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Debía comenzar hablando de la Playa de las Catedrales y no de los indianos de Ribadeo, adonde fuimos a parar luego de echar nuestra suerte a esa tómbola que es preguntar a la gente adónde podemos ir. Un viejo que iba con nosotros por la ruta del río Sil se quejó de que a veces uno llega a esta playa por la mañana y tiene que esperar todo el día para ver las catedrales.
Así fuimos a parar a Ribadeo municipio que hace frontera por el norte entre Galicia y Asturias, divididas por la ría EO y unidas por un puente espectacular- luego allí, en la playa de las Catedrales, donde llegamos con tiempo para que la marea baja nos permitiera ver aquella maravilla de la arquitectura del mar. Allí le preguntamos a una chica que repartía publicidad, qué más podíamos ver, y fue entonces que se lamentó por nosotros, por llegar un día después de la fiesta de los Indianos. Recordé entonces aquella gallega de Albaicín, en Granada, que me había comentado sobre las casas indianas, reconocibles en su mayoría por las dos palmeras sembradas frente a ellas.
Los indianos de Ribadeo y de otros lugares fueron aquellos españoles fundamentalmente gallegos y asturianos- que emigraron, o como se decía en aquella época, fueron a hacer La América en su mayoría a Cuba, Venezuela o Argentina, en tanto otros países no eran tan amables con ellos, a finales del XIX y el XX y lograron regresar a tiempo para vivir y hacer y con suficiente fortuna para construir casas dignas de su nueva posición económica y convertirse en caciques de su zona.
El indiano no es un fenómeno muerto ni exclusivo de España; pero pueblos como Ribadeo o Somado en Asturias son ejemplos nada casuales de cómo la economía de un lugar se vio influenciada por el regreso de los emigrantes.
Hoy varios países subdesarrollados cuentan como una fuente importante de ingresos las remesas. Ellos han construido hospitales, bibliotecas, iglesias y hasta estadios en su tierra natal. No se puede negar tampoco que muchas obras arquitectónicas importantes de América Latina fueron emprendidas por emigrantes españoles. Fueron obreros y artífices. De ahí la importancia económica de la emigración; pero en realidad el saldo no ha sido tan positivo. Sólo un porcentaje pequeño de quienes marchan logran triunfar, y menos aún es el de los que regresan. Hay muchos enterrados en pequeños pueblos, como el mío de Arriete y Ciego Montero, en Cuba, así en otros lugares. Hijos de España que no pudieron cumplir el sueño de regresar.
En Ribadeo hay contabilizadas 35 casas de indianos, mientras que en la memoria de las familias hay miles de personas que partieron para sólo volver en entrañables cartas, tal vez al principio llenas de asombros y esperanzas y luego de morriña. Por eso se celebra este festival. Todas las opiniones que escuché lo calificaban como un éxito. Una actividad festiva, casi una honra a la memoria de los indianos y de esa parte de la historia apetecible, la de los triunfadores.
El círculo habanero es una casa indiana que aún cumple una función social en la localidad de Ribadeo
Pablo Rodríguez, un apasionado de la historia, escritor y librero de Ribadeo me contaba sus razones, similares a las expuestas aquí, y expresaba su deseo, además, de que cualquier homenaje de este tipo debía comenzar con el recuerdo, tal vez en forma de un monumento, a quienes partieron en busca de una mejor vida para ellos, sus familias y su pueblo, y no lograron alcanzar el éxito. Parece ley humana, sin embargo, que el ganador se lo lleve todo.
La emigración, en cualquier época, parece a los expertos un problema difícil y fácil de tratar. Al fin, el festival indiano de Ribadeo es sólo un conjunto de actividades culturales a propósito de..., pero de peligros de este tipo está lleno el mundo y luego se hace una película como la de Zugarramurdi donde nos reímos de aquellas mujeres que fueron asesinadas por brujas no importa cuándo, pero es sólo una película, ¿no?. Tal vez sea inevitable, como dijo Carlos Marx, que la historia sea primero tragedia y luego farsa.
Los indianos construyeron escuelas, carreteras y otros bienes, además de que sus fortunas se convirtieron en capital corriente en la tierra natal; pero lo cierto es que el negocio de la emigración tiene sus causas en la pobreza del pueblo y su verdadero negocio en las compañías navieras y la banca, caminos que seguía la calderilla reunida por los gallegos durante años con la idea de emigrar a América, dinero enfermo de esa ansiedad de ir al norte. Y si se va en esa dirección, desde Galicia, inevitablemente se sale de España. Pero bueno, ya, lo dicho, es una fiesta, eso es lo importante. Ojalá y el año que viene se repita con el mismo entusiasmo con que me la contaron todos aquellos testigos a quienes pregunté.
La manera en que se interpreta el neoclásico en mucha de estas construcciones sin dudas tiene un toque americano. impropio de la zona, por ejemplo, el uso de palmeras como árboles decorativos o, como se ve en el Círculo Habanero, el uso colores más tropicales. Pese a que la gran mayoría de los miembros de la primera emigración gallega (a América) no alcanzaron el éxito deseado y tampoco regresaron a su tierra, como los indianos de Ribadeo, hubo otros que se enriquecieron, tanto en el campo material como sus éxitos intelectuales, y optaron, sin embargo, por no regresar. Así fue el caso de Ángel Castro Argiz, quien se fue a Cuba tras aceptar para su familia el dinero que algún rico de Láncara le ofreció para que se presentara al servicio militar, y por tanto a la guerra de Cuba, en sustitución de su hijo.
Ribadeo y sus vínculos con lo que me toca, aún son patentes. De este municipio era la familia de Carlos Rafael Rodríguez, cienfueguero como yo; y justo al otro lado de la ría, en Castropol vivieron los familiares de Miguel Díaz Canel, actual presidente de la República de Cuba. (Este último bocadillo merece una nota aparte. El presente artículo sobre los indianos fue escrito en 2014. Pocas personas creían en ese momento que Miguel Díaz Canel sería el próximo presidente de Cuba. Pablo Rodríguez sí.)
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