El bache más hondo de Cuba

Casper de Jong


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-Reflexiones de un Yuma sobre el erotismo cubano-

En Cuba un hombre de moral está crucificado en su propia virtud. Hasta los santos se pierden en ese laberinto tropical de mentiras medias y negritas enteras. Mejor no hablar tanto, sino bailar, bailar, tomar, cantar, sin dejar ninguna dirección

"Cuba Morales, Libro del Idiota’’, marzo 2005

Lorenzo me pidió que escribiera un articulo sobre el erotismo cubano. Le dije que sería muy difícil. ‘’Por eso te pregunto’’, dijo con esa sonrisa de pícaro.

¿Cómo escribir sobre un asunto tan grande, tan cubano, desde el punto de vista de un Yuma? Y además el erotismo cubano y los extranjeros tienen una relación compleja por su historia. Hay una tradición del abuso desde el tiempo colonial, de la prostitución en los burdeles de la mafia, hasta el jineterismo de hoy. Hay un imagen mundial de la mujer cubana como bailarina desnuda con plumas en la cabeza.

Por otro lado el erotismo en Cuba es algo ingenuo, natural y profundamente cubano. Es algo que está en el aire, algo que se respira, que llena el corazón y el cuerpo, viene con la música, el ritmo, el vaivén de las mujeres al caminar. Es algo que uno se lleva al salir de Cuba, algo que produce una añoranza extraña por volver a la isla. Y contiene hasta el amor profundo, la unión sagrada entre mujer y hombre, o sea en cualquier combinación de sexo. Lo que nos une, lo que nos hace ver algo del misterio, algo espiritual.

Solamente puedo hablar de mis observaciones y experiencias : las impresiones superficiales de un Yuma. En el amor hay los que sueñan, los que sufren, los idiotas como yo. Y hay que gozan, los que cogen cuando hay, que la toman como viene, como es, una fuerza de la naturaleza….son los otros.

Entonces este será un texto idiota, pero sincero. Sin embargo se debe recordar que en el erotismo siempre hay algo que se queda oscuro y secreto, porque es una fuerza que nos hace mover fuera de los limites. Nuestra parte salvaje, descontrolada nos causa duda y culpa. Es decir, a los holandeses…

Hablar del erotismo cubano será hablar de amor y sexo, y la convergencia entre ellos, será hablar de la mujer cubana, del baile, del sudor, será hablar de la tentación, la añoranza, la cosa eterna entre hombre y mujer, nuestro ser más profundo, nuestro origen en África, el calor, la locura, el cariño, la gracia, el flirteo en la calle, la fruta prohibida, la fruta bomba, la blusa, los melones, los limones, el amarillo de Ochún : en Santiago fui a ver la Virgen de la Caridad del Cobre y me tocó con su mano. Ahora pertenezco a Ochún. ¿Quizás Lorenzo, el muy cubano, pudo percibir algo de esto y de ahí su petición?

Para evitar el erotismo en Cuba se tiene que ir a Guardalavaca, o Cayo Coco, o mejor a la gran porquería de Varadero. No hablo solamente de la vista horrorosa de las trusas y las panzas blancas de mis compatriotas y la mala costumbre de las mujeres de todas edades de andar en la playa sin sujetador. Refiero también a las pobres chicas que buscan dólar allí. Al amor pagado le falta el erotismo. Copular con la mente en otro lugar, donde manda la misería material o espiritual.

¿Mi primera impresión de la mujer cubana? Acabé de llegar a La Habana con un compañero de viaje y fuimos a la Casa de la Música en Galiano. Esperábamos el concierto de unos viejos como los de Buena Vista Social Club…. No teníamos idea. La sala se llenó con turistas, chulos cargado de cadenas de oro, jineteras lindas, mulatas, prietas, con tacones de increíble altura y unas nalgas delgaditas, redondas, perfectas, un tipo de mujer difícil de hallar en nuestro país. Estábamos sentado en una mesita en una esquina oscura, observando los eventos.

Pupy y Los que Son Son empezaron y la sala exploró. Frente a nuestra mesa había un grupo de vikingos rubios, gordos, borrachos. Cayeron bajo un ataque de una columna de jineteras. Vi como una lancha delgada, embutida en un traje rojo que casi no le cubría el cuerpo, intentaba enseñar a bailar salsa a un sueco muy sueco. Después de dos minutos el sueco, desesperado, la soltó. Ella, la cara marcada por un aburrimiento infinito, cambió su táctica y se puso a pegar su culo al bauprés de la flota de plata de Estocolmo. Algunas de sus amigas nos invitaron a « bailar » con manos, gestos, besos y lenguas, pero la flota holandesa permaneció, intimidada, en el puerto.

Una semana y unas paradas del Viazul después una bella Santiaguera me enseñó a bailar. Era atleta, me dijo, de algún equipo cubano, alta y fuerte. Me hizo mover como una muñeca. Bailamos los 400 metros y empecé de entender algo del encanto del ritmo y la magia de la cercanía del cuerpo de la mujer cubana.  Y de su gracia, cuando de madrugada me fui sin ella, ella diciendo con un beso ‘’no problema’’. Pensando probablemente : ¿de qué planeta viene ese?

Dos años después regresé a Cuba, lleno de una añoranza desconocida. Había una mulata en la puerta del paladar. Una sonrisa sin escapatoria posible. Hablamos. Se puede decir que algo pasó en ambos mundos. Miles de millas de diferencia atravesadas en una mirada.  ‘’¿Vamos a tomar una copa. Vienes también?’’ ‘’¡Como no! ‘’ Bailamos y ahora, de repente, supe bailar. Dos cinturas juntas.  Suavemente, controlado, preparándonos para lo que seguiría.

Estoy escribiendo estas palabras en nuestra mesa en el mismo paladar, años después. Perdimos el contacto. No podía darle lo que necesitaba: un pasaje. Nunca hicimos el amor. No podía. Ya dije que sería sincero y aburrido….

‘’Estábamos tomando de nosotros la última hora que nos quedaba. Afuera ya estaban preparados, con taxis, trenes y aviones. Me habría gustado tanto dejarte una parte de mí, algo amado en una esquina de tu cama, algo de confianza, algo compacto, un dedo, un mano, mi boca, algo para conversar, acariciar, pero en vez de mis labios un beso te di, y en vez de mi voz unas palabras. Y me puse en un taxi, y me fui con todo, sin dejar nada para tí, nada para acariciar en la noche, nadie que susurrara en tu pelo: Estoy contigo, sigue soñando.’’

Algo siempre me detenía. No solamente mi matrimonio, o mi concepto dudoso de fidelidad, me impedía el sexo, también un miedo tremendo de perderme en ese barranco de erotismo. El bache más hondo de Cuba. Y yo un neumático flojo….

Busquen otro para escribir este articulo! Siempre fui especialista en el amor aplazado, platónico, y me siguen los fantasmas de mujeres alcanzables, sin…

A veces siento haber dejado pasar una oportunidad tremenda, la experiencia de disfrutar una  parte de la vida, la más fuerte.

Somos animales, seres profundamente sexuales, buscamos coyunturas para acercarnos al órgano del otro. Somos monos, monos pensadores. No solamente luchamos para ser el primer macho en la tribu, o la culona mas atractiva, pensamos también en las formas para mantener nuestra posición en el grupo y guardar, garantizar las oportunidades de follar. Así se originó la familia, el harén o el matrimonio (peor alternativa, pero más barata). Y así nació la moral sexual, hasta la cerradura de castidad y las piernas blancas de las inglesas.

Dibujo de chica con pelo azul y flores

Venimos de África y algo hemos deteriorado. En África, en la fuente, se quedó la verdadera identidad humana, desbordante, instintiva. En Cuba los orishas africanos sabían sobrevivir. Traídos por los esclavos en los barcos negreros, guardados en las piedras sagradas por las madres, la línea femenina, los espíritus sobreviven en los tambores, susurrando ecos de las tierras, las selvas oscuras del Congo, las arenas del Sahara, las fiestas de iniciación, días, noches sin parar, el baile, el gran imán entre hombre y mujer, las piernas, cinturas cercanas, las manos de la hembra guardando el cuerpo, la hipnosis, el trance, la llegada de los dioses, las voces de los reyes, gritos de la lejanía. Cuba está construido sobre los recuerdos de los esclavos y su añoranza por volver a casa.  

En Cuba se siente el origen africano en la mujer cuando baila y va con el ritmo, sintiendo la presencia del varón, ella baila y mueve su cintura, baila con la lengua entre los dientes; el gesto mas erótico, sutil y a la vez más fuerte, que vi en Cuba. Lo he visto en muchas mujeres, hasta la más gallega, la más educada, la más vieja. Ella baila y está en África, templando.

Por otro lado: la mujer cubana es práctica y realista. Sabe resolver. Sabe lo que se puede esperar del hombre. Pero tiene gracia. Me parece que el rencor no perdura bien en su alma. Sabe perdonar y adaptar a la vida y a los pasos tontos de su pareja. Después de su fuerte y temeroso ataque de furia, sabiendo de lo malo que hizo él, ella se calma y va con la vida…. los hombres son así.

En una conversación sobre la relación entre hombres y mujeres en Cuba y la importancia del sexo una compañera me dijo: “Pienso yo que el sexo es supervalorado. ¿Por qué tantos problemas con algo que dura tan poco? Bueno, voy así, pero todo eso me parece tonto y exagerado”. Unas horas después ella bailaba con la lengua entre los dientes…

Sé del encanto, del aché que tienen los cubanos.  Juegan, miran, piropean, flirtean entre ellos, en las calles, en las tiendas, en la cola, en las guaguas, en las ventanillas del sándwich o lo que llaman pizza. Dicen ‘’mi amor, mi vida, mi hija, oye papi” (la serie es inagotable), pero como amantes no sé cómo son los cubanos. En la temporada regular son fenomenales, en los playoffs no sé….

En Cuba algo me invita relajarme, a ser más juguetón. Por ejemplo, en una oficina de correos, charlando con una linda muchacha, sonrisas y ojitos, me oí decirle: ‘’Que belleza tienes”. En mi país eso no se hace, yo no lo he hecho nunca: lo más probable es conseguir una mujer molesta. En Cuba aparece una sonrisa tímida pero dichosa, y el varón sigue su camino con paso ligero, sintiéndose el rey de la calle.

Sé que como Yuma soy el sueño de muchas mujeres en Cuba, el puente hacia una vida mejor o un instrumento para ganar unos chavitos para poder resolver. Soy parte de la lucha. La cosecha. Un socio me dijo: ”Bajando del avión de repente eres un hombre atractivo y elegante, recibes la atención que nunca has recibido antes’’. Dios sabe cómo son en realidad los hombres son que andan con una chica, cuarenta años más joven. Ella con un bolso dorado lleno de lubricante y viagra. Antes me sentía superior a esos viejos verdes, pero al recordar los encuentros que tuve, las noches de baile y flirteo, comprendo que yo pagaba también. De todo esto resulta en un sentimiento ambiguo.

Cuba siempre tiene dos caras, o más. Por suerte a mi me pasaron otras cosas, conocí gente buena, amistades de las que no dudo, gente que me ayudaron por nada, que me regalaron lo poco que tenían, lo mas grande que se puede dar: la confianza, la amistad, la hospitalidad de la familia. Conozco el calor humano cubano. Y cuando pueda volveré a Cuba para visitar esos rincones queridos, donde me están esperando, para ver a mi familia.

Pero hablábamos de un calor diferente. El calor que causa recuerdos que te pueden perseguir y perturbar la tranquilidad toda la vida. Cuba es el mejor lugar para coleccionar imagines para poder sobrevivir los inviernos eternos de Europa del norte.

Por eso hablamos ahora de la calle, el hábitat del hombre cubano, y de las mujeres pasando por la calle, o mejor el seguir con la mirada a las mujeres. La mujer cubana no anda por sus pies. Anda por el vaivén de sus nalgas. Todo el cuerpo en función del culo. Está empujada ‘’pa’lante’’ con la fuerza de una fuente interior, por un motor nuclear, situado en el lugar misterioso donde se encuentren las nalgas, crea un paso exclusivo para los hombres, para los aficionados, una imagen insuperable, la vista inmediata al cielo. Y su motor se alimenta con las miradas, los piropos, las palabritas de todos los comemierdas de la calle. Su motor se va llenando con un calor tremendo, para marcharse por la calle y causar un nuevo comienzo de la historia del mundo.

La mujer cubana con todo su gracia, su cariño, su belleza, es la portera del cielo. Ella es la imagen de amor.

Fui a Santiago para ver la Virgen de la Caridad del Cobre. Nadie sabe cómo son esas cosas: el cielo, qué pasa después de la muerte, nadie vio la cara de Dios y puede contarlo…. y qué sé yo, pero en Cuba, en Santiago, la Virgen me enseñó a rezar y recé en mi manera de incrédulo: Si vamos a la gran nada, que sea una nada de amor.

‘’Si pudiera determinar la despedida de mi vida de glotón, ella vendría en forma de mujer. Todo quisiera ofrecerle para poder acostarme en su regazo otra vez, para poder perderme en sus faldas, tocar sus caderas, su boca, su espalda, su calor, hasta el frío de sus huesos. Me acostara con ella en la tierra. Si vendría en forma de mujer, la sedujera con mi ultimo espasmo de vitalidad, porque para ella no hay nada mas excitante que un hombre que sabe vivir, que un hombre que ya no huye, que se desnuda para acostarse con su miedo a morir.’’

Finalmente no somos cubanos, o holandeses, somos hombres y mujeres….. nos vemos en la calle.

Enamorarse de Ana

Lo que deslumbra de esta novela es lo mucho que tiene de juego, pero no de tonta travesura, sino de esas diversiones que te envuelven, como la sonrisa de cierto gato. Y si el avezado lector no toma p... Más info