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George Simenon lo expresó sin pensarlo mucho en una entrevista para la televisión francesa. La mirada inocente es mi novela preferida, dijo. El supuesto tema de este libro, que se antoja costumbrista y psicológico a la vez, es el nacimiento de un artista. Su trama ocurre en fundamentalmente en una calle del París anterior a la Primera Guerra Mundial.
No hay en él mucho del mundo manido y cercano al Sena, a la belle epoque, donde campeaban el cancán, impresionistas, Renoir, Tolouse Lautrec y compañía. La mirada inocente es un vistazo al otro lado del muro hecho de lujo que escondía esa leyenda conocida como París. Una novela escrita por Georges Simenon, con la particularidad de ser una narración compartida entre el narrador omnisciente y el niño que quiere ser pintor.
Portada de la novela Mirada Inocente, de Georges Simenon
Louis Cuchas, el protagonista apodado como el angelito, es un niño que luego de malvivir descubre que existen herramientas para plasmar algo que ya llevaba dentro de sí: la pintura. Georges Simenon se encarga entonces de plasmar todos esos detalles que inciden, es probable, en la vida de una persona para llevarlos a mantener la mirada inocente, no contaminada. En alguna ocasión lo dijo Charles Bukowski, sin que recuerde sus palabras textuales, vivimos en un mundo donde cada vez es más difícil sobrevivir y sólo tienen una oportunidad los distintos hijos de alcohólicos, de putas, de violadores. Sólo quien sufra puede ser distinto y mantener esa mirada inocente que se salva en Louis Cuchas.
Simenon vuelve a caer en lo que algunos han visto como su mayor error formal. En la novela La mirada inocente, publicada bajo el título de Le petit Saint (1965), hay una distorsión violenta del tiempo y de repente el conflicto desaparece de la vida de Louis Cuchas. Al autor solo parece importarle cerrar la historia, es cierto; sin embargo, el poder descriptivo del escritor y el magnetismo del personaje central salvan la novela de cualquier crítica. Su lectura, que pasa por la sencillez extrema, está llena, aun para los conocedores de su obra, de las sorpresas del buen oficio.
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