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¿Quién no ha conocido a alguien como Johann Peter Eckerman? Cierto es que no abundan los caracteres como él y nace tal vez uno dentro de un millón de biógrafos. Tal vez uno por cada Goethe. Nuestro escritor está en cada escena que se cuenta en el libro; sin embargo, raras veces sus pensamientos o padecer se superponen al de Goethe. Eso es un trabajo difícil para cualquier escritor.
El autor de Conversaciones con Goethe pasó mucho tiempo de su juventud bajo la sombra del talento del escritor de Fausto. Este libro es un compendio de notas tomadas a propósito, de esos diálogos de sobremesa que tuvieron ambos hombres. A propósito, digo, porque al parecer Eckerman siempre supo que lo iba a escribir. Antes de partir a su desafortunado viaje a Italia deja estas notas a un amigo, con la petición de que fueran entregadas al maestro. Y durante su regreso, en Ginebra, le escribe a Goethe pidiéndole consejo sobre si era el momento de detener la acumulación de texto y publicarlo.
Contrario a lo que puede entenderse a simple vista, no fue Eckerman quien persiguió esa fructífera amistad. Goethe, tal vez entendiendo todo este devenir, se encargó de tenerlo cerca. Moldeó el espíritu y la sabiduría de un joven de talento, pero sin un camino lúcido, un aficionado al teatro que escribía, para convertirlo primero en su discípulo y más tarde en algo parecido a un secretario, su biógrafo, su amigo y casi un hijo.
Tras la muerte de Goethe Johann Peter Eckerman continuó viviendo en Weimar. Se encargó, a petición del gran escritor, de la edición de publicar sus obras inéditas en quince volúmenes. Luego trabajó en las obras completas, trabajo que alcanzó los cuarenta volúmenes.
Una vida casi normal. Repetida mil veces en todos aquellos jóvenes que huyeron de su circunstancia y se fueron a buscar la suerte de los poetas. ¿Qué circunstancia? Fue hijo y desanduvo el camino con su padre, que era vendedor ambulante. Fue poco a la escuela en sus primeros años. Su poder intelectual se desarrolló rápido y bastó para demostrarle a un clérigo y a un alguacil que estaba desperdiciando algo, un no sé qué que había en él.
Le dieron un puesto de oficina en su ciudad natal. Estuvo en la llamada Guerra de Liberación y en algún que otro trabajo. Quiso ser pintor y no tuvo dinero suficiente para estudiar dibujo. Intentó estudiar derecho y filología en la universidad de Gotinga, pero dejó los estudios.
Poco a poco fue quedándole la literatura. Escribió un cuadernillo de versos que al parecer eran un guiño a Goethe y se lo envió. El autor de Fausto, con casi setenta y cuatro años, le contestó positivamente. Eckerman, sin pensarlo dos veces, se puso en camino a Weimar.
Se conocieron en persona el 10 de junio de 1823. A partir de ese momento fueron amigos y compartieron ideas intelectuales y pensamientos. Todo eso está en ese maravilloso libro de Conversaciones con Goethe.
Eckerman no fue su secretario, como muchas veces se ha dicho. Su trabajo se parecía mucho, es cierto, pero Goethe se encargó de que su joven amigo siempre pudiera proveerse de dinero a cambio de obras a terceros o la publicación de algunas de sus obras.
Portada del libro Conversaciones con Goethe. Johann Peter Eckermann
Son fundamentales las conversaciones de Goethe, a manera de consejos, para jóvenes. Lo que se debe leer, lo fundamental de encontrar cuanto antes la verdadera vocación, reflexión que hace Goethe a propósito de sus años intentando ser pintor -también había intentado serlo Eckerman, aunque no comenta nada de eso en esta parte del libro-. La necesidad de la experiencia. Los peligros para el arte de mezclarse con la política circunstancial. Aconseja aun el sabio escritor alemán cortarse en las lecturas. Hay que leer sólo aquello que se admira, dice en una ocasión.
El libro está compuesto por una introducción de la vida de Ekerman hasta su encuentro con Goethe. Luego su periodo de más de seis años a sus servicios en Weimar. Servicios que incluyen la redacción, corrección y edición de sus trabajos póstumos, como se hace constar en un documento. Se comentan muchos temas en estas conversaciones, la ciencia, la naturaleza, la política, literatura, por supuesto, Napoleón, Shakespeare, Byron, Italia, el teatro, Weimar; de los libros de Goethe: Fausto, La noche de Walpurgis, Werther, la teoría de los colores. Se habla de la amistad con Schiller.
Ekerman hace un viaje a Italia junto al hijo de Goethe, este último muere durante ese periplo. Aunque ya el joven amigo de su padre había regresado.
En una tercera parte del libro, luego de la muerte de Goethe, se retoman algunos temas. Vuelven las conversaciones, esta vez más holgadas y cercanas a lo que Eckerman llama la juventud interior de Goethe.
Porque odiaba las revoluciones me llamaban amigo de lo existente… Goethe.Johann Wolfgang GoetheNo siempre ha sido bien vista la colaboración entre estos dos autores. Nada parecida, es cierto, a las que hubo entre Goethe y Schiller en otros tiempos. Algunos estudiosos del gran escritor alemán se han propuesto disminuir la influencia de Eckerman sobre Goethe y sólo ven en su libro rasgos un tanto pueriles y mal interpretados.
Otros, sin embargo, agradecen a Johann Peter Eckerman y a su insistencia y apoyo el hecho de que Goethe haya terminado la segunda parte del Fausto.
Escena ilustrada del Fausto de Goethe. August von Kreling
Comentamos que en algún momento Eckerman quiso publicar sus Conversaciones con Goethe antes de haber muerto el gran escritor alemán. Lo que no se dice mucho es que aquel fue sólo un impulso de juventud, pues la primera edición de los dos tomos dedicados a estos diálogos no fue dada al público hasta que su autor era tan viejo y tan pobre que había vuelto a ser, otra vez, el hombre de una vida casi normal.
Debo recomendar la lectura de este volumen de Eckerman. Espero que, como hasta ahora, siga siendo de provecho a las nuevas generaciones. Descargar Conversaciones con Goethe
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