El Palmar, un viaje por la Albufera entre Cañas y barro

Alejandro Cernuda



El pueblo del El Palmar, en Valencia, pertenece a uno de esos pocos sitios en el mundo que ha cerrado un ciclo artístico con la historia surgida de él. Allí nació la famosa novela Cañas y barro, de Vicente Blasco Ibáñez. Allí tuvo lugar la filmación de la película, en 1954, y de la teleserie (1978) con el mismo título.

Aún se pueden encontrar en el pueblo algunos de los extras contratados para la serie. Ya no tiene la Albufera el color azul de aquellos tiempos y hoy, en lugar de pescadores, mayoritariamente la transitan -en las mismas barcas- turistas de todo el mundo que pagan un precio módico por recorrer una parte del lago de agua dulce más grande de la península Ibérica. Gente que viene desde Valencia para disfrutar de una magnífica comida en un pueblo, nacido como isla -donde se recogía una especie de palma para hacer escobas y de ahí su nombre- y hoy atrapado entre la inmensidad de la laguna y los campos de arroz, como un mar verde que parece llegar hasta los edificios de la ciudad.

La novela Cañas y barro, de Vicente Blasco Ibáñez

Tenía 35 años y una fama ganada de panfletista contestatario y escritor. Era el año 1902, a tres años de la publicación de su éxito: La barraca, primero en folletín y traducida ésta ya a casi todos los idiomas de Europa, Vicente Blasco Ibáñez sabía que iba a escribir una historia sobre la vida en El Palmar y comenzó a hacerlo sin saber cómo iba a terminar. Eso dice José Luis León Roca, su biógrafo.

Vivió veinte días en El Palmar. Dormía en su barca, en pleno contacto con la laguna, de la que, además de inspiración, se llevó unas fiebres palúdicas. Se lo podía ver conversando con todo el mundo y paseando por la ribera de la laguna o almorzando en la taberna del tío Sucre, único edificio de dos plantas en la localidad. Así surgieron personajes a imagen y semejanza de otros que iba conociendo y que adaptó para convertirlos, para adueñarse de ellos, como Cañamel, Neleta, de quien no modificó ni el nombre, o Tonet el Cubano, tal vez aquel conocido como Tonet el Bonito, habitante de El Saler y que, como el personaje de la novela, había estado en la guerra de Cuba.

Cañas y barro. Vicente Blasco Ibáñez

Portada de la novela Cañas y barro, de Vicente Blasco Ibáñez

Podríamos resumir: la historia parece tratar de los amores entre Tonet el Cubano y Neleta. De cómo sus ambiciones y personalidades contradictorias hacen de lo que pudo haber sido un idilio un catálogo de muerte y miserias humanas.

La novela pasa la vista por tres generaciones de la familia Paloma, el viejo que vive el orgullo de ser el mejor pescador -orgullo que aún vale algo en El Palmar- Tono, su hijo, que renuncia a la laguna en favor de la siembra de arroz y emprende una pelea contra el agua y el tiempo por crear su propia tierra sobre la Albufera, cosa que lo enfrenta de por vida a su padre, para quien el pescar es tomar lo que Dios nos da y trabajar la tierra es ser esclavo de ella.

El tercer integrante, Tonet el Cubano, hijo de Tono, será quien ponga, junto a Neleta, el ingrediente necesario para la tragedia. Dicen que tal vez Vicente Blasco Ibáñez encontró su inspiración en alguna siniestra y oscura tragedia, perdida en el tiempo y entre los juncos de El Palmar. Fuera de esto, las diferencias generacionales entre los tres Paloma, sus tres maneras distintas de juzgar lo que se llama honor y prestigio, sirven de soporte para una novela tan humana como fatídica.

Cañas y barro, pese a que refleja la pobreza de aquellos años de fin de siglo, no convierte la miseria en el tema principal. No se puede decir que los habitantes de El Palmar, pese al olor a barro y pescado -algo que debió afectar en un principio a Blasco Ibáñez- lleven una vida miserable. Cañamel, a pesar de todo un gran personaje y el más logrado en la serie televisiva, es un hombre de mundo que prefirió vivir allí. También lo hace Tonet, quien regresa de Cuba al final de la guerra. La vida de los pobladores de El Palmar, está a salvo cerca de La Albufera. Saben que más allá está Valencia, donde también se vive en gris y aquí, al menos una vez al año, existía la posibilidad real de sacarse la suerte en el redolins.

Todo lo que se pueda decir en estos párrafos no aporta la sensación de buena literatura transmitida por Cañas y barro. Sus inmejorables descripciones de la laguna, sus costumbres y la naturaleza humana traerán al lector la alegría de haber seguido este pequeño consejo: Leedla.

Paseo Albufera

Un paseo en barca por la Albufera

Vicente Blasco Ibáñez es uno de los buenos escritores. De él nos cuenta también su biógrafo José Luis León Roca que en abril de 1924 la International Book Review, de Nueva York dio a conocer su encuesta sobre quienes eran los mejores escritores del mundo en lo que iba de siglo. H. G. Wells salió vencedor por más de un millón de votos. En segundo lugar, a sólo noventa votos del escritor inglés había quedado don Vicente… En Estados Unidos, con una revista que sólo se publicaba allí, en Inglaterra y en Australia, Blasco Ibáñez, quien dependía de las traducciones para darse a conocer, en segundo lugar. ¿No les parece interesante?

Leer Cañas y barro, ésta, sin ser una de las más conocidas de Vicente Blasco Ibáñez, y él mismo son partes de esos pequeños intentos que ha tenido la literatura española de regresar a la cumbre del Siglo de Oro.

En este enlace puede descargar Cañas y barro

Una visita a El Palmar

No es difícil llegar desde Valencia hasta El Palmar. El trayecto de un par de horas, en transporte público, desde la Plaza del Ayuntamiento, los pondrá en el pueblo, donde se puede disfrutar de un paseo por la laguna, opción que tiene suficiente oferta hasta en temporada alta. La inmensidad de la Albufera aparecerá para mostrarnos sus caminos entre los juncos y su variada fauna ornitológica. Es un sitio excepcional para la observación de aves. Se recomienda hacer el paseo en barca en horas de poco sol.

Se podrá comer en alguno de sus magníficos restaurantes, donde no falta el trato amable ni la comida típica de la Albufera. Podrá ser testigo de una interesante explicación sobre las cosas de El Palmar a cargo de alguno de sus guías y asistir a una extensa explicación en su Exposición Etnológica, como nos ofrece Cristina, siempre dispuesta a responder todas las preguntas.

Cristina nos habla de las cosas de El Palmar. Su historia y la relación con la Albufera

La visita se puede combinar con el baño, pues las playas no están muy lejos del Palmar; aunque a esos usos sí es recomendable ir en coche. No hay muchos problemas de aparcamiento en El Palmar.

La lucha de las mujeres de El Palmar

Es preciso un poco de historia, saber que la pesca en La Albufera ha sido por siglos potestad de los pescadores nacidos en el pueblo de El Palmar, es algo que se remonta al año 1250, en tiempos de Jaume I y así lo confirma un documento del 21 de enero de ese año. Toda la disposición legal en torno al asunto es un poco complicada. Lejos de perder potestades los pescadores fueron ganando derechos con el paso de los años y las siguientes dinastías en el poder. Desde 1911 La Albufera pertenece al Ayuntamiento de Valencia. La Comunidad de Pescadores, institución que ya no se sabe con exactitud cuándo surgió, es el organismo que media entre los litigios y regula la pesca. El derecho a pescar, como ya se dijo, pertenece a los pescadores del pueblo de El Palmar. 

Cada año se celebra el “redolins”, una especie de tómbola donde los miembros de la comunidad de pescadores de la localidad echan a suerte qué rincón de la laguna les tocará esa temporada. El proceso está bien documentado, tanto en la novela de Blasco Ibáñez como en los dos audiovisuales. Si bien en los tiempos de Cañas y barro la suerte o no de una familia dependía de este sorteo, hoy no tiene la pesca la misma importancia. El sorteo, sin embargo, ha continuado con el mismo interés y expectativa. Sin dudas es uno de los momentos más importantes de El Palmar.

El hecho de que sólo pudieran ser los hombres está determinado por un sentimiento de protección hacia la propiedad común. Por derecho se impedía a las mujeres entrar en el redolins para evitar que, quienes formaran familia con extranjeros -dígase habitantes de cualquier otro lugar que no fuera El Palmar- aumentaran la competencia sobre la Albufera. A ojos de hoy, por supuesto, parece una medida asaz machista. En 1997 un grupo de mujeres comenzó la lucha por sus derechos. Como toda lucha en pueblo pequeño trajo la división y las fracturas entre sus habitantes.

Hubo de todo, muchas mujeres estuvieron en contra de tener el derecho a heredar y por otra parte, muchos hombres apoyaron a sus hijas y esposas en esta lucha que tomó diez años. Por fin, en 2008 se celebró el primer redolins donde hubo participación de la mujer.

Triunfaron aquellas pocas mujeres que comenzaron la lucha por sus derechos. Es una historia que algunos escuchan hoy no sin cierta sorpresa, pues no esperan encontrarse hechos de diferencia de género en términos legales.

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