Conducta, una película cubana

Alejandro Cernuda



Conducta es una película cubana del director Ernesto Daranas. Se llora con ella, dice la gente. Se aplauden en los cines algunas escenas y hasta la ministra de educación expresó sus para bienes. En lo artístico su mayor mérito recae en que la crítica simple no puede abarcarla. Son esas trampas del minimalismo. Si se quiere hablar de ella ¿qué decir? Tal vez que es una película distinta, fuera de lo carnavalesco que en ocasiones se ofrece como si fuéramos más distintos que lo que nos toca ser.

Conducta es la historia de una vieja maestra de sexto grado que lucha contra el fracaso de las instituciones a la hora de entender lo humano como regla. Es la historia en lo fundamental de dos niños y sus conflictos: Chala (Armando Valdés Freire), al ocuparse a esa corta edad, de mantener una casa destartalada y una madre enferma de vicios, mediante la cría de perros de pelea, el robo de palomas y el juego.

El otro personaje, Yeni (Amaly Junco), una niña destacada en el aula, pero marcada por la condición de emigrante ilegal dentro de su propio país. Es Conducta la lucha entre la vida diaria y real y los valores inoperantes ya. Es el slogan: Pioneros por el comunismo, seremos como el Che, contra el entendimiento de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre. Dos fórmulas espirituales que los niños no entienden. Ni tampoco los mayores, en 1998, cuando el papa Juan Pablo II estuvo en Cuba, a algunos de los maestros que participaron en aquellos eventos se les dieron unas camisetas con la imagen del Santo Pontífice y Fidel Castro, para que participaran en los desfiles mediáticos. Cuando acabó la fiebre a ellos mismo se les prohibió usar dichas camisetas en las escuelas.

Escena del filme cubano Conduca

Escena de la película Conducta, de Ernesto Daranas.

Hace unos años a alguien quiso plantear la reapertura de los colegios Maristas y otras instituciones educacionales católicas, y alegó la probabilidad de que los niños egresaran con una concepción del mundo menos acorde a las doctrinas del marxismo, pero que seguro iban a ser más educados en el sentido cívico. La película pide otras cosas es una revisión del sistema educacional. Hasta donde se permite hoy. 

La película es un poco de José Martí y él es la mejor manera de definirla. En tiempos de crisis, está escrito hace mucho en la filosofía, la educación se traspasa más a la familia y menos al estado, pero esa toma de consciencia es lenta y abrumadora. No se toca, por otra parte, uno de los mayores problemas de la educación cubana: la falta de preparación de los maestros. En las aulas hay niños como Chala, pero también hay muchos otros bajo la influencia de profesores que no dominan los contenidos ni tienen vocación… No digo que todos, claro.

Si la película, mediante el ejemplo de una maestra que trata de arrancar un par de niños de las fauces del sistema burocrático, también hay niños que pueden salvar todo un país si tienen la suerte de encontrar cabida a su espíritu de conocimiento en la palabra de un maestro. Martí fue uno de esos niños que salvó Mendive y revolucionó la circunstancia en espíritu y materia de nuestro país. 

Ernesto Darana, autor también de Los dioses rotos, tal vez se ha percatado, y lo creo así, desde Los dioses rotos, que el cine cubano se había hecho hasta ahora como parte de un espectáculo más dentro de la feria de nuestra circunstancia. El cubano es alegre, eso se cree en el mundo entero, y lo es; pero no se ve en las caras de los personajes ni en la gente; ni tampoco es muy amable, por lo que nos muestra la película. El cubano debe dejar de hacer como el delfín que aplaude con el agua al cuello. La realidad es dura, tanto en la cinta como en la vida cotidiana. En Conducta pasa lo contrario a la vieja fórmula. El héroe no surge de una situación particular. Carmela estaba ahí, haciendo lo mismo antes que la situación de hoy fuera especial y más tarde se convirtiera en lo que a los niños le parece la vida normal.

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