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Prestigiosos y circunspectos intelectuales, como Claude Levis-Strauss, Malraux y André Maurois alabaron su “desenfadada” primera novela de Luis Ferdinand Céline… Onetti escribió un entrañable ensayo sobre Viaje al final de la noche… Luego de leerla uno se sigue preguntando dónde radica el hecho de haberse convertido en una novela de culto. Lo que hay de cierto en ella es incompleta filosofía del escepticismo, lenguaje, y un protagonista, contrario a todo y a todos. Ferdinand Bardamou se mueve como un loco entre un grupo de marionetas arquetípicas, salvados no en sus actos ni en el diálogo, sino en los razonamientos del narrador.
Céline con sus perros
Allen Ginsberg lo llamó el primer genio del movimiento Beat y maestro de la picaresca moderna. Jack Kerouac dijo: Creo que (Henry Miller) es un gran maestro, pero Céline es un gigante.
Toda la generación Beat le debe algo y por consiguiente la evolución estética de Estados Unidos a partir de los años 50. Todo parece comenzar en Viaje al final de la noche. Los jovenes escritores norteamericanos que frecuentaban el hotel Beat en París estaban allí para eso, en busca de una influencia, aunque sólo se manifestaran en juergas, broncas, sexo y droga. William Burroughs fue el primero de ellos que descubrió a Luis Ferdinand Céline. Le regaló la novela Viaje al Final de la Noche a Ginsberg y después hizo lo propio con Kerouac -aunque este último nunca estuvo en el hotel Beat, pese a que aprendió a hablar francés antes que inglés.
El 8 de julio de 1958, mediante un amigo común, consiguieron que Céline los recibiera en su casa, entre sus libros y perros. Conversaron unas dos horas sobre cárceles y literatura. Al marcharse ambos jóvenes estaban convencidos de haber estado frente a un genio sucio y a la vez brillante. Alguien a quien no le resultaría fácil morir. Cuenta el propio Allen Ginsberg que al salir dijo “Los escritores de Norteamérica saludamos el mejor escritor de Francia”. Del mundo, respondió Lucette, la esposa de Céline.
Luis Ferdinand Céline (1894 -1961) tuvo gran influencia sobre Bukowski. Es, tal vez, su legado literario más evidente. El mismo Charles Bukowski se encargó varias veces de reconocerlo. Apunta constantemente a Céline, en sus poemas, en sus conversaciones. La relación entre ambos es lo que en matemáticas se conoce como una cadena de Markov.
Una cadena de Markov es aquella en que, si se conoce la historia de un sistema de eventos, es previsible el próximo. Luego de Céline en Francia era de esperar un Bukowski o un Allen Ginsberg al otro lado del Atlántico. Fue lo que ocurrió, mezclado entonces con Sartre y Dostoievski.
Ni siquiera las minuciosas descripciones de los escenarios donde se produce la acción, tan parcializadas a veces, que sólo se aceptan en el uso de la primera persona ¿Dónde está esa genialidad que tantos ven y produjo toda una manera de escribir? A mi modo de ver, Céline no habría tenido éxito si no se empeña en algo que con él comenzó a hacerse poética… la desesperanza y la miseria, descrita con “desenfado”
El lenguaje desenfadado convierte a Céline en un buen escritor, y a la vez en la negación exitosa de otros sistemas narrativos, lejos de quienes asumen con simpleza que sus novelas son autobiográficas, en especial Viaje al final de la noche. Su peripecia real es solo el esqueleto para los usos del lenguaje que logró apropiarse. De castillo a castillo quizá sea más autobiográfica y no le llega a los pies a su primer trabajo.
Viaje al final de la noche la historia bien delimitada en sus tres partes principales por donde transita Ferdinand Bardamou: la Primera Guerra Mundial, las colonias francesas en África, Nueva York con su insuperable descripción. Escrita en un lenguaje espectacular y a la vez lleno de filosofía entre dos aguas, no superado por sus herederos.
En la entrevista publicada en el París Review tres años después de su muerte Céline dijo:
Nos enseñaron a hacer oraciones traducidas del latín, bien equilibradas, con un verbo, un sujeto, un complemento, un ritmo. En resumen: ¡aquí un discurso, allá una predicación, en todas partes un sermón! Dicen de un autor: "¡Teje una bonita frase!" Yo digo: "Es ilegible". Dicen: "¡Qué magnífico lenguaje teatral!". Miro, escucho. Es plano, no es nada, es nulo. Yo, he deslizado la palabra hablada impresa. En un solo tiro.(Paris Review. No. 33 1964)Es una novela cautivadora. Tal vez sea eso lo que cuenta. Malraux dijo que para conocer al autor había que leerla. No por eso tiene que confundirse con una biografía de Céline, pero si lo es, en todo caso, empalma con lo que podríamos llamar el gusto de Valéry, quien dijo preferir las historias de los literatos en lugar de la literatura. Céline contra todos: antibelicista, antisemita, en pro de Hitler. Peleó hasta el fin de su vida contra las acusaciones… mujeriego, sentimental, flaco, desgarbado, cazador de bailarinas en el Café de la Paix…
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