosofía y el arte se presten a la manipulación de algún hijo de puta, internet es un ejemplo claro de censura global y peor aún, Areopagítica demuestra que el uso de restricciones funciona en contra del desarrollo de una nación, que los elementos nocivos traídos con las sospechosas publicaciones son inocuos a las clases motoras de la sociedad si el fin de un sistema es justo: lo que es puro sobrevive, cita el autor con otras palabras.

Cuando John Milton escribió Areopagítica el tema no era nuevo y tampoco privativo de la Revolución Inglesa, una de las más complicadas de entender, si es que alguna se entiende de verdad. Hablando de ella se dice en Areopagítica que el hombre puede ser un hereje de la verdad dentro de ella misma si cree las cosas sólo porque son dichas por el pastor o la autoridad.

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