Ya no existe la Afrodita de Cnido. De cómo era sólo podemos intuirlo a través de antiguas opiniones, bajo códigos de belleza distintos a los nuestros. Pero sí tenemos muchas copias. Su desaparición fue a causa de la rebelión de Niká, en Constantinopla, donde la escultura había ido a parar gracias al emperador Theodosio.
Se conoce como rebelión de Niká a algunos disturbios ocurridos en Constantinopla, donde sus participantes gritaban Niká, Niká, en alusión a la diosa de la Victoria; grito revivido en nuestros tiempos por el significado tras el nombre de la empresa Nike. La Afrodita de Cnido, creada por el famoso escultor Praxíteles allá por el año 360 a. C, es considerada hoy la primera representación escultórica griega de un desnudo femenino completo, cosa de la que no podemos estar seguros, pues escultores había antes, y mujeres también.
Copia de la Afrodita de Cnido, museo del Vaticano.
Praxíteles pudo tener influencias orientales, donde sí se representaba desnuda a la diosa Astarté. Luego, si situamos las rebeliones Niká durante el imperio de Justiniano, en el año 552 de nuestra era y la creación de la Afrodita de Cnido en el año 360 antes de Cristo, puede que la estatua haya tenido novecientos años de vida, suficientes para dar crédito a muchas de sus copias.
Gracias a que en 1877 se encontró, durante una excavación en Olimpia, el conjunto escultórico Hermes con Dionisio niño, se puede saber cómo trabajaba Praxíteles. Hubo tanta suerte en el descubrimiento que fue hallada la obra en el mismo lugar que la describía Pausanias. Es este conjunto escultórico, la única obra original que se conoce, no sólo de quien hablamos hoy, sino que de cualquier otro escultor griego de primer nivel.
No hay nada a buena fe de Fidias, ni de Lisipo, ni de Escopas. La mayoría de sus obras se conoce por sus copias. Es así con la Afrodita de Tespias, un primer atrevimiento de Praxíteles, donde representa a la diosa desnuda y tal vez, sea hoy copia de ella la Venus de Arlés
Esta imagen tuvo gran influencia en otras representaciones de la diosa. Es tal vez el modelo más imitado y su autor uno de los más influyentes de la historia. Ese momento en que Afrodita deja caer su ropa sobre la hidria (ánfora) para adentrarse en el sagrado baño de las Eleusiadas. (La mitología es esa parte de la historia que se puede estudiar a lo fácil y a lo difícil)
Según nos cuenta Plinio el Viejo, Praxíteles recibió el encargo de la ciudad de Cos, entonces y puesto que era hombre precavido, hizo dos esculturas, una vestida y la otra arropada. Los ciudadanos de Cos se decantaron por la segunda. De esta Afrodita vestida no tenemos más noticias. La Afrodita desnuda fue adquirida por los habitantes de Cnido, en Anatolia, y de ahí su nombre.
Copia de la Afrodita de Cnido, encontrada en Roma entre los años 1667 y 1670. Hoy en el museo Capitolino
Una interpretación de la fama y el mérito del escultor apunta a que la creación de la Afrodita de Cnido es paralela a un mejoramiento de la situación de la mujer dentro de la sociedad. Hasta el momento de su creación sólo se representaban desnudos a los hombres.
Se sabe muy poco de Praxíteles. Plinio el Plinio el Viejo nos cuenta que al ser demandado sobre cuál de sus trabajos le gustaba más, contestó que aquella a la que Nicias había puesto su mano. Nicias era un famoso pintor de la época. Recordemos e imaginemos entonces el efecto del color sobre la escultura. La pintura final de las obras escultóricas era un elemento fundamental del arte escultórico griego.
Cuentan que sirvió de modelo la famosa Friné, por esa época amante del escultor. No podemos saber, por lo que cuentan de ella, el grado de belleza que tenía Friné; ese es un defecto de la comunicación, pero como la belleza también depende de la estadística, al parecer la chica lo era; y si hablamos de matemáticas, una prostituta corriente cobraba un dracma -vemos que en Grecia ser prostituta no era tan dragmático-; la Friné no se animaba por menos de cien. Si lo analizamos por la envidia tal vez: Friné significa sapo. vaya usted a saber.
Constancia si tenemos de su astucia. Praxíteles le pidió que eligiera entre sus trabajos. Se lo regalaría sin dudar. La elección estaba clara entre la escultura de un sátiro y otra de Eros, pero hasta ahí llegaba Friné, no sabía decidirse, así que ideó una trampa. Mientras comían, una tarde -supongo que los griegos comían de tarde- comisionó a su esclava para que entrara dando la voz de alarma. El taller del Maestro ardía. Praxíteles se levantó de súbito y exclamó: Salven al Eros.
Friné fue condenada a juicio por impiedad. La misma condena que por esa época le costó la vida a Sócrates. Se la acusó por esas constantes emulaciones entre ella y Afrodita y por no sé qué parodia, según los acusadores, escrita por ella contra la diosa Deméter. Su amante Praxíteles no la abandonó. Era hombre rico, al parecer tenía el patronato de un coro de Atenas, cosa bastante cara por aquellos tiempo-. Contrató al mejor picapleitos, al famoso orador y político Hipérides.
El defensor hizo con este motivo uno de sus más famosos discursos, pero fue insuficiente para conmover a los jueces. Hipérides, entonces, no encontró más remedio apelar al influjo místico del dios Eros. La hizo desnudar en público y luego preguntó a los jueces si no consideraban impiedad también destruir aquel monumento vivo de Afrodita.
Ella misma le escribe a su amante: No temas, porque has forjado una muy bella obra de arte, como nadie. Nunca se ha visto antes, entre todas las cosas de los hombres: que uno haya configurado una estatua de su amante para ponerla en el recinto sagrado. Y no me envidio este honor. Porque es a Praxiteles a quien la gente elogia mientras me miran a mí.
En cuanto a la escultura de Afrodita de Cnido, Luciano de Samosata nos cuenta la historia del joven que entró de noche en el templo con el resuelto propósito de copular con ella. Es por eso que la escultura presenta una mancha -no se especifica la naturaleza de ésta-. El joven apareció muerto al otro día. La diosa lo había matado por la profanación.
El poeta Antípatro de Sidón (a quién le debemos también lo de las Siete Maravillas) escribió sobre la diosa y el artista: Paris, Adonis y Anquises me vieron desnuda. Son todos los hombres que sé, Pero ¿cómo se las arregló Praxíteles? Esta frase se la ha interpretado muchas veces como una manera de acomodar los posibles defectos de la escultura a la diosa.
Afrodita se queja, parece, de que Praxíteles no la haya pillado en su mejor momento. La escultura se convirtió en el orgullo de Cnido y también en la atracción de algo parecido al turismo moderno, mezclado con fe; tanto así que Nicomedes I de Bitinia ofreció saldar las deudas de la ciudad a cambio de la escultura; asunto que por supuesto rechazaron los habitantes de Cnido. Pese a que hay varias, la más famosa de las copias es la Venus Capitolina y se encuentra en el museo del Vaticano.
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