Campo de Criptana tiene gigantes como molinos

Alejandro Cernuda

En Campo de Criptana hay gigantes como molinos de viento, pero ya no nos fue posible estar mucho tiempo. El frío había pactado con la lluvia y el viento. Vaya trío contra el que caímos en fiera y desigual batalla.

Quedan solo diez de los treinta o cuarenta que dice haber visto Don Quijote. Si bien tampoco especifica que fue en esta villa. A la sombra de los gigantes convertidos en molinos por la desidia del sabio Frestón se encuentra una pequeña ciudad que escapa a empujones culturales de la confusión de un loco y la fama de ser la patria de Sara Montiel.

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Campo de Criptana es mucho más. Tiene una escuela de música y su banda municipal, siete grupos de teatro, más músicos que muchos otros lugares y celebra una de las semanas cervantinas más famosas de La Mancha. Así y todo, no escapa, quienes vienen de paso o cada primer domingo del mes a ver el ejercicio de molienda a la antigua, todos en algún momento piensan en aquella hazaña del Ingenioso Hidalgo.

Molino de viento en Campos de Criptana

Molino de viento sin aspas en Campos de Criptana

Válgales la suerte para no coincidir con el fin del hechizo que convirtió en molinos a estos gigantes. Si por la magia del sabio Frestón, o de Cervantes, son famosos y además haber sido industria fértil, también guardan historias y conflictos, pues ya se sabe que una cosa piensa el campesino y otra el molinero. De molinero cambiarás y de ladrón no escaparás, dice una pequeña loza dentro de uno de ellos; así, podemos afirmar que en estos artificios se esconden otros mitos. Veinticinco molinos hay en la Sierra. Veinticinco ladrones andan por ella, dice otra placa.

Campo de Criptana es un gran ejemplo de la influencia que puede tener el arte y la historia en el espacio contagiado de ficcion. Pocos visitarían este pueblo hoy si Cervantes no hubiera mencionado en su novela la batalla contra los gigantes. Ante tal paisaje se han detenido mucho a pensar la hazaña de aquel ilustre caballero. Ojalá que en su día no haya hecho el frío que en el nuestro.

Fin del hechizo. Sobre molinos de vientos escrito en Campos de Criptana.

La maquinaria del viejo molino pareció crujir y luego se reblandeció. Todo se puso oscuro. Fue un deliro aterrador y a la vez suave. Al principio nos pareció un tiovivo del que íbamos a salir ilesos, si al fin pagamos las entradas como los demás turistas. Hubo un giro, una inclinación de aquella estructura y comenzamos a diluirnos en los ácidos gástricos del gigante. Por suerte nos había engullido sin pelear con él. Solo un loco se atrevería a eso.

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