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El nombre de Jacques Ferrand ha sido varias veces tocado por la historia, primero como el médico francés que nació en Agen, en el año 1575 y escribió Erotomanía, o un discurso teatrista de la esencia, causas, síntomas, pronósticos y la cura del amor o la melancolía erótica. Un título que no se puede decir sin respirar, y ejerció como doctor en Montpellier, entre los años 1558 y 1609. Luego tuvimos al general Jacques Ferrand, casi dos siglos después. Su nombre está escrito en el Arco de Triunfo de París. No sé si hay alguna relación de sangre entre estos dos personajes. Hay también un personaje de novela con ese nombre.
En este volumen se diagnostican los síntomas de la erotomanía, los cambios en el estado de ánimo de que se suceden desde la pesadumbre a la profunda melancolía. Indicios que por lo general acompañan las pasiones. Jacques Ferrand, asimismo, prescribe los tratamientos, según él necesarios, para controlarlos. Expone que la melancolía erótica se debe tratar a base de dieta y el ejercicio riguroso. Se debe evitar comer carne en exceso y poner especial cuidado en no alimentarse de gansos. No se olvida el doctor de la cirugía, si el caso es grave. Otros paliativos incluyen la sangría, tan famosa contra todo tipo de males de su época.
Jacques Ferrand postuló que la mujer que se está curando de la angustia debe sangrar casi hasta el punto de una insuficiencia cardíaca literal. Para este tratamiento recomendaba que la mujer debía ser gordita y tener buena salud.
Tal vez el libro haya tenido muchos adeptos, como lo fue el también médico Sir Robert Burton a quien ya mencionábamos por su Anatomía de la Melancolía cuando hablamos de Ofelia. Existen muchos paralelos entre ambos libros. En la biblioteca del médico inglés, según lo muestra un catálogo del año 1988, existía un ejemplar de la segunda edición de libro de Jacques Ferrand.
Robert Burton
No debemos quitar mérito a Anatomía de la Melancolía. En especial si se sabe que Burton poseía una copia de la edición de 1623 del libro de Ferrand, pero Anatomía… se publicó por primera vez en 1621. Hoy en día es un libro más conocido y superior. Es un monumento a todo el periodo barroco, con innumerables alusiones a los textos clásicos. Ha sido, leída, estudiada y admirada por Jorge Luis Borges y John Keats, entre otros escritores modernos. Fuente Wikipedia
El médico francés divide el amor en dos sentimientos distintos, el divino y el vulgar. Desde el punto de vista terapéutico le ocupa la segunda. Es una pasión violenta y deshonrosa. Es la causa de la melancolía erótica. Para él, sólo los niños menores de catorce, las niñas menores de doce, los decrépitos, los frígidos, los impotentes, estaban exentos de sufrirla.
El ser humano está expuesto a diversas vicisitudes. El síntoma amoroso tortura el alma y afecta todos los estados mentales. Según el médico es codicia o concupiscencia cuando se disfruta y sufrimiento y desesperanza cuando se niega el disfrute. He aquí algunos de los síntomas que, según Jacques Ferrand nos ayudan a discernir el diagnóstico de la melancolía erótica:
Desmayos, sofocaciones, dolores de cabeza, furia uterina, insomnio… etc. Según la opinión especulativa de muchos especialistas de la época el amor era un veneno interior segregado por las glándulas internas que se desliza por los ojos y causa esa palidez característica de los amantes.
Son los ojos, por tanto, los órganos por donde comienza la melancolía erótica, por sus cuencas se desliza imperceptible la enfermedad, hasta entrar en el torrente sanguíneo y de ahí al hígado. Es del hígado desde donde parte el deseo ardiente. Ese fuego invade primero al corazón y luego al cerebro.
Lo curioso de la obra en que a ojos de hoy puede parecernos en varios pasajes más un libro de autoayuda que un tratado científico. Sus consejos para evitar una de las mayores pandemias a ojos de la sociedad: la traición, debieron traerle a Jacques Ferrand el estrepitoso goce de comulgar con la opinión mayoritaria, con lo que debe ser. Las imperfecciones físicas o espirituales son como pequeñas llagas que se agravan al rozarse.
En resumen, aconseja a modo preventivo nunca responder con antipatía el desgano o cualquier detalle de animadversión de la pareja. El cariño es la mejor respuesta, pues la gente cambia constantemente y sólo triunfan aquellos que son constantes en una idea o un parecer. Si cualquier defecto suyo hace menguar el deseo de su pareja, debe hacer todo lo posible por mejorarlo o sustituirlo por algo más espiritual. Se debe intentar formar pareja con personas de sus propios gustos y opiniones para evitar las posibles desavenencias.
Le sugerimos leer: Las once mil vergas de Guillaume Apollinaire. Una aproximación al estudio de la literatura erótica en Francia.
No a todos gustó la obra médica. La Inquisición se mostró en desacuerdo con Ferrand y la polémica pasó de la medicina a la astrología y luego a la quiromancia, temas demasiado peligrosos en el siglo XVI. La iglesia, y en especial su brazo contundente, la inquisición, no vio nunca con buenos ojos que los temas eróticos se trataran desde el punto de vista fisiológico, pues algo claro lo tenían: enfermedad del alma es y por tanto, circunscrita a Dios. Diez años después de su edición Erotomanía, o un discurso teatrista de la esencia, causas, síntomas, pronósticos y la cura del amor o la melancolía erótica. Fue perseguido y retirado para la hoguera. El libro antes de ser quemado tenía un cierto sabor a Contrarreforma, como casi todo lo que destacaba dentro de la profesión médica en los tiempos de Jacques Ferrand.
Portada de la obra Erotomanía, Jacques Ferrand
Otro de los pecados cometidos por este hombre de sabiduría enciclopédica e ideas un tanto revolucionarias, fue la utilización de bibliografía pagana, como es el caso de los textos árabes, o el mismo cuestionamiento de la magia negra. El mismo Ferrand advierte en el libro que a simple vista parecería imposible curar por medio de la medicina algo de lo que se han ocupado músicos poetas, teólogos y nigromantes… Todas las artes liberales y los dioses forjados en la imaginación pagana. Un poco después determina con valor la definición de la medicina: Aquél que es capaz de discernir las afecciones honestas de las deshonestas en la inclinación de los humores naturales puede ser llamado el más sabio de los médicos.
Sí, desde la explosión del Renacimiento la Iglesia miraba con malos ojos cualquier mención, por inocua que pareciere de las culturas paganas.
Ha sido duda poco aclarada cómo pudo sobrevivir este tratado tantos años sin sufrir el acoso de la inquisición de Tolouse, dirigida apenas doscientos años atrás por el “gran” Bernard Gui, quien sólo en esa ciudad, mandó a la hoguera a 18 heréticos y encarceló de por vida a 65 gentiles. Para el año 1577 el parlamento de Tolouse tenía fama de haber quemado a cuatrocientas brujas en la historia de la inquisición. En cuanto a Ferrand, murió en 1630.
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