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Mucha literatura, tanto de Engels como de Marx, se esconde tras la cortina de sus principales ideas y de lo aburrido del tema hoy del comunismo científico. Otros textos, como el ensayo de Federico Engels, El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado, siguen siendo documentos de gran interés y amenidad para todos aquellos interesados en la historia de las relaciones entre hombre y mujer.
Escribirte es para mí muy importante, y quizá para el psiquiatra que me toque algún día, puesto que estás muerto. Podría agregar que así me lo aseguró Napoleón en nuestra entrevista de ayer. El tema no es el otro mundo ni sus implicaciones en este, asunto en que están diáfanas tus ideas; que dejaste bien claro lo inútil de molestarte con discusiones filosóficas o cualquier otro tipo de pedido.
Mi carta es más bien hacerte un comentario sobre aquel libro que escribiste cuando tenías sesenta y cuatro años y aún eras fuerte y ya sabio: El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado.
Tú -disculpa que te tutee-, comienzas con las especulaciones sobre qué será el futuro, y eso es harina de otro costal. Creo que mucha gente cree en tú infalibilidad, y la del amigo Carlos Marx cuando de hablar del pasado se trata. Sin embargo, no viviste hasta acá. No puedes imaginar todo lo que las sociedades totalitarias han empañado la creencia en sus predicciones futuras.
El origen de la familia la propiedad privada y el estado de Friedrich Engels
Me sorprendiste desde el principio, o bien, me hiciste pensar. Tuve que leer varias veces el primer párrafo donde planteas que el desarrollo histórico depende de dos condiciones del género humano: la producción y la reproducción, que la producción de bienes materiales y la reproducción del hombre en sí, cualifican al desarrollo histórico. Bien, estoy de acuerdo, pero no que sean las únicas condiciones.
Creo que deberías añadir, y es otra característica bien marcada en el género humano y condicional del desarrollo histórico. La búsqueda de la verdad, lo que convirtió a los primeros salvajes más o menos inteligentes en brujos y chamanes, la misma curiosidad que hizo de ti el sabio que fuiste y te permitió modificar el desarrollo histórico de todo el mundo. A ti y a Carlitos, independientemente del desarrollo de los medios de producción y la reproducción.
Me dirías que depende directamente y que si no hubieras nacido en Alemania, bajo unas condiciones productivas y reproductivas, no hubiera podido alcanzar ese nivel de raciocinio. Bien, está claro, sin embargo, tu nivel de raciocinio, tu acervo, y el de Darwin, por ejemplo, emanó desde la buena de las condiciones históricas; pero llegó a las personas de todo el mundo, que lo asimilaron mientras pudieron comprenderlo, con independencia de dónde o cómo vivían. El deseo de saber está en todo ser humano y condiciona el desarrollo. El aumento de los medios de producción es del carajo, eso lo cambia todo.
Me gusta después lo del matrimonio en grupos, antes de tu libro, no había leído nada de esto, y no imaginaba que existieran otras formas de matrimonio que no fueran la monogamia o la poligamia. Y claro, la poliandria, a la que te refieres de una forma tan cómica cuando dices que sólo pudo ser obra del género humano.
El origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado alcanza su punto crítico cuando entras en la parte del desarrollo histórico donde los hombres ya escribían. Haces trampa, la discusión se va a tu mundo, hombre de muchos libros - ¿verdad, lo que se dice, que leías más de veinte a la semana? - y palabras en las treinta y siete lenguas que hablabas.
Llega la hora de pasarle cuentas a la historia, y demostrar cómo las relaciones de producción, el mínimo hecho de la herencia, de la acumulación de propiedad privada en manos de los hombres dio al traste con las demás formas de matrimonio e implantó la monogamia, esa forma de explotación que encontraron los hombres para obligar a una mujer a reconocer la paternidad de los hijos y por tanto a heredar estos por vía paterna.
Eres un genio del pensamiento cuando miras por el retrovisor del coche. Estoy de acuerdo contigo. La mujer no sólo perdió la herencia matrilineal, sino que se convirtió en una esclava. Y goza, todavía ahora, de menos derechos, al menos en lo que se vive fuera del juzgado, que los que tenía antes.
El hombre todavía sigue viviendo el matrimonio en grupos y la mujer se ve obligada, por prejuicios, por el qué dirán, a mantenerse fiel, o por lo menos a adulterar de una forma clandestina. Al hombre se le aplaude y a la mujer se le enjuicia.
Con el nacimiento de la monogamia, nacieron, dices tú: los cuernos en el hombre, la prostitución, los celos y la figura de la mujer adúltera. Yo diría más, nació también, o por lo menos alcanzó su cumbre el homosexualismo. El hombre, cuando asimiló la monogamia, perdió poco a poco el respeto que se le tenía a la mujer en los tiempos de la barbarie. A propósito, no estoy de acuerdo con ese nombre.
Aquella idea del hombre persiguiendo con un garrote a la mujer para llevarla a las cavernas y hacerla suya, es una idea cuando menos, falsa. Está perfectamente claro que el rapto de mujeres prevaleció en muchos lugares como una manera bastante generalizada y aceptada de matrimonio (grupal) y a pesar de la idea de violencia, nunca la mujer fue más respetada que en aquellos tiempos.
En cuanto al origen de la prostitución, nada menos que agradecerte, porque, ya en tus tiempos, Federico, se llamaba a esto el oficio más viejo del mundo. Dices que el canje de sexo por mercancías surgió con la adoración a las diosas en los templos donde las mujeres se entregaban a los extranjeros. No sé. Pero si estoy claro que, en tiempos de lo que Carlitos y tú llamaban comunismo primitivo, imagino que la especialización en un oficio dado era prácticamente nula. Ni siquiera el robo era un oficio en sí.
Creo que el primer oficio, la primera tarea que logró marcar un excedente para intercambiar, fue, por desgracia algo intangible: la brujería. No sé, analiza tú y si puedes me respondes, aunque el hecho de hacer acuse de recibo niegue casi todo por lo que luchaste. Pero no importa, rectificar es de sabios.
Describes una diferencia entre la monogamia de los países católicos y los protestantes. Estoy de acuerdo contigo. Lutero hizo de vosotros unos seres dispuestos a la libertad sin tener en cuenta esa prisión invisible que es la censura. Y sí, en los países católicos se ve más el heterismo [i] y el adulterio, claro en dependencia de lo que se entienda por adulterio. Porque bueno, Federico, te escandalizarías con lo que pasa ahora en los países protestantes, donde las mujeres tienen amigos que las invitan al cine fuera del matrimonio. Y es algo normal que fulano se quede en casa, aunque el marido no esté. Esas cosas ya pueden parecer adulterio a ojos de muchas personas y entonces, bueno, hace falta de nuevo poner la balanza.
Es verdad, desde que leí a Lezama Lima, me gusta más el catolicismo, ese opio de los pueblos normado a instancias del Vaticano, pero no el poder, ni la doctrina. Soy de los que piensa en que las revoluciones, cumplen su función y después se niegan a sí misma.
Tenemos, por ejemplo, para seguir en el tono de la religión, el caso del protestantismo, hoy sus preceptos son más rigurosos que los de la Iglesia católica, están menos dados al perdón. No, y repito, de una forma doctrinal, ni general, sino en lo que incluye a la identidad cultural de los países que se formaron bajo la doctrina de la Virgen María. A pesar del adulterio, de la prostitución, lo prefiero a la hipocresía de la familia feliz injertada en la mentalidad protestante. Sin dejar de admitir que estoy bajo muchas influencias.
Engels, cuando te remontas a ese comunismo científico que hablas y que quizás esperabas asentado en mi tiempo. Me parece que cometes inexactitudes. No creo que la monogamia pura, esa del amor sin traición, llegue en los tiempos del paraíso que predijiste. Al hombre le va a reventar la curiosidad por la mujer hermosa. No pretender a la vecina de buenas piernas necesita mucha conciencia y casi siempre se resuelve por los mismos prejuicios insertados en nuestra cultura.
Ningún fanatismo religioso, de esos que hacen a las personas suicidarse en masa, ha hecho a los hombres vencer el deseo del matrimonio grupal. No creo y no quiero que hagan eso con nosotros. Es, nada más hipocresía, negación, lo que veo más allá. Pero tú solías ser un gran cazador de zorros y bebedor de champán, además de tanque pensante y hombre sabio al igual que Carlos Marx.
Confío en que algún día pueda convencerme de que sí quiero ser un hombre del futuro, debo, además, luchar contra el calentamiento global, no tirar colillas en la calle y entregar mi propiedad, acostumbrarme a la idea de que las piernas de mi vecina no son más que una reminiscencia histórica de cuando los cuerpos estatuarios se hacían, en la barbarie, para la lujuria.
Engels es un autor olvidado hoy y desconocido para muchos. Algunos de sus textos, tanto en colaboración con Carlos Marx, como en solitario, merecen una lectura. Ofrecemos a continuación un enlace donde usted podrá descargar este libro en formato EPUB
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