Como a muchos personajes famosos, hemos visto Alfred Hitchcock en anuncios publicitarios. En el año 2007, previo a las fiestas de navidad, se lanzó al mercado uno de los mejores cortos propagandísticos que hayan tenido relación con el cine: Clave reserva es su nombre. En él Martin Scorsese aparece siendo entrevistado a propósito de las páginas de un guion de Hitchcock. Un fragmento inconcluso de una única escena, que se dispone a filmar no a su estilo, pero tampoco al del gran maestro del misterio.
Como intérpretes principales el corto publicitario cuenta con la participación de Simon Baker y Kelli O'Hara, puestos a la intriga en el Carnegie Hall de Nueva York.
El corto fue bien recibido por aquellos a quienes aún nos aviva el recuerdo del cine de Hitchcock, aunque no faltaron las críticas: dicen ver algo sacrílego en utilizar un clásico del cine para un acto publicitario.
Tampoco Freixenet ha sido la única empresa en utilizar a este ícono del cine para promocionar sus productos, como lo muestra este video de Citroën. El cual levantó más pulgas y una carta llegó al Ministerio de Economía.
Se le preguntaba si se podía considerar publicidad engañosa el hecho de poner en boca de personas fallecidas palabras que no dijeron o gustos que no demostraron. Sin ser para nada el caso de Freixenet, en el caso de la publicidad francesa se pervierte el discurso de Hitchcock para lograr un objetivo comercial, lo que si bien y según la respuesta del Ministerio que pongo a continuación, es legal, para mí opinión carece del verdadero genio que necesita un campo tan controvertido como es el de la propaganda.
La supervisión de las prácticas mencionadas en la cuestión cae dentro de la ley de la propiedad intelectual (específicamente las disposiciones que definen los derechos exclusivos otorgados a los beneficiarios), no a la ley del consumidor. Las normas que rigen las prácticas comerciales se componen principalmente de las disposiciones de la legislación de la Unión Europea, la que prohíbe prácticas comerciales desleales o engañosas.
Los anuncios que muestran personajes famosos ya muertos no pertenecen a estas disposiciones. Aparte de este caso, en la publicidad en cuestión, no puede ser considerado como ilegal bajo la ley del consumidor. No podemos considerar que un anuncio es de naturaleza engañosa porque utilice palabras que el fallecido no ha pronunciado en su vida.
A discreción soberana de los tribunales, la existencia de un delito de la práctica comercial engañosa sería muy difícil de establecer, el consumidor medio puede comprender fácilmente que las palabras atribuidas al personaje famoso no fueron declaradas por él. Por otra parte, las disposiciones de la ley del consumidor que prohíben las prácticas comerciales desleales o engañosas se derivan de la transposición de una Directiva Europea de 11 de mayo de 2005, que es la máxima armonización.
Cartel publicitario de Los pájaros. Película de Alfred Hitchcock
Bajo la legislación nacional que regula específicamente este tipo de anuncios, en relación con su naturaleza injusta o engañosa, es imposible considerar como causa un riesgo real a la Comunidad. Sin embargo, este tipo de publicidad está sujeta al respeto del derecho de propiedad intelectual y, en particular requiere que los anunciantes obtengan permisos de los beneficiarios.
¿Y los consumidores que están por debajo de la media?, me pregunto yo. ¿Pueden ser engañados?... Como ya hemos visto, en el caso de la publicidad de Freixenet, no se hace una conexión explícita entre el producto y los gustos del autor, lo que me parece más justo con los consumidores por debajo de la media. Se demuestra más, nuestra relación íntima con un estilo olvidado, con una manera suave de matar, aunque para nosotros sea sólo el tiempo. Tras las cortas escenas, en menos de diez minutos, Martin Scorsese nos demuestra, diríase que, con humildad, que hemos perdido una forma de hacer cine, lograda en lo subjetivo y no en lo espectacular.
Así era la publicidad hecha por Alfred Hitchcock. Como maestro de tantas cosas, el famoso director inglés también sabía hacer una publicidad sencilla e inteligente. Sin la pirotecnia que exigen los modos modernos de vender.
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