Las once mil vergas se publicó por primera vez en 1907. Vio la luz de forma clandestina, sin indicación de editor, anónima, sin censura, sin inscripción. Su venta se hizo también de manera heterodoxa. Todo el mundo la leyó, todo el mundo habló de ella. Fue un librillo anónimo del que todos sabían quien era el autor. Hubo que esperar hasta 1924, luego de varias ediciones, para que por fin apareciera en letra impresa los primeros indicios de la autoría de Guillaume Apollinaire.
Mony se colocó inmediatamente a su espalda. Le levantó las faldas y descubrió un culo maravilloso cuyas nalgas estaban tan apretadas que parecían haber jurado no separarse nunca.
En un momento de su vida, las ideas radicales y su oscuro pasado le hicieron parecer ante las autoridades como alguien sospechoso. Nada menos que del robo de la Mona Lisa, acontecido el 22 de agosto de 1911. Apollinaire estuvo en la cárcel por cinco días... Nació en Roma y en algún momento de su vida se llamó Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky, y antes de esto Dulcigni Guillaume Albert. Se sabe que a los veinte años apareció en París y en poco tiempo se ajustó a la vida bohemia de la Cité Lumière.
Gillaume Apollinaire escribió ese sabroso libro que hoy conocemos como Las once mil vergas. Su traductor recomienda leerlo en francés pues el español no tiene la gracia necesaria a la hora de describir el acto carnal.
Zulmé, la amiga de Tone y su colaboradora de masturbación, se apoderó bruscamente de los testículos de Mony y, estrujándolos en su manecita, le causó tal dolor que el miembro humeante volvió a salir de su domicilio con gran contrariedad de Tone que ya empezaba a menear su gran culo debajo de su esbelta cintura.
Dicen que en la vida real el poeta solía amar a las mujeres en una mezcla de amenazas y súplicas y que su estrategia nunca le dio buenos resultados. Escritor compulsivo. Uno de los primeros teóricos de la pintura cubista y el primero en acuñar el término surrealismo. Alcoholes es el nombre de su obra maestra, uno de los mejores libros de poesía del siglo XX francés. Y Caligramas (1918), tal vez su mayor aporte en la arquitectura de los versos. Nótese que Caligramas fue publicado el mismo año de su muerte. Las hazañas de un joven Don Juan, escrita entre 1910 y 1913, tiene el mismo toque pornográfico que Las once mil vergas.
Portada de la novela de Gillaume Apollinaire.
El miembro, lubrificado por los licores femeninos, penetró fácilmente y, tras haber vivamente culeado, el príncipe soltó todo su esperma en el culo de la preciosa camarera…
Apollinaire murió de gripe española, aquella enfermedad que mató más que la guerra. El 9 de noviembre de 1918 abdicó el Kaiser Guillermo. La gente gritaba ¡Abajo Guillermo! En las calles de París. Cuentan que en su delirio Apollinaire, quien escuchaba los gritos desde su piso en el 202 del boulevard San Germain, pensaba que se referían a él. Murió ese mismo día. Se aprovechó la parca de aquella herida que sufrió Guillaume dos años antes y de la que nunca se recuperó de veras, cuando en el frente de combate, en la Primera Guerra Mundial, mientras leía el periódico, fue el poeta víctima y testigo de la caída de un obús. El mismo poeta que había declarado querer la victoria del enemigo porque eso significaría la victoria del cubismo.
El poeta asesinado es tal vez su obra más autobiográfica. Hiperbólica autobiografía hasta donde se puede llegar así, de un hombre con infancia llena de casinos de juego, tíos (según la explicación materna) y viajes por Europa de la mano de una madre, Angélica de Kostrowitzky, sin otra intención que jugar al duro en la ruleta y acostarse con cristianos mientras el cuerpo aguante. El mismo Guillaume dejó discurrir los rumores que lo hacían parecer como hijo de un alto dignatario de la Iglesia Católica.
Descargar la novela Las once mil vergasSu amigo Pablo Picasso, que era buen pintor y tal vez no muy buen crítico, dijo que Las once mil vergas era la obra más importante de Guillaume. Se sabe hasta la época que de manera extra literaria el pintor de Las Meninas no se equivocó. Se devoró este libro en París mucho antes de que se supiera el nombre del autor y hoy quienes lo lean no lo olvidarán. Es un libro corrosivo, provocador hasta en el mismo título. Hace referencia a las famosas once mil vírgenes de Santa Úrsula, quienes prefirieron morir antes de ser violadas por los hunos.
Mony, aullando, descargaba en un coño inerte. Cornaboeux, los ojos fuera de sus órbitas, lanzaba su semen en el culo de Mony exclamando con voz exangüe; ¡Si no quedas encinta, no eres hombre!
Las once mil vergas, primera obra publicada por Guillaume Apollinaire, hace hervir la sangre de sus lectores. Más fuerte que el Marqués de Sade, solía decir la crítica de sus tiempos. Tamaña prueba en el panfleto pornográfico, sádico, coprofílico, sáfico, desprejuiciado, se debe más al buen uso del lenguaje al tino de no eludir la repetición en términos trillados. Apollinaire se atreve a decirlo todo sin la menor sombra de vulgaridad.
El poeta Guillaume Apollinaire junto a su novia Madeleine Pagès.
Angélica de Kostrowitzky tuvo a su hijo a los veinte años. Perteneciente a la aristocracia polaca, su abuelo había peleado en Sebastopol y su padre era camarlengo del Papa. Mantuvo en el anonimato el nacimiento de su hijo hasta que días después lo bautizó. Nunca se supo a ciencia cierta quién fue el padre de Apollinaire, aunque varias sospechas calleron sobre algún que otro prelado de Roma.
Así, y como iban las leyes y la geografía por aquel tiempo, oficialmente nuestro poeta era ciudadano ruso. El 5 de agosto de 1914 se promulgó una ley para conceder nacionalidad francesa a muchos jóvenes extranjeros. La petición de nacionalidad, así como la entrada en el ejército, fue negada para Guillaume Apollinaire a causa de su apellido polaco. En diciembre de 1914 se le permitió unirse en el 38 regimiento de artillería, en Niza.
Por fin pudo usar el uniforme militar, como lo había hecho su abuelo en Sebastopol. Usó ese uniforme por el resto de su vida. El 9 de mayo de 1916 se le concedió la nacionalidad francesa. Ocho días después explotó aquel obús que le dejó secuelas incurables.
Llueve, caligrama de Gillaume Apollinaire.
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