Todo el mundo viene al Rick’s

Alejandro Cernuda


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Aproximación a la obra de teatro que sirvió de base para la famosa película Casablanca

Todo el mundo viene al Rick’s, así se llama la obra de teatro, malhadada en su comienzo, que fue vendida a los estudios Warner Brothers por la suma de 20 000 dólares.

Nada mal para un trabajo de seis semanas. Al menos eso pensaron sus autores en principio y en cambio, para la gran compañía… su especialista literario dijo que la Warner había comprado una tontería sofisticada. Hoy todo el mundo conoce Casablanca (Michael Curtiz, 1942), la película que afortunadamente surgió del vano intento de vender aquella obrilla en Brodway.

Murray Brunett, un profesor de la escuela vocacional de Nueva York, con 27 años cumplidos al terminar su “Todo el mundo viene al Rick’s”, y la escritora Joan Alison (1902-1992). Como ya dijimos, la mayoría conoce el resultado. No existe, no puede existir, una lista de las diez mejores películas, que la excluya. ¿Pero qué hay de la obra original? 

En 1938 Murray Brunett viajó a la Viena ocupada por Alemania con la misión familiar de traer algunos bienes que poseían sus parientes judíos. También visitó la costa sur de Francia, con sus refugiados y sus bares (Le Kat Ferrat, que inspiró el Rick’s) y dijo haber conocido a un músico afroamericano que inspiró a Sam, ese buen sancho de la película.

Murray Brunett regresó a Nueva York con la idea hacer una obra de teatro al respecto. Le tomó seis semanas, pero el contratiempo de no haber entrado aún Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, sumado al carácter más político que romántico de la obra, le impidió encontrar un productor interesado.

Broadway no le abrió las piernas. Luego de esta, sin embargo, le llegó la suerte. Los derechos de “Todos vienen al Rick’s” se vendieron a un buen precio –el mejor para una obra de teatro no presentada- a la Warner Brothers, quienes un poco más tarde cambiaron el nombre del argumento –Casablanca- y encargaron a Hal Wallis la producción de una película. Hasta ahí la historia antigua. 

Brunett, hizo otra obra de teatro que tuvo corta vida en Broadway, además de dirigir programas de radio, entre ellos el exitoso Café Estambul, con Marlene Dietrich. Pero el ex profesor de Inglés consideró siempre como lo más alto de su carrera artística aquella pieza nunca presentada, y el éxito de la película Casablanca hizo que su descontento creciera a la par de que su nombre iba poco a poco desligándose del argumento.

Para Brunett Rick era más que un personaje. Según su propia declaración, Rick Blaines era la persona que siempre quiso ser. Se comprenderá entonces, por asociación, que entre el autor y personaje había una línea sentimental que iba más allá del dinero que valía. Murray Brunett pasó el resto de su vida tratando de hacer entender esta diferencia. Aun lo explicó por reducción al absurdo: Si un hombre se roba una gallina es para toda la vida el hombre que se robó una gallina; así debía ser la relación entre el personaje de Casablanca y él. 

En 1973 uno de los escritores del guión, Howard Koch, escribió que de “Todos el mundo viene al Rick’s” la película, sólo tenía un bar exótico y un personaje llamado Rick Blaines, Murray Brunett trató sin éxito demandarlo por la suma de 6,5 millones de dólares. Por otra parte, el guión de Casablanca es el producto de un trabajo demasiado conjunto para otorgarle más mérito a cualquiera de sus escritores por separado.

Participaron en él los hermanos Epstein, el mencionado Howard Koch e incluso Michael Curtiz, de quien se dijo, había dirigido una fenomenal película sin conocer a profundidad la historia. Si se lee la obra original se comprenderá, en cambio, lo injusto de la declaración publicada por Koch, pues hay diferencias, sí, pero también muchas similitudes en las célebres frases de la película, en el carácter de los personajes.  

Por ejemplo, el diálogo entre Sam (Rabbit en muchas partes de la obra de teatro) y Louis Meredith (Lisa en la película), está prácticamente copiado, hasta en la parte de la canción “As Times Goes By” que canta la chica. Melodía que hubiera pasado al olvido de no ser por Burnett y porque los escritores de la película la mantuvieron como el tema musical de la pareja. Tal vez en atención a esas semejanzas, en 1991 Koch –quien junto a los hermanos Epstein recibió un Óscar por el guion- en carta al The Angeles Times, reconoció su error: He leído recientemente la obra –dijo- Creo que la queja de Burnett estuvo justificada. 

En 1983, luego de que Warner Brothers presentara una serie de televisión basada en la película, Murray Burnett y Joan Alison demandaron a la compañía. Argumentaron que aún conservaban ciertos derechos sobre los personajes, pero tres años más tarde la Corte de Apelaciones de Nueva York determinó que Warner Brothers poseía todos los derechos sobre la obra, incluso su presentación como espectáculo teatral.

Pese a esto los derechos debían ser renovados en 1997, según la ley norteamericana. Los demandantes amenazaron a Warner Brothers con no volverles a vender los derechos; la compañía, en cambio, desglosó 100 000 dólares a cada uno de los autores, además de permitir la puesta en escena de la obra teatral, y asunto terminado. En 1991 Murray Burnett viajó a Londres para ver la puesta en escena de “Todos vienen al Rick’s” Otro intento fugaz, pues solo estuvo un mes en cartelera. 

Todos vienen al Rick’s por Joan Alison y Murry Burnett

Personajes (en orden de aparición):

Richard Blaine (Rick)

The Rabbit (Sam)

Guillermo Ugarte

Arthur. (camarero)

Forrester-Smith

Luis Rinaldo

Yvonne

Oficial francés

Oficial italiano

Señor Martínez

Capitán Hienrich Strasser

Lois Meredith

Victor Lazlo

Annina Viereck

Jan Viereck

Gendarme

Oficiales, camareros, invitados

Escenas.

Acto 1

Escena 1. El el bar Café Rick’s. Una tarde del verano de 1941

Acto 2

Escena 1. El mismo lugar, la mañana siguiente

Escena2. El mismo lugar, esa tarde.

Acto 3

Escena 1. El mismo lugar. La noche siguiente.

Todo el mundo viene al Rick’s

Acto 1. Escena: El bar del Café Rick’s. Casablanca. Marruecos ocupado por Francia, 1941

A eso de las once de la mañana de una tarde de verano. En el bar de un night club caro y chic, que posee una impalpable atmósfera de sofisticada intriga. Hay un aire de frenética excitación manifestado en las conversaciones y maneras de los clientes. En la parte trasera hay una puerta doble y oscilante cubierta de un afelpado verde, que da a la calle. La parte trasera, hacia la izquierda es un bar semicircular de color gris. Tras el bar hay estantes de cristal para botellas. Frente a la barra hay banquetas cubiertas de piel. Tras el bar también hay una escalera al la que solo puede accederse desde detrás de la barra. En la pared también hay una puerta que da al salón de baile y al de juego, a través de la cual, y a intervalos, también pueden escucharse las voces y la música. Se incrementa el volumen cada vez que la puerta es abierta. En el escenario hay una mesa y una silla donde un hombre en smoking y chaqueta blanca de verano está sentado. Más adelante otra mesa, vacía muestra el cartel de “reservada” En el lado derecho hay tres mesas más y varias sillas. En el extremo del salón hay un pequeño piano color salmón y movible. Hay un negro en una silla tras él. Las paredes del bar están decoradas con raras figuras de pájaros tropicales, flamencos, palmeras, etc. El lugar está lleno de personas, en las mesas y las sillas del bar, en vestidos de noche y uniforme. Las personas entran al bar, algunos pretenden pasar al salón de juego, pero el portero solo los deja luego de recibir la silente aceptación del hombre sentado a la mesa, cerca de la pared izquierda. Es Rick, un norteamericano de edad indeterminada. Hay frente a él un trago que no ha tocado. El negro en pantalón y camisa deportiva azules brillantes, toca suavemente las teclas del piano y se toma libertades al cantar las notas de “startdust”. Hay conversaciones y risas al respecto.

El negro está en mangas cortas. Tiene un brazo cubierto de brazaletes desde la muñeca hasta el codo. La puerta se abre y entra un hombre con un elegante traje de noche tropical. Es aproximadamente de cuarenta años, lo distingue un aura de solidez y dignidad. El negro de repente, cambia el ritmo a un swing. El hombre mira a su alrededor. Entonces viene directamente a la mesa que tiene el cartel de reservada. Mira dudosamente a Ricks, quien asiente. El negro comienza a cantar en un tono mayor. El hombre se dirige a Rick.

Ugarte. Me acompaña, Monsieur.

Rick. No, gracias, Ugarte. Sabes mi regla.

Ugarte. (inclinándose hacia Rick) Ah, sí, pero pensé que podría hacer una excepción. (Espera una respuesta, pero Rick permanece en silencio) Verá, estoy al marcharme de Casablanca.

Rick. Qué lástima.

Ugarte. ¿Entonces me acompaña?

Rick: No, gracias. (Un camarero le sirve Champagne a Ugarte)

Ugarte: (Alzando su copa) A Monsieur Rick… El hombre que conoce todo acerca de todo el mundo en Marruecos, y de quien en Marruecos nadie sabe nada (Bebe, Rick apenas consiente en brindar)

El barman llama a un camarero, le habla. El camarero se acerca a Rick, le habla al oído. Rick lo escucha sin hacer ningún gesto. El camarero le da algunas tarjetas y algo que parece ser un pasaporte. Rick analiza por un momento estos papeles. Se los devuelve y hace un gesto de negación. El camarero vuelve a hablarle y Rick repite el ademán. El camarero se marcha. Ugarte hace un gesto inquisitorio.

Rick. La curiosidad es un mal negocio en Marruecos, Ugarte.

Ugarte. Ese es mi negocio, Monsieur. Pero después de esta noche…

Rick. Creí haber escuchado antes que te marchabas. Prefiero no saber nada al respecto.

Mientras esta conversación se desarrolla el camarero ha regresado a la barra. Le devuelve los papeles a un señor, al parecer británico, con buen talante. Quien, evidentemente molesto se dirige a la mesa de Rick.

Ugarte. Quizá usted…

Forrester-Smith. Ahora míreme bien, Monsieur Rick. Yo he estado en todos los salones de juego desde Honolulu hasta Calcuta, y si usted cree que seré echado tan fácil de este maldito lugar, sin antes ir a las autoridades, está usted muy equivocado.

Rick. (mirándolo directamente) Usted ha dejado fichas falsas en todos los garitos desde Honolulu hasta Calcuta. Su dinero es bueno en el bar.

Forrester-Smith. ¿Por qué?... ¿qué?... Esto es un…

Rick. (calmado) Amigo, no se queje. Tiene suerte de que el bar aún esté abierto para usted. (Forrester-Smith, visiblemente enojado, regresa al bar)

Ugarte. Viéndolo a usted ahora mismo, parece que usted se ha dedicado a esto toda la vida.

Rick. ¿Y qué le hace pensar que no lo he hecho?

Ugarte. Cuando usted llegó por primera vez, pensé…

Rick. ¿Sí?

Ugarte. Supongo uqe ahora me dirás que es mal negocio pensar en Marruecos.

Rick. (Inclinándose hacia Ugarte) ¿Podrías decirme que hacías en Río antes de descubrir el negocio de vender visas en Casablanca?

Ugarte (sonriendo). An, no, Monsieur Rick. No puede asustarme, ¿Olvida que me estoy yendo?

Rick. No se ira. Yo olvidaré que me lo ha dicho, y ahora, si me permite…

Ugarte (Haciendo un gesto para impedir que Rick se marche). Aún no. Estoy de humor para las confidencias; aunque sé lo poco que le gustan las confidencias, Monsieur.

Rick. ¿Qué te pasa esta noche, Ugarte? Si quieres algo que decirme, acaba de decírmelo.

Ugarte. Es muy simple, Monsieur. Quiero que me escuche. Me he pasado dos años vendiendo visas.

Rick. Eso no es noticia.

Ugarte. Y usted ha estado observándome… y menospreciándome.

Rick. ¿Y?

Ugarte. Usted sabe algo acerca de Europa, Monsieur. Usted ha visto estos refugiados. Ellos puede que lo tengan todo: dinero, permiso a entrar en Estados Unidos y Sudamérica, y aún así no pueden marcharse de aquí. ¿Por qué?

Rick. Tienes que hacer todo el cuento.

Ugarte. Insisto. Necesitan visa al país donde deseen ir, y para ellos son muy difíciles de conseguir.

Rick. Y ahí es donde entras tú.

Ugarte. Exacto, Monsieur. Hasta el más insignificante animal tiene una razón para existir… y yo también. Yo le doy a esta pobre gente las visas necesarias.

Rick. Por un precio, Ugarte. Por un precio.

Ugarte. ¿Y por qué no? Hoy la gente paga bien con tal de salir de Europa (saca un sobre del bolsillo y lo sostiene en la mano) Pero hasta hoy nadie tiene dinero suficiente para comprar esto.

Rick. Una visa incrustada de diamantes.

Ugarte. No. Algo que ni siquiera usted ha visto usted. Letras de tránsito firmadas por … No pueden ser rescindidas ni cuestionadas.

Rick. Tienes algo, entonces. Déjame verlas.

Ugarte. En un momento. Estaba reservándolas para mí, pero con suerte esta noche las venderé en más dinero del que he podido soñar. Y eso, mi amigo, será el escape de este negocio riesgoso y sucio.

Rick. El que tienes ahora sí es un negocio sucio. Me recuerda a un chulo que luego de una ganancia considerable y de renunciar, sentía pena por las prostitutas.

Ugarte. Usted tiene sus virtudes, Monsieur Ricks, pero un corazón comprensivo no es una de ellas; sin embargo, a pesar de su opinión sobre mí, es la única persona en Europa en la que confío. ¿Las guardará por mí?

Rick. ¿Por cuánto tiempo?

Ugarte. Quizá una hora, quizá más.

Rick (tomando el sobre) No las quiero aquí toda la noche.

Ugarte. No se preocupe por eso (llama al camarero) ¿Algún mensaje para mí?

Camarero. No, Monsieur.

Ugarte. Estoy esperando a unas personas. Si alguien pregunta por mí, estaré adentro.

Rick. Debo hacerte una confidencia acerca de la ruleta. A veces es imprevisible.

Mujer en el bar (girando la banqueta). Queremos a Rabbit.

Hombre en el bar (Si, Rabbit)

Ad Lib (En varios lugares de la habitación) Rabbit, sí, sí. Qué venga Rabbit.

El negro al piano sonríe, toca más alto y mira a Rick, quien asinete.

Rabbit. ¿Qué quieren oír?

Mujer. La canción de Rabbit

Hay entusiastas aplausos que secundan la idea. Las luces bajan y el negro mueve el piano hacia el centro del escenario y comienza a tocar Run Rabbit. La audiencia conoce la canción y hacen coro. Por ejemplo, cuando llega la parte de Bang, bang, bang, la audiencia lo grita mientras el negro se esconde tras el piano. Luego sale y continúa. Cuando llega Run, run, run, la audiencia hace ruido para imitar los pasos. Todo el mundo parece estarla pasando bien. El negro es bueno y además parece disfrutar la canción. Al final ellos quieren más y gritan frenéticos por otra canción. Pero el negro rueda el piano hasta su lugar y sonriendo empieza a tocar. Ellos continúan aplaudiendo y él deja de tocar en espera del silencio. Ellos se calman y la luz vuelve.

Negro. Ya habrá más, pero ahora el viejo Rabbit está cansado. Pueden ir adentro y bailar. O quizá… (hace un gesto de lanzar dados y la gente ríe. Comienza a tocar de nuevo con lentitud. Durante este último gesto, la puerta se abrió y ha entrado un joven vestido de negro, militar, elegante, con bigote. Le sonríe al negro y se dirige a la mesa donde está Rick)

Rinaldo. Buenas noches, Ricky.

Rick. Hola, Rinaldo (Luis Rinaldo trae una silla a la mesa de Rick con la seguridad de que va a ser bien recibido)

Rinaldo. Ricky, estoy enamorado.

Rick. Todavía o de nuevo.

Rinaldo. Otra vez, y espero que otra vez, otra vez y otra vez… Ricky, ella es… (piensa la palabra) hermosa.

Rick. Naturalmente (hay una pausa de silencio. Rinaldo hace un gesto de desesperación)

Rinaldo. Ricky, Ricky, nunca te voy a entender. Tú eres inhumano, increíble… Tú… tú no existes.

Rick (saca una llave de madera del bolsillo, unida a un lazo atractivo y le da vueltas) Está bien, Luis, ¿Cómo se llama?

Rinaldo. Pues claro que no lo sé.

Rick. Por supuesto.

Rinaldo. La he visto esta tarde por primera vez. Ella era como una pintura, una sinfonía, un poema. Por eso estoy aquí.

Rick. Has hecho una cita.

Rinaldo. Pues claro que no. No es el tipo de mujer que puedes… (silba)… así como así. Esto es una campaña, Rick, es casi virginal en su belleza, pero ella vendrá. Desde ahora este prefecto de policía merodeará tu Café.

Rick. ¿Por qué estás tan seguro que vendrá?

Rinaldo. Ella es una extranjera… una refugiada… camino a América con su marido, un ave de paso… y todo el mundo viene al Rick’s.

Rick. Sabes, Luis, yo…

Rinaldo. Dilo, mi amigo, dilo.

Rick. ¿Por qué tienes que fijarte en esas chicas? Hay suficientes mujeres sofisticadas de buen ver cerca de ti, y ya sabes de qué va… tú.

Rinaldo. Pour l’sport, Ricky, por deporte. Hay algo que me llama la atención en esas chicas poco despiertas, algo que me desafía… después de todo…

Rick. Acuérdate de Muti… la joven que saltó por la ventana.

Rinaldo. Estaba loca.

Rick. Tal vez, pero aún así…

Rinaldo. Están comprando algo y deben de pagarlo. Por lo demás, es un placentero modo de pagar.

Rick. Olvídalo. Eres incorregible.

Camarero (se ha aproximado a la mesa) Perdón, Monsieur, pero los de la mesa No. 5 le piden que los acompañe.

Rick (sin mirarlos) Dígales que…

Camarero (de una manera cortés) Ya les dije que usted nunca bebe con los huéspedes. Pero están gastando mucho dinero. (el camarero hace un gesto con las manos) Y la señora dice estar encantado con usted.

Rinaldo (mirando a su alrededor) A, una señora.

Rick. Dígales que lo siento

El camarero se inclina un poco a modo de asentimiento y se dirige a la mesa en cuestión para informar.

Rinaldo. Si viene la chica que conocí en la tarde… usted cambiará de opinión.

Rick. No olvides que ya he visto otras “damas de la tarde”

Rick y Rinaldo (al mismo tiempo) Pero esta es distinta.

Rinaldo. De cualquier manera, no vine esta noche solo a discutir de mujeres.

Rick. Qué podría ser más interesante para ti.

Rinaldo. Victor Lazlo.

Rick. ¿En Casablanca?

Rinaldo. Está aquí. Y de eso quiero hablarte.

Rick. ¿Por qué conmigo?

Rinaldo. Esto te dará cierta idea de su importancia… cuando te hable de él. Rick, sé que se venden muchas visas en este Café. Esto está bien. Lo sabemos, como también que no estás en el negocio. Esa es una de las razones por las que permito que siga abierto.

Rick. Claro que esa fortuna no es una tentación para ti.

Rinaldo. Ninguna, de cualquier manera.

Rick. Sería interesante saber cómo él se desenvuelve.

Rinaldo. Pero te lo acabo de decir.

Rick. No soy un crío, Luis. Tu interés en Lazlo no es repentino. Para llegar aquí él tuvo que haber pasado como refugiado. Sé que estaba en París, y de París a Marsella, Marsella a Orán, desde Orán a Casablanca. Es un camino largo. Y ellos deben haber estado tras cada uno de sus pasos.

Rinaldo. No nos interesa de qué modo llegó. Lo que nos interesa es que no salga.

Rick. ¿Apostamos?

Rinaldo. Me parece razonable.

Rick. Cinco mil francos a que logra llegar a Lisboa.

Rinaldo. No importa cuán inteligente sea, necesitará una visa. ¿O debo decir dos?

Rick. ¿Por qué dos?

Rinaldo. Viaja con una dama.

Rick. Tomará una.

Rinaldo. No lo creo, ya he visto la mujer.

Rick. Nada lo podrá mantener aquí.

Rinaldo. No has visto a esa mujer. Y si no la dejó en Marsella ni en Orán, no la dejará en Casablanca.

Rick. Tal vez Lazlo no sea tan romántico como tú.

Rinaldo. Eso no importa… una o dos. Romántico o no, no hay visas para él.

Rick. Estás de veras dispuesto a eso, Luis.

Rinaldo. Cumplo mis órdenes.

Rick. Ya veo. El brazo de la Gestapo…

Rinaldo (se recuesta y saca un cigarro de una tabaquera enjoyada) A veces hablas como los reporteros de tu país. Sobrestimas la influencia de la Gestapo. No interferimos en sus actividades y ellos no interfieren en las nuestras.

Rick. Lo siento. Pero es fácil entender el interés de la Gestapo en Lazlo, pero no el de la policía francesa.

Rinaldo. Pues es necesario que lo veas, Rick. Te sorprendería saber el interés que tiene la policía francesa…. Aún en ti. Sí, mi amigo, en ti (saca una agenda de su bolsillo y la hojea)… Aquí estás. Richard Blaines, ciudadano americano. Edad –aquí debo ser discreto- Antes de venir a Casablanca un exitoso y prominente abogado en París. Casado con la hija de Alexander Kirby. Dos hijos. Dejó París en 1937, debido a… (en esa parte Rick hace un gesto de dureza y Rinaldo lo mira con astucia) Pasaremos por alto esta parte. Tu esposa obtuvo el divorcio en Reno, en 1930, y la custodia de los dos hijos (hace una pausa) ¿Continúo?

Rick. No te molestes

Rinaldo. Por supuesto, Ricky, eres mi amigo y esto es solo una rutina.

Rick (alzando su brazo) A la continuación de nuestra amistad. (brindan)

Rinaldo (pone la copa en la mesa) Anque en el caso de la dama… pudiera…

Rick. Ves el cielo en el regazo de una dama.

Rinaldo. Es que aún no la has visto.

Rick. No tengo que hacerlo (imita a Rinaldo) Es hermosa.

Rinaldo. Te digo que es una de esas mujeres que hacen a un hombre perder su alma.

Mientras conversan una rubia se ha aproximado a ellos. Trata de quitarle la llave que tiene Rick en la mano y al no poder se sienta. Ha escuchado la última frase.

Yvonne. Rick no tiene alma.

Rinaldo. Es lo que le estaba diciendo, señorita.

Yvonne. Pero es rico dormir con él.

Rinaldo. No sabría decirle, señorita.

Yvonne. Quiere que le diga algo, Yo amo a Rick y él no me ama a mí.

Rinaldo. Así es el amor. Voy a tomarme un trago a la barra.

Rick. No te vayas, Luis.

Yvonne. Ya ve, tiene miedo de quedarse solo conmigo.

Rinaldo. Le aseguro que está equivocada, señorita. Rick es un hombre de gran coraje (se levanta y va hasta el bar)

Rick. Te ofrecería un trago, pero veo que has tenido bastante.

Yvonne. Estás enojado porque estoy un poco bebida

Rick. ¿Enojado? De ninguna manera.

Yvonne. Entonces bésame.

Rick. Haré algo mejor que eso.

Yvonne. Oh, Ricky.

Rick (se levanta y la toma del brazo) Te voy a llevar a tu coche.

Yvonne. Oh, no. Hiciste eso la última vez y hoy lo envié a casa.

Rick. Está bien, tienes dos alternativas entonces. O vas en mi coche o caminando.

Yvonne (con ademán de borracha) Voy a quedarme aquí

Rick (hace un gesto a un camarero, que se acerca) Un especial.

Yvonne. ¿Me vas a comprar un trago?

Rick. Sí.

Yvonne. Eso es hermoso. Sabes que tuve que beber para venir aquí, y ahora voy a permanecer borracha. Buen viejo Ricky.

El camarero regresa con un trago rojo. Yvonne alza la copa hasta sus labios. Luego la devuelve abruptamente a la mesa.

Yvonne. Esto no es un trago.

Rick. Es lo que necesitas.

Yvonne. ¿Por qué eres tan sinvergüenza, Ricky?

Rick. Si quieres hablar, primero bébelo.

Yvonne. Si me lo bebo, ¿dejarás que me quede?

Rick. Por un rato.

Yvonne (bebe, hace una mueca) ¿Lo ves? Soy una buena chica.

Rick. Desde luego que lo eres.

Yvonne (quien ha continuado bebiendo y al final termina sobria) Pero no lo suficientemente buena para ti.

Rick. Demasiado buena para mí y demasiado agradable para venir aquí sola.

Yvonne. ¿Entonces cómo te puedo ver?

Rick. No me verás.

Yvonne (un poco cansada) Algún día escribiré un libro acerca de los hombres. Hombres como tú, Ricky, no gentuza… De cómo son antes y después…

Rick. Compraré la primera copia.

Yvonne. Seguro que lo harás. Eso es lo agradable de ti, Ricky. Tienes todas las buenas intenciones de un portero de salón. (ella ríe) Ah, qué tonta soy. La pequeña Yvonne viene a Europa con un show y casada con un gran tipo, pero no tiene el sentido común necesario para mantenerse en lo suyo. Por el contrario, tengo que dejarlo todo y caer en las garras de un tipo como tú.

Rick. Ahora escúchame, Yvonne. Antes de comenzar ya tenías más de 21 años y sabías muy bien lo que hacías. Nunca dije que sería más de lo que fue.

Yvonne. ¿Y qué fue?

Rick. Dos personas solas, aburridas, que sintieron atracción.

Yvonne. Ya lo entendí. Y ahora estás aburrido de nuevo (hay un corto silencio. Rick no responde a esta última línea) O.K, gracias por el trago. (Ella se levanta y sale por la puerta batiente. Rick la observa marcharse con una sonrisa en el rostro. Mientras las últimas líneas de este diálogo eran interpretadas, un oficial con uniforme italiano y otro oficial francés, han entablado una airada discusión con gestos) Cuando Yvonne se marcha los oficiales se alejan del bar, el francés golpea al italiano, pero antes que salgan Rick los alcanza. Agarra por el brazo al francés y le aplica una llave de Jiujitsu y lo conduce hacia la puerta.

Oficial francés (en su idioma) Attendez un momento. Je vous expliqu…

Rick. Salga, oficial (un camarero y Rinaldo han ayudado al italiano a ponerse de pie. Ricks se acerca a ellos y le habla al italiano) Usted también. Fuera.

El oficial sale lentamente. Los hombres en uniforme se mueven amenazadoramente. Rinaldo saca el silbato que lleva en su bolsillo. Silba. Rick se mueve hacia el centro del salón.

Rick. Damas y caballeros (la gente hace silencio) Este es un sitio de entretenimiento. Cuando vengan aquí dejen sus opiniones políticas fuera. Allá es a dónde pertenecen. (risas) Mientras estén aquí haré lo posible porque su estancia sea placentera, pero… nada de guerra. (gritos y aplausos de aprovación) Si vienen a olvidarla, entonces olvídenla (la tensión desaparece. Rinaldo ve a un hombre vestido de civil que acaba de entrar)

Rinaldo (llama) Señor Martínez.

Rick casi ha llegado a su mesa.

Martínez (ve a Rinaldo) Ah, capitán, buenas noches. Me alegra verlo aquí.

Rinaldo. Pero ya dije que estaría aquí (Toma a Martínez del brazo y lo lleva a la mesa de Rick) Ricky (Rick mira mientras se está sentando, ambos llegan y se sientan)

Ilegible, media página en el documento original

Martínez. El capitán Rinaldo es un hombre muy impaciente. La verdad, Monsieur, es que quiero comprar su Café.

Rick. No está en venta.

Martínez. Pero usted no ha escuchado mi oferta.

Rick. No está en venta, a ningún precio.

Rinaldo. Ve, Carlos, lo que le digo. Rick es el único extranjero que no quiere irse de Casablanda.

Martínez. ¿No cambiará de idea, Monsieur? ¿Está seguro?

Rick. Positivo.

Martínez. Si no desea vender, tal vez pueda considerar la idea de prescindir de uno de sus artistas.

Rick. Eso depende del artista.

Martínez. Había pensado en Rabbit. ¿Me da permiso para hablar con él, Monsieur?

Rick. Por supuesto. (hace señas a Rabbit. El negro se acerca) Sam, el señor Martínez tiene una proposición para ti.

Rabbit (a Martínez) ¿Sí?

Martínez. ¿Te gustaría trabajar para mí? Soy el dueño del Blue Parrot

Rick. Sam, depende de ti. Tu decisión será O.K para mí.

Rabbit. Estoy bien aquí.

Martínez. Doblaré lo que ganes aquí.

Rabbit. Gracias, pero no tengo tiempo para gastar lo que gano aquí.

Martínez (sonriendo) Está bien, pero recuerda que siempre tendrás un trabajo conmigo.

Rabbit. Gracias (sale hacia el salón de juegos)

Martínez. Es muy leal.

Rick. Ha estado conmigo por largo tiempo. ¿Quiere otro trago?

Martínez. Gracias (bebe). Si alguna vez cambia de opinión sobre vender…

Rick. Usted será el primero en saberlo.

(La puerta se abre. Entra un joven en uniforme alemán. Es saludado por otros oficiales alemanes en el salón. Tiene una complexión saludable y un rostro fresco. Ojos azules y brillantes y el cabello con el típico corte prusiano. Se mueve ligero hacia la mesa que ocupan Rick y Rinaldo)

Oficial (sin acento alemán) Buenas noches, capitán.

Rinaldo (se pone de pie) Capitán Strasser, por qué no se sienta.(Strasser mira con atención a Rick y Martínez) Perdón, olvidé que no se conocen. Rick, este es el capitán Hienrich Strasser, nuevo agregado militar al consulado alemán. Capitán, le presento a Rick, dueño del más famoso Café en Casablanca; y al señor Martínez, dueño de un también famoso Café.

Rick. ¿Nos acompaña?

Strasser (sentándose) Muchas gracias.

Martínez. Tengo otros negocios que atender. Capitán Strasser, espero tener el honor de su visita en el Blue Parrot uno de estas noches (se levanta para irse)

Rick. No te vayas, es temprano.

Martínez. No esta noche, gracias. En otro momento será. Buenas noches, caballeros (hace un ademán de saludo y se va)

Rick (a Strasser) ¿Puedo ordenar algo para usted?

Strasser (toma la lista del menú) Si me permite… (al camarero) Champán y una lata de caviar frío.

Rick (al camarero) Tráigale un poco del mío.

Strasser (a Rick) No tiene por qué molestarse.

Rick. No es ninguna molestia.

Strasser. No estamos acostumbrados a tales consideraciones de un norteamericano.

Rinaldo (con rapidez) Rick no se parece a ningún norteamericano que haya conocido, capitán. El es completamente natural.

Strasser. Eso he escuchado. Tengo entendido que vino de París en el 37

Rick (sonriente) Eso parece que ya no es un secreto.

Strasser (con una mirada a Rinaldo) Siempre fui feliz en París. Estuve esperando que me dejaran allá.

Rick. Una lástima.

Strasser. An, entonces usted no es uno de esos que no puede imaginarse a los alemanes en su amado París.

Rick. No, puedo imaginarme a cualquiera en cualquier lugar.

Strasser. ¿Qué tal en Londres?

Rick. Sí, pero primero tienen que llegar allí, capitán.

Strasser. Mucha gente pensó que no íbamos a llegar a París.

Rick. Solo la gente estúpida.   

Strasser. Ya dije que debí haber sido acusado de intolerancia. No fue su estupidez. Ellos solo fallaron al evaluar la capacidad militar alemana.

Rick. Solo parcialmente, capitán. Los franceses fueron prudentes y perezosos, y respetaron sus riquezas.

Rinaldo. Esa es una parte de la filosofía de Ricky, capitán. Todo el mundo tiene lo que se merece, oh, Ricky.

Rick. Generalmente la vida lleva bien el libro de la contabilidad.

Strasser. Usted es muy inteligente. ¿Quién cree que ganará la guerra?

Rick. No tengo la menor idea.

Rinaldo. No. El menor interés, capitán.

Strasser. Eso es un poco sospechoso.

Rick. ¿Lo es?

Rinaldo. Ahora, Ricky (se vuelve al capitán Strasser) Capitán, le aseguro que Ricky es…

Rick. Rick es solo el dueño de un Café. Sus opiniones políticas no interfieren en el funcionamiento de este local. Cuando así sea, capitán, estaré dispuesto a contestar cualquier pregunta que me haga.

Rinaldo. No hay nadie como Ricky. Lo comprenderá después de permanecer algún tiempo en Casablanca.

Strasser. No sé cuánto tiempo estaré aquí. He venido a una misión.

Rinaldo. Ya tendremos tiempo para divertirnos.

Strasser. Sin dudas. (volviéndose a Rick) Tengo entendido que Guillermo Ugarte frecuenta este local.

Rick. Viene a menudo.

Strasser. Por supuesto que conoce en qué negocios anda.

Rick. No tengo idea… no estoy particularmente interesado en él.

Rinaldo. (delicadamente) Qué le he dicho, capitán. El alma de la discreción. Qué gran mentiroso.

Strasser. Admirable. Pero ahora tendremos la verdad. ¿Está aquí o no?

Rick. Creo que sí.

Strasser. ¿Dónde?

Rick. Si no me equivoco, en la ruleta.

Rinaldo. Le dije que todo estaba arreglado, capitán. Bebamos un trago. (Ellos beben, Rick mira inquisitivo a Rinaldo, quien a manera de contesta le echa una mirada a Strasser, este último cabecea y entonces Rinaldo mira a Rick) Ya le dije que seguro Victor Lazlo está aquí. Nuestro amigo Ugarte ha decidido venderle unos papeles muy valiosos, aunque ya fue advertido de cómo nos sentíamos al respecto.

Rick. ¿Visas?

Rinaldo (vacila) Sí… puede llamarles así.

Strasser. No importa lo que sea. No son para vender.

Rick. Ya veo

Rinaldo. Estamos esperando a Lazlo ahora. Creemos que Ugarte arregló una cita aquí.

Rick. Así que entonces Lazlo será encerrado.

Strasser. Es un enemigo del Reich.

Rick. Hay otros.

Strasser. Usted parece no entender. Victor Lazlo no dejó de publicar mentiras en su periódico de Praga hasta que llegamos allí. Y aún después de eso no dejó de imprimir desde una bodega.

Rinaldo. Debemos admitir que tiene coraje.

Strasser. Sí. Es inteligente también. Se las arregló para escapar de Praga justo cuando estábamos cerca de allí. En París continuó sus actividades con la prensa francesa. Casi lo agarramos allí, pero una vez más se nos fue entre los dedos. Y perdimos su rastro hasta ahora.

Rinaldo. ¿Y no habrá una violación de la ley?

Strasser. No tiene que ocuparse. Arreglaremos que no se vaya de aquí hasta que no pague lo que ganó esparciendo mentiras sobre el gobierno alemán.

Rinaldo. ¿Y la mujer?

Strasser. Ella no nos importa.

Rick. Nunca asocié a Lazlo con ninguna mujer.

Rinaldo. Asocia a todo hombre con las mujeres, mi amigo.

Strasser. ¿Usted lo conoce?

Rick. No, claro que no, pero he oído de él.

Rinaldo. ¿Y quién no?

Strasser. ¿A qué hora generalmente Ugarte se reúne con sus clientes? (le echa una mirada a su reloj)

Rick. No tengo idea. (En ese momento se abre la puerta. Ugarte entra, mira alrededor y ve a Rick, a Rinaldo y a Strasser. Trata de alcanzar la puerta. Strasser se pone de pie)

Rinaldo (lo detiene) Nos hemos ocupado de todo, capitán (saca su silbato del bolsillo y lo suena. Con el silbato Ugarte echa a correr. Dos policías de Marruecos entran. Ugarte los ve y mira a su alrededor desesperado. Al ver que Strasser llega hasta él comienza a gritar)

Ugarte. Quiero un juicio. Consíganme un abogado. Quiero… (Strasser le tapa la boca con su mano. Los policías lo toman de los brazos y lo conducen afuera) Rick, Rick, no les dejes hacer esto (El discurso termina cuando es arrastrado afuera)

Rabbit. Ahora yo creo. (Venga la música, y repite) Ahora yo creo (Espera antes de tocar la próxima nota) Hay una pequeña respuesta del público

Público. Ahora yo creo.

Rabbit. (Sonriendo y mostrando sus dientes como solo puede hacerlo un negro. Tocando alto y rápido.) Es cierto. Ahora yo creo, ese viejo, Mose, está muerto. (continúa la canción. El público poco a poco se va uniendo al coro y olvidando el incidente anterior. Rick camina detrás del bar y sube las escaleras… La canción termina y Victor Lazlo entra por la puerta de batientes. Esbelto, mirada intensa, con la cara de un poeta. Tiene cuarenta años. Con él viene Lois Meredith, sorprendentemente hermosa, alta, ágil, morena, ojos azules y complexión marmórea. Lleva puesto un hermoso vestido blanco. Su belleza es tal que las personas se vuelven para verla. Son conducidas a la primera mesa, al frente, a la derecha. Mientras avanzan pasan cerca del piano. Rabbit ve a la mujer y hace una pausa momentánea en la canción)

Lois. Hola, Sam.

Rabbit. Ho…la, Miss Lois.

Lois. Cuando termines, podrías pasarte por nuestra mesa.

Rabbit. Sí, madame.

(Llegan a la mesa y se sientan. Rinaldo, quien ha estado mirando con curiosidad, se acerca a ellos, hace una reverencia, ellos lo saludan y lo invitan a sentarse)

Lois. Qué agradable sorpresa, capitán Rinaldo.

Rinaldo. Madame, su presencia hace que un simple bar en Casablanca se convierta en el más glamoroso del mundo.

Lois. Gracias, que hermosa bienvenida.

Victor. Nos pareció ver algún problema afuera.

Rinaldo. No es nunca un problema real.

Victor. Vi a un hombre en uniforme arrastrando a alguien hacia un coche.

Rinaldo. Sí, supongo.

Lois. Háblenos de este Rick, capitán.

Rinaldo. ¿Qué puedo decir? Todo el mundo ha oído hablar sobre Rick. Ha hecho de este bar el más famoso de Marruecos.

Lois. ¿Verdad? Parece fascinante.

Rinaldo. Lo es (hace un además dramático) Qué tonto soy. Le estoy hablando de otro hombre a una mujer hermosa.

Lois. Eso solo le adiciona encanto, capitán.

Victor. Debo recordar eso (Rabbit termina la canción y rueda el piano hasta la mesa)

Rabbit. Nunca esperé volverla a ver, miss Lois.

Rinaldo. ¿Conoce a Rabbit, madame?

Lois. Sí, en realidad, fue un gran amigo en París.

Victor. Por cierto, capitán, como prefecto, es probable que usted conozca a todo el mundo aquí. ¿Conoce a Monsieur Ugarte?

Lois (A Rabbit) Toca una de esas antiguas canciones que tanto me gustaban (él comienza a tocar muy suave)

Rinaldo. ¿Ugarte? ¿Ugarte? Sí, creo que he escuchado ese nombre, déjeme pensar. Ugarte, Ugarte… a, sí.

Victor. ¿Y bien?

Rinaldo. ¿qué es lo que quiere saber?

Victor. Si conoce a un hombre llamado Ugarte.

Rinaldo. Lo conozco.

Victor. Tal vez pueda decirme dónde puedo encontrarlo.

Rinaldo. ¿Pero no lo ha escuchado aún? Es tan triste. Monsieur Ugarte, bueno… sinceramente, está en la cárcel (Lois se alarma, pero Victor permanece imperturbable)

Victor. Qué malo.

Lois. Una pena.

Victor. Respeto la ley, pero eso no me impide sentir un poco de pena por quienes van a la cárcel.

Rinaldo. Eso he escuchado, pero no pensé que conociera a un sujeto como Ugarte.

Victor. No lo conozco. Tenía un mensaje de él, pero no es importante (hay un camarero cerca) ¿Un brandy para ti, Lois? (ella lo niega) ¿Capitán?

Lois. ¿Sam, dónde está Rick?

Rabbit (nervioso) No está aquí, madame (mira hacia arriba)

Lois. ¿Sus habitaciones están allá arriba?

Rabbit. Sí, madame, pero no está aquí.

Victor. El hombre de quien recibimos el mensaje está en la cárcel, querida.

Lois. Le estaba preguntando a Sam acerca de Rick.

Victor. ¿Lo conoces también?

Lois. Creo que es un viejo amigo.

Rinaldo. Maravilloso. Ahora todos podemos ser amigos.

Victor. Debe ser un hombre interesante. La atmósfera de un nightclub generalmente refleja la del dueño.

Rinaldo. Es Rick, no hay nada más que decir.

Lois. Sam, toca “AS TIMES GOES BY”

Rabbit. No la conozco, madame.

Lois. Claro que la conoces.

Rinaldo (al ver que Strasser regresa) Tendrán que excusarme por un momento, por favor.

Victor. Fue torpe todo esto de Ugarte, Lois.

Lois. Rinaldo, quizá esté mintiendo. Y si es verdad, tendremos que arreglárnosla sin él (a  Rabbit) ¿Cuándo volverá Rick?

Rabbit. No esta noche. No vendrá, fue a casa.

Lois. Siempre se va tan temprano.

Rabbit. Nunca…. Quiero decir… (Desesperado) Tiene una chica en el Blue Parrot…

Lois. Sam, eres un encanto, pero un pésimo mentiroso.

(Victor mira inquisitivo a Lois, pero antes de que pueda preguntar Strasser y Rinaldo se acercan a la mesa)

Rinaldo. ¿Puedo presentarle a un amigo mío? Capitán Strasser. Madame Meredith, Monsieur Lazlo.

Strasser (hace un saludo militar) ¿Cómo están? (Strasser y Rinaldo esperan antes de sentarse)

Victor. Espero comprenda que no devuelva el saludo, capitán Strasser… Verá, soy checo.

Lois. Sam ¿Espero que Rick no haya olvidado incluir un camerino en este lugar?

Rabbit. Un camerino… por supuesto. Es por ahí (señala hacia la derecha, al fondo. Ella mira hacia allí. Sam se prepara a mover el piano. Victor le ofrece un billete)

Victor. Cómprate un trago.

Rabbit. Gracias. Pudiera hacerlo (se lleva el piano, se seca la cabeza con un pañuelo)

Strasser. Me alegro de tener esta oportunidad.

Victor. Evidentemente no me escuchó. Repito. Soy checo. Esta es mi mesa y encuentro ofensiva su presencia en ella.

Strasser. Mi oído está excelente. Pero tengo algo que decirle y pretendo decírselo. Sería lamentable que usted formara un escándalo y tengamos que conducirlo a la cárcel.

Victor. ¿Qué tiene que decir?

Strasser. Así está mejor. ¿Puedo sentarme? (señala la silla. Victor permanece inmutable) hablaré sin pelos en la lengua. Llevamos tres años persiguiéndolo. Hasta ahora ha tenido suerte, pero la tierra ha se le ha acabado. Está en Casablanca y se quedará aquí.

Victor. Eso puede ser problemático.

Strasser. Para nada. El capitán Rinaldo no solo es el jefe de la policía, también se encarga de la emigración. Su firma es necesaria para que una visa sea válida.

Victor. Estoy al tanto de las funciones del capitán.

Strasser. Entonces comprenderá. Capitán Rinaldo, ¿hay alguna posibilidad de que Victor Lazlo consiga visa?

Rinaldo. Me temo que no. Lo lamento, Monsieur… verá…

Victor. Ahórrese el comentario.

Strasser. Así que lo comprende.

Victor. Tal vez me guste Casablanca.

Rinaldo. ¿Y a la señora?

Victor. No necesita preocuparse por ella.

Rinaldo. ¿No? Ah, perdón. Quizá usted tenga razón. Ella puede encontrar placer aquí, con sus viejos amigos.

Victor (forzando la sonrisa) Su comentario es conmovedor, capitán. (las personas van abandonando el local, que toma la apariencia de un night club)

Strasser. Lazlo. No somos irrazonables. Puede quedarse aquí por tiempo indefinido, o puede irse en la mañana a Lisboa. Con una condición.

Victor. ¿Y esta es?

Strasser (acercándose a él) cuando usted abandonó Praga había depositado en otros países la suma de siete millones de dólares. Usted hizo ese dinero difamando del gobierno alemán y su pueblo. Ese dinero le pertenece a Alemania.

Victor. Ya veo.

Strasser. Después de todo, tiene permiso para entrar a Estados Unidos. Para un hombre de su capacidad no será difícil comenzar desde cero. En un país tan receptivo como ese usted puede amasar de nuevo una fortuna, si usa la misma táctica que usó en Praga y en París.

Victor. Se anticipa perfectamente a mis intenciones. Pero Alemania no recibirá nada.

Strasser. Está demasiado seguro de sí mismo.

Victor. Tuve éxito en llegar tan lejos, y no creo que usted ni nadie pueda detenerme ahora.

Strasser. Encontrará que ahora las cosas son diferentes. No nos hemos esforzado mucho hasta ahora.

Victor. Ahora que hemos tenido mi conversación, me gustaría quedarme solo.

Strasser. Hay otra cosa. Su estancia en Marruecos puede que no sea tan placentera como piensa.

Victor. Usted no se atreverá a interferir en mi vida aquí. Esto es aún parte de la Francia no ocupada. Cualquier violación de la neutralidad se verá reflejada en el capitán Rinaldo. Y no creo que le convenga.

Rinaldo. Monsieur, tiene mi palabra.

Victor. Gracias (Strasser se levanta, repite el saludo militar y se marcha. Lois regresa. Rinaldo vacila)

Rinaldo. Monsieur, créame…

Lois. ¿Se acaba la fiesta?

Victor. El capitán Strasser se tuvo que marchar, ahora el capitán Rinaldo lo seguirá.

Rinaldo. Usted… Lazlo está enojado conmigo, madame.

Lois. Si yo fuera usted le temería a eso. La ira de Victor es algo a tomar en cuenta.

Victor. Prefiere la mía a la del capitán Strasser.

Lois. Ah, ya veo.

Rinaldo. No es así, madame.

Lois (le hace señas a Rabbit para llamar su atención) Toca “AS TIMES GOES BY”, Sam.

Rabbit (se acerca con el piano) No puedo recordar esa, señorita Lois.

Lois. La tararearé por ti (comienza a tararear)

Rinaldo. Pero seguro que la sabes, Sam (también comienza a tararear)

Rabbit. No consigo recordarla.

Lois. De alguna manera supe que no lo conseguirías (se acerca al piano) Déjame tocarla por ti.

Rabbit. No, señorita Lois. Creo que ya la tengo (comienza a tocarla con suavidad)

Lois. Cántala, Sam.

Rabbit. No recuerdo la letra.

Lois (suavemente) Lo haré por ti (comienza a cantar) “You must remember this, a kiss is just a kiss, a sigh is still a sigh”

Rinaldo (a Rabbit) Cántala desde el principio y cantaré también.

Rabbit. Me acuerdo ahora (comienza a cantar con la voz rasgada, típica de un negro. Mientras canta la tercera línea Rick aparece en las escaleras)

Rick. Sam, qué… (corta la frase cuando ve a Lois. Baja con lentitud las escaleras. Sam deja de cantar)

Lois. Hola, Rick.

Rick. Hola, Lois.

Lois. Este es Victor Lazlo. Victor, un Viejo amigo mío, Richard Blaine.

Victor. ¿Nos acompaña?

Rick. Gracias (se sienta frente a Lois)

Rinaldo. Madame, usted acaba de hacer historia.

Victor. No creo que exista otro Café como este en Marruecos, es una agradable sorpresa.

Rick. La vida está llena de sorpresas en Casablanca (mira a Rabbit, quien rueda el piano y se marcha)

Lois. Déjame ver. La última vez que nos vimos..

Rick. Fue en La Belle Aurore.

Lois. Que bien, te acuerdas.

Rick. Todo el mundo lo recordaría. Llevabas aquel vestido azul.

Lois. No te lo dije Victor, el azul es mi color.

Rinaldo. Ricky, has vuelto a la vida esta noche. Estoy seguro de que debemos agradecérselo, madame (Rick saca del bolsillo la llave con las que ha estado jugando al principio de la escena y se la alcanza a Lois por debajo de la mesa, ella la toma sin hacer comentario)

Victor (al camarero) Un trago para Monsieur Rick.

Rick. No, gracias, nunca bebo hasta… o cerca de las tres.

Rinaldo (mirando su reloj) Ahora recuerdo algo. Tenemos toque de queda aquí en Casablanca y no es bueno que un jefe de policía esté bebiendo a esta hora.

Victor (hace una seña al camarero) Sí, creo que hemos alargado demasiado nuestra bienvenida.

Rick. De ninguna manera (Le quita el cheque al camarero)

Victor. No, por favor. No podría…

Rick. No esta noche.

Rinaldo. Otro precedente. Esta ha sido una interesante velada.

Victor. Volveremos a menudo.

Rick. Eso espero (Para este momento todos se han puesto de pie y caminan hacia la puerta. El lugar ha quedado vacío. Al llegar a la puerta Lois se vuelve cansada)

Lois. He tenido una hermosa velada, y estoy cansada, Victor.

Rinaldo. Cuando lleve un tiempo en Marruecos ya no se sentirá cansada. El clima es tan agradable (La puerta se cierra tras la respuesta de Rinaldo. Rick se queda de pie por un rato, luego vuelve a la mesa y sostiene su cabeza con ambas manos. Rabbit entra en silencio)

Rabbit (vacila por un momento) Patrón (no hay respuesta) Patrón.

Rick. Sin alzar la cabeza.

Rabbit. Patrón, larguémonos de aquí

Rick (levanta la cabeza y lo mira) Estoy esperando a una dama.

Rabbit (asustado) No, patrón. Escúcheme, patrón. He estado con usted por mucho tiempo. Patrón, larguémonos.

Rick. No.

Rabbit. Por favor, patrón. No hay más que problemas ahí.

Rick. Vete a casa, no te preocupes por mí.

Rabbit. Patrón. Tomaremos el coche y conduciremos toda la noche. Nos emborracharemos. Iremos a pescar hasta que ella se marche.

Rick. Cállate y vete a casa.

Rabbit. No. Me quedaré aquí.

Rick (se levanta y camina lentamente por el salón) ¿Qué diablos pasa con Tony? Hace diez minutos que debió apagar estas luces.

Rabbit. Iré a ver. Pero usted debió irse hace rato. Usted no debería quedarse esta noche aquí.

Rick. Quizá.

Rabbit (alegre) Ahora sí estamos hablando. Iré a ver lo de las luces y luego nos iremos (sale. Rick camina detrás del bar, se prepara un trago. Lo bebe rápido. Las luces se apagan y salvo unas luces en la pared, todo permanece a oscuras. Rick prende un cigaro. Rabbit regresa. Lleva puesta una chaqueta) Vamos, Patrón.

Rick (saliendo de detrás del bar). Está bien, está bien, no me apures. (vacila un poco. Rabbit lo toma del brazo con suavidad y lo conduce hacia la puerta. De repente, Rick se libera del agarre) Sam, ve hacia el piano.

Rabbit. ¿Qué?

Rick. Me has escuchado.

Rabbit (se mueve lento hacia el piano) Sí. (Rick va hacia el bar, toma la botella que ha dejado sobre la barra, un vaso, y vuelve a su mesa)

Rick. Tócala.

Rabbit. O.K. Patrón.

Rick. ¿Me escuchaste?

Rabbit. Sí.

Rick (suavemente) Entonces tócala (bebe un trago mientras Rabbit comienza a tocar “AS TIMES GOES BY”) Y

Telón.

Acto 2. Escena 1. Lugar. El Café Rick’s.

Hora. Cerca de las diez de la mañana del día siguiente.

El local, tan excitante la noche anterior, se ha tornado monótono. Las sillas están encima de las mesas. La iluminación es solo producto de los rayos de luz que atraviesan el polvo. Es necesario tener algunas luces de la pared encendidas.

Cuando sube el telón hay dos hombres terminando de limpiar. Uno de ellos pasa cerca del piano, lo empuja bruscamente y al deslizarse suena una nota.

Primer limpiador. Cuidado, Albert.

Albert (acercándose al piano, con la escoba en la mano) Si hubiera escuchado a mis padres no estaría hoy aquí, barriendo el suelo de un Café. Sería un artista, recibiría aplausos. De hombres elegantes y damas hermosas en trajes de noche (se sienta al piano y hace el gesto de estirarse los dedos)

Primer limpiador. ¿Tomaste lecciones?

Albert. ¿Qué si lo hice? Escucha. (toca las escalas con torpeza)

Primer limpiador. Pues toca algo.

Albert. Recuerda que no he tocado uno de estos en muchos años.

Primer limpiador. Toca (Albert comienza a tocar un ejercicio simple, muy mal, pero con afectación)

Rick (Descendiendo las escaleras detrás del bar. Lleva un traje holgado, camisa deportiva). Perdóneme, Paderewski, pero quisiera mi desayuno.

Primer limpiador (Comienza a limpiar fuerte. Albert se levanta de la banqueta y finge sacudirle el polvo) Sí, Monsieur, ahora mismo avisaré a Arthur (Salen. Rick va a una mesa, baja las sillas, mientras, aparece Arthur, uno de los camareros de la noche anterior)

Arthur. Perdón, Monsieur Rick. Está aquí más temprano que lo usual.

Rick. Es un día importante. Desayuno para dos, por favor, Arthur (Rick enciende un cigarro) traiga dos vasos grandes de jugo de naranja, tostadas con mantequilla… si queremos algo más ya le diremos.

Arthur. Muy bien, Monsieur.

Rick. Y, Arthur.

Arthur. Sí, Monsieur.

Rick. Esta mañana tomaré el café bueno (Arthur asiente y sale. Rick camina nervioso. Se detiene junto al piano, juega con las teclas, de repente se da cuenta que con un dedo ha seguido la melodía de “AS TIMES GOES BY” Deja de tocar y va a la puerta de batientes. Mira afuera y toma un respiro de aire puro. Lois aparece en la escalera y desciende. Está vestida con la misma ropa que la noche anterior. Rick se apresura a abrirle el bar para que ella pase)

Lois. Qué romántico, Ricky. Gracias.

Rick. Por nada. ¿Desayuno?

Lois. Espléndido. ¿Dónde lo tomaremos, en el bar?

Rick. No, dejé eso cuando me fui de París (Mientras tanto ha entrado el camarero. Prepara una mesa y pone sobe ella dos grandes vasos de jugo de naranja)

Lois (sentándose a la mesa) ¿Entonces, recuerdas La Belle Aurore?

Rick. Un hombre difícilmente olvida el lugar donde perdió las agallas.

Lois. Sabes. Si te hubieras molestado en preguntar, yo podría explicarte.

Rick (sardónico) He estado corto de tiempo.

Lois. Así que, Richard Blaine, de París, abogado criminal, campeón de las causas perdidas, se convierte en Mr. Rick, dispensador de entretenimientos en Casablanca.

Rick. No hay mucha diferencia. Te encuentras suficientes malas personas en ambas profesiones. Pero dime, ¿qué le pasó a Henri?

Lois (se encoje de hombros) ¿Qué le pasa a los hombres? ¿Qué te pasó a ti?

Rick (suavemente) ¿No querrás que te lo diga, o sí?

Lois. No seas desagradable, Rick, por favor.

Rick. Debí haberlo recordado. No te gusta escuchar cosas desagradables en la mañana.

Lois. Tantas cosas que recordar y recuerdas eso. (Arthur entra con un plato de tostadas con mantequilla y unas servilletas)

Rick (con sonrisa sombría) Eres buena, Lois. Pero un hombre piensa demasiadas cosas en cuatro años.

Lois. Me gustabas más cuando eras abogado.

Rick. Sin dudas. (toma su vaso de jugo) ¿Bebemos?

Lois. Un poco atrevido pero… (ella bebe)

Rick. Siempre te ves hermosa, aun con esas ojeras.

Lois. Gracias.

Rick (de repente feroz) Dime, ¿por qué diablos viniste a Casablanca?

Lois. Victor.

Rick. Qué complaciente te has vuelto.

Lois. ¿Lo crees?

Rick. ¿Tuvieron muchos problemas para llegar?

Lois. Algunos. Pero Victor tiene muchos amigos. Una vez que salimos de Marsella el viaje fue placentero.

Rick. ¿Cómo está París?

Lois. ¿Puedo fiar de ti? Uno nunca sabe en estos días.

Rick. ¿Cómo está París?

Lois. Apesta.

Rick. Eso pensé. ¿Una tostada?

Lois. Gracias. (Ella toma una. Arthur entra con café y les sirve)

Rick. ¿Cómo es este tipo, Lazlo?

Lois. Querido, este café está esquicito. Es un milagro.

Rick. ¿Cómo es Lazlo?

Lois. Ricky, Victor es el hombre más maravilloso que he conocido. De verdad, créeme, no hay otro como él.

Rick (mira a las escaleras) Sí, dejaste eso claro allá arriba.

Lois (abre su cartera y le devuelve a Rick la llave que en la noche previa este le había entregado) Eres un tonto, Ricky. Tal vez necesites esto de vuelta.

Rick. Eso espero.

Lois. No creo que puedas entender a un hombre como Victor. Él es, bueno… Oh, ya sé que esto sonará como Warwick Deeping pero es un hombre con un propósito real en la vida.

Rick. Y siete millones de dólares.

Lois. Sí. Supongo que yo no habría estado… oh, hablemos de otra cosa.

Rick. Está bien. ¿De qué quieres hablar, beisbol, cricket, la guerra?

Lois (cansada y con disgusto) Ah, la guerra.

Rick. Desagradable, ¿verdad?

Lois. Ya te dije que eras más agradable en París, y lo dije en serio. Has camb…

Rick. Querrás decir que era más ingenuo.  

Lois. Y gentil, e inteligente. Había algo bueno en ti, Rick

Rick. Tú lo arreglaste, querida. ¿Recuerdas? Te llevaste todo en lo que creía. Hiciste una hoguera con ello y le pegaste fuego. Ahora se ha ido, quemado. Esto soy yo. No tengo nada por qué vivir, por qué luchar.

Lois. ¿Yo hice todo eso?

Rick. Eso y más. Como diría alguien que conozco: Estoy de humor para las confidencias. Te voy a decir por qué te di esa llave.

Lois. ¿Puedo tomar más café?

Rick. Por supuesto. (le sirve) Vamos un poco atrás.

Lois. Si debemos hacerlo.

Rick. Cuando nos conocimos en París.

Lois. En la Garre St. Lazare.

Rick. En la primavera. No creo, Lois, que sepas lo que es estar enamorado.

Lois. Estás olvidando detalles, Rick.

Rick. Tienes razón. Lo estuviste por un año y entonces entraste en La Belle Aurore con esa cosa perfumada que se decía llamar hombre.

Lois. Donde tú estabas cenando con tu esposa.

Rick. Sí, Henri era apuesto, encantador, pero también estúpido.

Lois. Estoy de acuerdo.

Rick. No importa. Te lo dije… sabes…

Lois. Oh, Ricky, dejemos eso…

Rick. Tienes razón. Tú y ese tonto hicieron un buen trabajo de demolición esa noche, y cuando recogí las piezas me largué de París.

Lois. Sin dejar una dirección.

Rick. Lo más inteligente que he hecho. Si lo hubiera hecho todavía estuviera perdonándote y dándote las gracias. Viendo cómo pasaba de nuevo y volviéndote a perdonar.

Lois. No estamos en la corte, querido.

Rick. Sí, estamos. Hemos estado en juicio por largo tiempo, pero continuemos. Me pasé un año bajándote las estrellas y la luna. Sin rencores, me gustó hacerlo. Pero luego te saliste de mi vida y entonces no hubo más estrellas ni lunas. Me he pasado cuatro años deseando tenerte una vez más, y lo he conseguido y ahora he terminado.

Lois. Ya veo. Ego masculino.

Rick. Llámalo como quieras, ¿para ti qué fue? Me pregunto si acaso es otra pequeña estrella que quieres yo baje para ti. Sí es eso, Lois. Déjame decirte que ya tienes todo lo que vas a obtener de mí.

Lois. Pobre Ricky (se pone de pie a la vez que responde) Nunca entrará en tu cabeza que yo también tengo lo que quiero.

Rick (se aleja) No esperes que te crea.

Lois. ¿Qué otra cosa puedo querer de ti?

Rick. Una visa.

Lois. ¿Ayudaría a tu ego masculino que te rogara por una? Dime y lo hago.

Rick. De cualquier manera lo harás.

Lois. ¿Debo recordarte que estoy viajando con Victor Lazlo?

Rick. ¿Y qué? Siete millones de dólares no serán suficientes para conseguir una visa.

Lois. Ya he escuchado tu pequeño sueño. Ahora escucha el mío. Un cuento de hadas con un sucio final. Una vez conocí un hombre en París y hubo fuegos artificiales. Cuando yo miraba al cielo no me sentía pequeña, sino que al contrario, parecía que podía alcanzar las estrellas. Entonces ese hombre me dejó (Rick intenta decir algo) No. Este es mi cuento de hadas. Me dejó y de vez en cuando me gustaba soñar qué hubiera pasado si me lo volvía a encontrar. Entonces sucedió, en un Café de Marruecos… y por un momento me pareció estar de nuevo en París. Pero me estaba engañando a mí misma, Rick. Cuando llegó la mañana, estaba en Marruecos. En un Café cursi con un hombre vacío de todo, excepto amargor.

Rick. Si Sam estuviera aquí podría haberte hecho un acompañamiento musical.

Lois. Rick, no puedes ser así (se acerca a él) Esta es nuestra última oportunidad, cosas como esta no ocurren dos veces. Déjame recordarte como…

Rick. ¿Como?

Lois. Como eras en mis sueños.

Rick (la sigue y la besa, aún con ira) Así, Lois.

Lois. Así (de repente él la atrae a sí y la besa)

Rick. Lois, Lois, sabes que también he soñado con este momento.

Lois. Has sido duro conmigo, Rick.

Rick. Me tuve que esforzar para serlo.

Lois. Me hiciste recordar aquella tarde en el Café du Dome.

Rick (la toma de la mano y la lleva a una mesa, la fuerza a sentarse y hunde la cabeza en su regazo) No hablemos de esas cosas que hieren, querida.

Lois. No, ya no importa (la puerta se abre y la luz del sol ilumina el escenario. Sam aparece en la puerta y atisba un poco desconcertado)

Rick (se pone de pie) En el momento oportuno, Sam, ven aquí.

Sam. ¿Todo está bien, patrón?

Lois. Aún está vivo, Sam (Sam entra y Rick lo lleva hacia el piano)

Rick. Siéntate ahí, Sam, y toca como nunca lo has hecho antes. Toca para nosotros, Sam, como lo hacías en París.

Lois. Te acuerdas ahora (Sam, sonriente, se pone a tocar “AS TIME GOES BY”)

Sam. ¿Es así, miss Lois?

Lois (Mientras Rick la toma en brazos para bailar) Recuérdame cortarte luego la garganta.

Rick (mientras bailan) Ha sido un largo tiempo, querida.

Lois. Demasiado tiempo (bailan un rato en silencio) Rick ¿Crees que se baile en el paraíso?

Rick. Te dejarán hacerlo

Lois. Rick.

Rick. ¿Sí?

Lois. Sobre Henri… (Rick la hace inclinarse hacia atrás y termina el baile con un beso) Rick, tengo miedo (ella se separa un poco y la música comienza en otro tono)

Rick. No hay más miedo en este mundo, ni lágrimas o guerra, ni corazones rotos, ni noche. Solo tú y yo.

Lois. Oh, Rick. Todos menos la noche.

Rick. Sam.

Sam (gira en la banqueta) Patrón.

Rick. No más música, y cuando te vayas deja la puerta abierta, que entre el sol.

Sam (saliendo) Sí, patrón.

Lois. ¿Te acuerdas de aquellos desayunos en Pam-Pam’s?

Rick. En realidad no eran tan buenos.

Lois. Lo sé, pero estábamos enamorados, y nos recordaban América.

Rick. Hay lugares en Casablanca. No muchos, en los cuales…

Lois. Sí, los hay. Este me lo recuerda. Los hoteles también. Tengo que regresar.

Rick (agarrándola del brazo) Aún no, querida. Siéntate. Ahora que estoy feliz, déjame decirte lo miserable que era.

Lois (con suavidad) ¿Lo eras?

Rick. ¿Te ha golpeado alguna vez una mula el estómago?

Lois. Esa es una pregunta tonta.

Rick. Esa fue la forma en que me sentí aquella noche en La Belle Aurore, cuando tú… (Lois pone su mano sobre la boca de Rick)

Lois ¿Te serviría de algo saber que lo siento?

Rick. Lo único que sirve es tenerte aquí. Sabes que nunca te busqué, pero me quedé en París un mes más.

Lois. Lo sé

Rick. Tenía la loca idea de encontrarte… por accidente, ya sabes. Y decirte: Hola, luz de mi vida.

Lois. Y un despreocupado “querida”. Por desgracia no nos encontramos… Debí darme cuenta que un hombre tiene su orgullo.

Rick. Mientras manejaba, si veía alguna mujer en el coche que iba frente a mí. Tenía que pasarle, sabes, por si eras tú.

Lois. Pobre Ricky.

Rick. Sí, y aún cuando vine aquí… te buscaba. No lo sabía… pero te buscaba… y entonces anoche. Dios.

Lois. Mi corazón palpitó, Rick. Cuando bajaste esas escaleras.

Rick. Casi no puedo esperar. Sam no quería.

Lois. Te habría matado.

Rick. Querida, tengo una idea.

Lois. Y yo tengo que regresar al hotel.

Rick. Al diablo con eso. Quédate aquí. Mandaré a Sam por tus cosas.

Lois. Rick, estás olvidando algo.

Rick. ¿Olvidando? Ah, sí, a Victor.

Lois. Sí, Victor.

Rick (Se levanta y la toma por los hombros, ella lo mira a los ojos) Escúchame. No volverás a ese hotel. Me fui al infierno por ti y no me sucederá de nuevo. Esto es demasiado importante para ambos.

Lois (maternal) Ricky.

Rick. Te quedarás aquí. Al alcance de mi mano. No solo donde pueda verte. Donde también pueda tocarte.

Lois. Rick. Debes ser sensible. Me iré en menos de una hora.

Rick. Tanto tiempo.

Lois. Han pasado cuatro años. ¿Qué diferencia puede hacer una hora?

Rick. Toda la diferencia del mundo. No te volveré a ver partir sin que mi corazón no se vaya contigo. Y cuando salgas, lo haremos juntos.

Lois (Mira a su alrededor) ¿Y todo esto?

Rick. Se convertirá en el Blue Parrot. Viene el señor Martínez y se va Rick.

Lois. ¿Pero adónde?

Rick (Tomándola del brazo y caminando hacia la luz que entra por la puerta) Mira esa luz de sol, querida. La seguiremos, primero a Lisboa y luego a América.

Lois (riendo). Pero querido, no tengo visa.

Rick. Calla, tonta (camina con esta línea, se aleja de ella hasta el bar y permanece de espaldas)

Lois. Aún estoy aquí.

Rick. Si lo que quieres es una visa, dímelo ahora (hay un silencio que Rick rompe con aspereza) ¿Entonces?

Lois. Pobre Ricky. De verdad no has cambiado.

Rick (Da media vuelta y camina hacia ella) Ni un ápice. Soy tan testarudo como era en París.

Lois. Pues quédate así (Lo besa)

Rick. Mandaré a Sam por tus cosas.

Lois. Espera. Estabas hablando de un arreglo. Ahora lo dejaré en tus manos. Solo déjame terminar lo que tengo que decirte.

Rick. Dispara.

Lois (Camina hasta el bar y enciende un cigarro) Victor podría estar ya en América. Pero no se quiso ir sin mí (Rick trata de hablar) ¿Te acuerdas? (ella alza un dedo para advertirle que se calle) Me enfermé en el momento incorrecto. Victor dejó pasar todas las oportunidades de ponerse a salvo en esos últimos días de armisticio. Se quedó. Para el tiempo en que me mejoré las cosas andaban tan mal que sin él me habría sido imposible salir. ¿No crees que lo más decente que puedo hacer es volver y hablar con él?

Rick. ¿Qué le vas a decir?

Lois. No hay mucho que decir

Rick. No.

Lois. No sé, pero si hay algo que decir, debe ser dicho.

Rick. Si lo ves de esa manera, Lois.

Lois. Gracias, querido (toma su capa y va hacia la puerta)

Rick. Sam te llevará.

Lois. Concedido (gira y se queda pensativa por un momento) De cualquier manera, creo que le será más fácil conseguir una visa sin mí.

Rick (mueve su cabeza lentamente) No hay manera.

Lois (se acerca apresurada) ¿Qué quieres decir, Ricky?

Rick. Casablanca es el fin de su viaje.

Lois. ¿Estás seguro?

Rick. Seguro.

Lois. Ricky, no le puedo decir adiós luego de saber eso.

Rick. Entonces así son las cosas.

Lois (viniendo hasta él) ¿Cuán feliz crees que puedo ser al irme de aquí sin mover un dedo para ayudarlo? Rick, tienes que sacarlo de aquí.

Rick. No sabes lo que me pides.

Lois. Sí lo sé.

Rick. No conoces Casablanca como yo. El es el pez más gordo para la policía, nadie se atreverá a ayudarlo.

Lois ¿Tenerme de vuelta no hace diferencia, verdad?

Rick. ¿Qué quieres decir?

Lois. Ya no eres campeón de las causas perdidas.

Rick. Lois. No quiero problemas. Te he vuelto a encontrar, Lazlo no es más que otro refugiado… rico y más conocido que otros… Él…

Lois. Te equivocas, Ricky. Él es uno de los pocos hombres capacitados para alzar su voz y pelear por las cosas que cree. Y puede luchar, Rick. Con lo que sabe y la forma en que lo dice. Es más importante que el consiga una visa, que para nosotros.

Rick (Se vuelve, camina alrededor, tamborilea en una mesa. Se pasea, se detiene frente al piano, toca unas notas de “AS TIMES GOES BY”) Otra estrella para ti, Lois.

Lois (Corriendo hasta él y abrazándolo) Oh, Ricky.

(Rinaldo aparece en la puerta con un uniforme distinto al de la noche pasada. Su silueta se ve gracias a la luz del sol. Rick lo nota y se aparta de Lois)

Rinaldo (entrando) ¿Por qué te detienes Rick? Me haces sentir como un ogro. Esto es…

Rick. Buenos días, Rinaldo.

Rinaldo. Buenos días. Buenos días, madame.

Lois. Buenos días, capitán (A Rick) Me voy, pero volveré pronto.

Rinaldo. Un momento, madame, por favor.

Lois. Estoy apurada, capitán. Si me disculpa (Él se ha parado en la puerta y no se mueve)

Rick. Mejor deja que el capitán termine, Lois. Es muy hablador en las mañanas (Lois retrocede)

Rinaldo. ¿Tienes algo de amontillado, Rick? Me levanto demasiado seco en la mañana.

Rick. Todavía es muy temprano.

Rinaldo. Pero yo soy el prefecto de policía. Seguro que tú…

Rick. No, gracias. Después de la una.

Rinaldo. Ya lo ve, madame. Rick nunca rompe las reglas, excepto anoche.

Rick. ¿Qué es lo que tienes que decir, Luis?

Rinaldo. Tengo una apología que hacerle a madame.

Lois. Estoy segura.

Rinaldo. Insisto. Rick. Le he dicho a Madame que tú eres el hombre más influyente de Casablanca. Pero olvidé decirle que ni tú podrás obtener una visa para Victor Lazlo.

(Lois se queda inmóvil. Rick va hasta el bar y busca algo de beber)

Lois (con los labios rígidos) Supongo que no sirve de nada, pero… te amo, Rick.

Rick (Mirándola en el espejo del bar) Puta.

Telón.

Acto 2. Escena 2 Lugar. El Café Rick’s.

Time. Esa noche. Otra vez el Café está igual que en el acto 1, escena 1.

El salón está alumbrado. Hay risas y conversaciones. Pero es más temprano que en el primer acto y el lugar aún no está lleno.

Rabbit está sentado al piano, igual que en el primer acto, tocando y cantando suavemente. La mesa de Rick está desocupada, pero está el mismo cartel de Reservado en la mesa frente al escenario. Rabbit está visiblemente distraído y nervioso. De vez en cuando mira a la puerta y se seca la cabeza con un pañuelo. Un poco después de subir el telón, Rick entra ojeroso y desgastado. Está vestido como en la mañana, de una manera incongruente con las noche. Inmediatamente Rabbit deja el piano y se acerca. Rick le pone un brazo sobre los hombros y caminan hasta el bar, a por un trago. Rabbit quiere hablarle pero Rick lo lleva al piano. Luego sube las escaleras. Un poco después entra Rinaldo, vestido como en la primera noche. Mira alrededor, buscando a Rick, pero al no lograrlo se dirige al piano. Rabbit deja de tocar.

Rinaldo. Buenas noches, Rabbit.

Rabbit. Buenas noches, capitán Rinaldo.

Rinaldo. ¿Dónde está Rick?

Rabbit (Mueve su cabeza) Ha subido, capitán.

Rinaldo. ¿Algo va mal?

Rabbit. No sé, capitán. Solo estoy un poco preocupado.

Rinaldo. ¿Por Rick?

Rabbit. Sobre algo que no me incumbe.

Rinaldo (Riendo) Lo siento, no quería ser fisgón. Pero pensé que quizá podría ayudar.

Rabbit (Enfático) No.

Rinaldo. ¿Quieres decir que hay algo que el prefecto de la policía no debe saber?

Rabbit. Monsieur Rick nunca hace nada malo.

Rinaldo. ¿Así que es Rick? (Rabbit no contesta, se concentra en las teclas del piano) Sabes, Rabbit, eres un buen amigo de Rick… y yo también lo soy. Si está en problemas, ambos querremos ayudarlo. Por eso es que voy a confiar en ti. (Rabbit deja de tocar) Sabemos qué tipo de jugador es Rick. Ha hecho una apuesta tonta conmigo, y él es esa clase de deportista a todo riesgo… y como sabes, no me dejará cancelar la apuesta.

Rabbit. No puedo decirle que no apueste, capitán.

Rinaldo. Por supuesto que no. Pero debemos tratar de que no le ocurra lo mismo que a Ugarte.

Rabbit. ¿Qué quiere decir?

Rinaldo. Ugarte está muerto, Rabbit. Y murió por tener esos papeles que ahora están en manos de Rick. Ese es tu trabajo, conseguirlos y traérmelos. Cuando lo hagas, te prometo que no lo olvidaré y Rick estará a salvo.

Rabbit (suavemente) No sé…

Rinaldo (pícaro) Claro que cuando tenga los papeles cancelaré la apuesta.

Rabbit. Me estoy haciendo un rollo. No sé de qué me habla. Yo estaba preocupado por problemas con una mujer.

Rinaldo. Te refieres a madame Meredith

Rabbit. Y cómo…

Rinaldo. Si no fuera por ella no creo que Rick tuviera algún problema con esos papeles.

Rabbit. Esa mujer solo respira problemas.

Rinaldo. Sí. Al parecer en París ese affaire fue desafortunado.

Rabbit. ¡Desafortunado! Eso es minimizarlo. Vi a Monsieur Rick en cosas que nunca antes imaginé. Los elefantes rosados eran tan comunes como las moscas en julio.

Rinaldo. Creo que debemos subir para cerciorarnos que no está en problemas ahora.

Rabbit. Sí (Rick, vestido como en la primera noche, aparece en la escalera)

Rinaldo (rápido y confidente) ¿Entonces somos aliados, no? (se vuelve sin esperar respuesta, para saludar a Rick, quien ha alcanzado el bar y camina hacia ellos. Rick está un poco tenso y amargado, pero hace esfuerzos para controlarse) Hola, Rick.

Rick. Hola, Luis. (Caminan hacia su mesa y ambos se sientan. Arthur se apresura a servirles) Brandy.

Arthur. ¿Un pony?

Rick. Una botella (a Rinaldo) ¿Brandy para ti, Luis?

Rinaldo. Gracias, pero prefiero…

Rick (indeterminado entre Rinaldo y Arthur) Champán (Arthur vuelve al bar)

Rinaldo. Traté de encontrarte antes, pero habías salido.

Rick. ¿Sí?

Rinaldo. Ugarte está muerto.

Rick (sin mucho interés). Lamentable.

Rinaldo. Pero antes de morir… (hace una pausa. Ambos permanecen en silencio por largo tiempo. Rinaldo se permite una sonrisa por la frialdad de Rick) Dejó un mensaje muy particular para ti.

Rick. ¿Sí?

Rinaldo. Te diré las palabras exactas… déjame ver… Dijo: Dígale a Rick que hasta un chulo puede morir como un hombre.

Rick. ¿Y así lo hizo?

Rinaldo (dudoso) No tuvo tiempo de demostrarlo. Verás, se las arregló para suicidarse antes que le lográramos preguntar algo.

Rick. Qué malo.

Rinaldo. A propósito ¿Significa algo para ti ese mensaje?

Rick. Nada. Debió estar delirante.

Rinaldo. Quizá (un silencio) Te seré sincero, Ricky.

Rick. No hay razón para que no sea así.

Rinaldo. Cuando Ugarte vino la otra noche traía algo que nosotros necesitamos. Por eso fue arrestado. Cuando lo registramos ya no lo tenía.

Rick. Estás seguro que lo tenía cuando vino aquí.

Rinaldo. Seguro. Y la única conclusión a la que he llegado es que lo dejó aquí.

Rick. Tal vez pueda ayudarte si me dices lo que es.

Rinaldo. Ugarte tenía dos cartas de tránsito que le permitirían a cualquiera irse de Casablanca. Naturalmente, las queremos.

Rick. Con un tipo como Lazlo aquí. Puedo entenderlo.

Rinaldo. Él debió dejarlas aquí.

Rick. No lo creo, pero si te hace feliz, puedes registrar el Café.

Rinaldo (con aire civilizado) No hemos hablado de registro. Solo que puedo entender cómo alguien pretende quedarse algo tan invaluable, si cae en sus manos. Y cuán peligroso puede ser. En fin, Ricky, quien use esas letras de tránsito se encontrará en una desafortunada posición.

Rick. Gracias.

Rinaldo. Por nada. Dices no saber nada al respecto… Es todo. No hablemos más de eso. (apologético) Acerca de mi falta de tacto esta mañana.

Rick. Olvídate de esta mañana ¿Dónde diablos está Arthur?

Rinaldo. Ricky. Nunca te he visto así. (Arthur se aproxima con dos botellas. Rick se sirve una copa de brandy y se la bebe de un trago)

(Rabit toca dos o tres notas estruendosas. Rick sonríe)

Rick. ¿Has escuchado eso?

Rinaldo (mira al piano) Imposible no oírlo.

Rick (Mira a Rabbit) Es para mí. Está tratando de hacerme entrar en calor.

Rinaldo. Algo parecido estaba tratando yo de hacer esta mañana.

Rick (salvagemente) ¿Quién te lo ha preguntado? Yo habría sido feliz sin saberlo. ¿Cuál es la diferencia? Vienes aquí y… (grita)

Rinaldo (gentilmente, pone una mano en su hombro) Rick, perdóname.

Rick. Perdóname tú, no es nada.

Rinaldo. Lo que trataba de decirte es que no era enteramente su voluntad. Eso podría ayudarte.

Rick. ¿Qué?

Rinaldo. Ah, no lo sabes. Lazlo la envió.

Rick (poniéndose casi de pie) ¿Por qué, eso…?

Rinaldo (forzándolo a sentarse) Lazlo es un hombre muy inteligente. Él supo por ella, o por cualquier otro, el affaire de ustedes en París. Pensó que era un buen método para obtener las letras de tránsito.

Rick (Comienza a reir) Oh, Dios.

Rinaldo (mirándolo con fijeza) ¿Te ríes?

Rick. Es gracioso (aún ríe)

Rinaldo. Sí, lo es. Lazlo probablemente vuelva esta noche.

Rick. ¿Para qué?

Rinaldo. Por las letras de tránsito, por supuesto. No sabe que tú no las tienes y que ella ha fallado.

Rick. Lois se lo ha dicho.

Rinaldo (con expresión eminente) Quizá, quizá no.

Rick. ¿Luis eres… puedes… Es decir, cómo lo sabes?

Rinaldo (hace un gesto con las manos) Porque hablé con ellos ayer. ¿Recuerdas? Te dije que me había encontrado con ellos.

Rick. Sí, ¿pero cómo puedes estar tan seguro?

Rinaldo. Me conoces. No soy muy discreto. Hablamos de Casablanca, y claro, no se puede hablar de Casablanca sin hablar de ti. Me temo, Ricky, que me he jactado demasiado de mi amistad contigo. Estoy seguro de haberles dado la impresión de que tú puedes hacer algo por ellos.

Rick (sobrio) Sí.

Rinaldo. Ahora entiendo las esperanzas de Lazlo, anoche, cuando hablaba de irse. Ya tenía esto en mente.

Rick (con una sonrisa retorcida) Yo también tengo algo en mente.

Rinaldo (Preparándose para irse) Eso está mejor. Te pareces al viejo Rick. Bueno, mi amigo. Esto es la vida, la fortuna de la guerra. (Sale por la puerta de batientes)

(Luego de que Rinaldo se ha ido, Rick se queda pensativo por un momento, entonces toma otro trago largo, se levanta y va al salón de juego. Lazlo entra por la puerta de batientes. Arthur lo lleva a la mesa de Rick y se sienta allí)

(Rabbit ve a Lazlo e inmediatamente deja el piano y se acerca a él)

Rabbit. ¿Qué busca aquí?

Victor. Espero a Monsieur Rick.

Rabbit. ¿Para qué quiere verlo?

Victor (sonríe) Es personal.

Rabbit. Entonces mejor venga en la mañana, ahora no se siente bien.

Victor. Ah, lo siento, pero esto es importante.

Rabbit. ¿Por qué no viene mañana?

Victor. ¿Monsieur Rick siempre permite que tú atiendas sus negocios?

Rabbit. Monsieur Rick no quiere ningún trato con usted.

Victor. Seguramente no te importará que lo espere para que él mismo me lo diga.

Rabbit. No puedo detenerlo, pero no ayudará (alguien grita desde el bar)

Mujer en el bar. Rabbit, toca “MY MAN”

Rabbit. Un momento, señorita. Enseguida (a Victor) Si me dice para qué quiere verlo, tal vez…

Victor (sonriente) Quiero verlo personalmente.

Rabbit (volviendo al piano) Está bien, pero solo va a encontrar problemas para todo el mundo.

Victor (perplejo) Un momento, por favor…

Rabbit (con miedo a haber hablado demasiado y viendo que Rick regresa) Lo siento, tengo que tocar. (vuelve al piano y comienza a tocar “MY MAN”. Rick, al ver a Lazlo sentado en su mesa se detiene bruscamente y luego se aproxima con paso seguro)

Rick. ¿Viene a cobrar?

Victor (cortésmente) ¿Perdón?

Rick. Ya me oyó, Victor Lazlo… periodista sin miedo, caballero galante… Chulo de alta clase.

Victor. No tengo idea de por qué me insulta, pero no haré caso. Tengo entendido de que tiene algo para mí. Luego de recibirlo me iré.

Rick. Es su error, Lazlo. No se irá. (Lazlo trata de hablar) Oh, no me refiero a este lugar. Estoy hablando de Casablanca. No hay salida para usted.

Victor. Entonces usted tiene conocimiento de que algo me fue dejado aquí.

Rick (sentándose) Se lo voy a decir directo. No tengo nada para usted. Cometió un pequeño error de cálculo cuando mandó a esa ramera para conseguirlo.

Victor. Monsieur, usted persiste en hacer alusiones a algo que no tengo conocimiento.

Rick. Entonces así es como vamos a jugar, eh. O.K. Le refrescaré su memoria. Anoche Lois durmió aquí. Esta mañana quería cobrarme. Y naturalmente, no hay nada que ella quiera más que una visa para usted.

Victor (en un murmullo que le sale de la garganta) Ya veo.

Rick (poniéndose de pie) Bien, ahora que nos entendemos, mi mesa está reservada para los amigos (Lazlo se pone de pie lentamente) Pero, por favor, siéntase libre de venir cuando quiera, a gastar su dinero. En realidad, disfrutaré verlo mucho tiempo en Casablanca.

Victor. Es usted quien se pudre, Monsieur. En mi caso, siempre encontraré algo que hacer.

Rick. Aún si hubiera un sótano con una imprenta en Casablanca, me gustaría verlo imprimir un periódico antinazi con Rinaldo y Strasser tras usted.

Lazlo. Hay otras maneras de luchar.

Rick. Ya sabra usted.

Lazlo (se pone rígido al ver que Lois entra al Café) Perdón (aparta a Rick de un empujón y va hacia ella, Arthur los conduce a una mesa)

Lois. Oh, Victor, no debiste haber venido.

Victor. Demasiado tarde, querida (Lois pone una mano en su hombro)

Lois. Fue él…

Victor. ¿Por qué no me lo dijiste? (Rick ha vuelto a su mesa y los mira)

Lois (con escalofrío) Me fue imposible. No sé lo que me pasó. No puede ser explicado. Yo…

Victor ¿Es el hombre de París? (Lois asiente) ¿Y ahora?

Lois (enloquecida) Victor, no sé, no sé.

Victor. No importa.

Lois. Claro que importa. Lo he arruinado todo, tu oportunidad de seguir adelante y mi vida.

Victor. ¿Entonces él es terriblemente importante para ti?

Lois. Lo fue y no. Lo es y no.

Victor. Creo que debemos beber algo (Llama al camarero y pide algo. Rick se levanta y va hacia ellos)

Rick. Espero que lo encuentren todo muy satisfactorio (se sienta a su lado y pasa un brazo sobre los hombros de Lois) No debería ser tan desalentador, pero me parece que sobreestimaste mi poder en Casablanca. Debieron pensar en el capitán Rinaldo, quien es más susceptible que yo y estoy seguro, más sensible.

Lois (Disgustada) Oh, Rick.

Rick. Claro que tiene miedo de Strasser (se detiene en una idea) Strasser, tengo una idea. No sé mucho de él, pero como estarán aquí por un tiempo, averiguaré y con gusto les daré esa información (Lois comienza a hablar) Gratis, por supuesto.

Victor. Lo único que me detiene es que siento pena de usted.

Rick. No dejes que eso te detenga. Siempre me podrás encontrar aquí (Lois hace un gesto para quitarse el brazo y Rick se pone de pie) Si me disculpan (vuelve al salón de juegos)

Lois. ¿Viajar conmigo no te ayuda mucho, eh Victor?

Victor. No me gusta pensar en viajar sin ti.

Lois. Gracias.

(Mientras ocurría el anterior diálogo, dos oficiales alemanes que estaban bebiendo en el bar, se acercan al piano con jarras de cerveza y hacen a Rabbit un pedido. Rabbit los mira dudoso, se niega, pero ellos son insistentes. Sus voces se alzan y atrapan la atención de todos)

Primer oficial. Nos acompañará.

Segundo Oficial. Y sin errores.

(Rabbit no se siente confortable en esta situación. Comienza a tocar pero el primer oficial pone una mano sobre las teclas, obligándolo a detenerse. El oficial comienza a cantar “HERST WESSEL” alto y entusiasta. Rabbit deja de tocar. Los oficiales franceses en el bar hacen coro. El sonido sube hasta que no hay nada más que las voces. Cuando los alemanes terminan de cantar hay silencio. Se escuchan sus pasos al volver al bar. Rick, alarmado por el ruido ha entrado y se dirige al piano)

Victor (También se ha acercado al piano. Se inclina para decirle algo al oído a Rabbit. Al escucharlo este salta como si hubiera sido alcanzado por un disparo. Mueve su cabeza con violencia para negar. Victor se da cuenta de que todos lo miran) Recuerdas la Marsellesa, Rabbit.

Rabbit. La gente la cantaba aquí, Monsieur.

Victor (a Rabbit) Toca la Marsellesa. (Rabbit vuelve los ojos hacia él. El salón permanece en silencio) Tócala (Rick hace una seña casi imperceptible que Rabbit capta, entonces comienza a tocar. Victor canta)

Victor (canta) Allons enfants de la patrie (Alguien al final del salón se le une; una mujer. Victor canta más alto) le jeur de glorie est arrivé

(Más personas se unen. Un oficial francés se para detrás de Victor, otros a su alrededor, hasta que solo quedan en la barra los oficiales alemanes. Los músicos se unen a la canción, que termina en una nota triunfal. Luego vuelve el silencio)

Victor. Bebida para todos (Hay un grito de aprobación, y la gente vuelve a sus mesas y al bar. Victor da media vuelta y vuelve a su mesa, acompañado por Rick)

Rick. Un hermoso gesto.

Victor. No creo que usted pueda apreciarlo (Lazlo se sienta sin pedirle a Rick que lo haga)

Rick. Mucha gente agradable cantando La Marsellesa. Eso no significa nada. Strasser aún está aquí.

Lois. Siéntate, Rick, por favor.

Rick. Nunca bebo con los clientes (Se va a su mesa. Cuando llega hasta ella, Rinaldo entra acompañado de una joven pareja, que se comporta como fuera de lugar. El hombre es joven de cara fresca y un aspecto tan ingenuo que es imposible que la gente no lo note. La joven es rubia, atractiva en su vestido simple. Ella es hermosa, pero contrastante con las damas sofisticadas que hay en el local)

Rinaldo (a pasos acelerados en el salón). Rick, Rick (este se vuelve) Rick, quiero que conozcas al señor y la señora Viereck. Acaban de llegar y estoy ansioso porque los conozcas. Te he hablado ya de ellos antes; tal vez recuerdes nuestra conversación de la noche pasada. Señor, señora, este es Rick. (Rick agradece la cortés presentación) ¿Pero a qué estamos esperando? Rinaldo lleva otra silla a la mesa de Rick y todos se sientan) Champán (La nueva pareja está maravillada de la actividad febril en el Café Rick’s, y cuando la chica ve a Rabbit, le susurra algo al joven. Rinaldo le habla al joven) Venga, Monsieur, debo enseñarle el Café. Dejaremos a la señora un momento con Rick. Sé que ella tiene algo que preguntarle. (Rinaldo y el joven se marchan, hablando y gesticulando, hacia el salón de juego)

Annina. Monsieur (ella calla)

Rick (amable) ¿Te apetece una copa?

Annina. Oh, no, gracias.

Rick. Pues si no te importa (alza su vaso)

Annina. Para nada (él bebe) Monsieur, ¿qué clase de hombre es el capitán Rinaldo?

Rick (cáustico) Igual que cualquier otro hombre.

Annina. No, quiero decir ¿Él es… él puede. Tiene influencias?

Rick. Es el prefecto de la policía.

Annina. ¿Vende visas?

Rick (choqueado) A ver madame Viereck, ¿le parezco tan simple?

Annina. No, hablo en serio ¿Vende?

Rick. No sé.

Annina (luego de una pausa) Oh.

Rick. Eso me obliga a hacer una pregunta.

Annina. ¿Sí?

Rick. ¿Quién le dijo que me preguntara?

Annina. Él.

Rick. Decididamente él no tiene en alta estima mi inteligencia.

Annina. Oh, no. Cuando estábamos hablando de visas y… (ella murmura, se hace incomprensible)… Él dijo: “Pregúntele a Mr. Rick, él les hablará de mí”

Rick. Muy hermoso de su parte. Ahora se supone que debo decirte de qué se trata todo esto.

Annina. Lo olvidé. Soy tan incapaz.

Rick. Yo también.

Annina. Verá, Jan y yo, él es mi esposo.

Rick. ¿Qué tiempo llevan casados?

Annina (con simpleza) Seis semanas (Rick mueve la cabeza) Venimos de Bulgaria. Las cosas están muy malas allá, Monsieur Rick. Un demonio tiene agarradas a las personas por el cuello. Así que Jan y yo… No queremos que nuestros hijos crezcan en un país así.

Rick (cansado) Así que decidieron ir a América.

Annina. Sí. Pero no tenemos mucho dinero, y viajar es tan difícil y caro, Monsieur. Nos costó más que lo planificado llegar aquí. Por el camino un hombre muy amable nos dijo que podíamos conseguir visas aquí, con un hombre llamado Ugarte. (Rick bebe) cuando llegamos tratamos de encontrarlo.

Rick. ¿Dónde lo buscaron?

Annina. Por todas partes. Preguntamos en los hoteles, en los bares. Entonces el capitán Rinaldo nos vio. Es tan amable. Nos quiere ayudar.

Rick. Apuesto que sí.

Annina. Dijo que podría conseguir visas para nosotros, pero… (ella duda)

Rick. Por un precio.

Annina (agradecida). Pero no tenemos dinero.

Rick. ¿Lo sabe Rinaldo?

Annina. Oh, sí.

Rick. ¿Y aún está dispuesto a ayudarlos?

Annina. Sí, Monsieur (Rick mira su trago)

Rick. ¿Qué es lo que quieres saber?

Annina. ¿Mantendrá su palabra?

Rick (aún mira su trago) Siempre lo hace (Hay un silencio)

Annina. Monsieur, usted es un hombre. Si alguien lo amara… mucho, tanto que su felicidad es lo único que una mujer deseara… Si hiciera algo malo con tal de que esa felicidad fuera cierta, la perdonaría.

Rick. Nunca nadie me ha amado tanto.

Annina. Pero, Monsieur, si él nunca lo sabe… si esa chica guardara esa mala acción por siempre en su corazón… ¿estaría todo bien?

Rick (áspero). ¿Quiere mi consejo?

Annina. Oh, sí, Monsieur, por favor.

Rick. Vuelva a Bulgaria.

Annina. El mal allá es para toda la vida. Aquí serán solo unas horas.

Rick. Parece que has tomado una decisión.

Annina. Monsieur, no duraría por un momento a no ser por lo que Jan pueda pensar. Sé lo que significa para Jan poder irse de Europa. Solo tengo miedo que a él no le guste ser ayudado de esa manera.

Rick. ¿Harías cualquier cosa por él, verdad? (Rinaldo y Jan regresan del salón de juego y se les unen)

Rinaldo (a Annina) Estoy seguro de que has tenido una agradable conversación con Rick. Es muy interesante, ¿verdad?

Jan (maravillado) Nunca pensé que existiera un lugar como este aquí.

Rick (a Jan) Hay un viejo dicho: Lo que no conoces no te daña.

Rinaldo (Sentándose y conminando a Jan a que lo imite) Precisamente, es una de mis máximas favoritas (Mira la copa de Annina y se da cuenta de que no ha sido llenada) Pero esto es malo. ¿No bebes?

Jan. No me gusta que lo haga.

Rinaldo. Tonterías. En el champán están las burbujas de la vida y del amor (le llena la copa) Toma, querida.

Jan. ¡Annina!

Rinaldo. Venga, bebe.

Annina. Creo que tomaré un pequeño sorbo. (Ella lleva la copa a la boca, Rinaldo la inclina gentilmente, así, más de lo que ella intenta beber va a su garganta. Jan está visiblemente contrariado)

Rinaldo (ríe) Deberás aprender a beber champán, un poco… Y otras cosas también.

Rick. Está bien sin eso.

Jan (echa una mirada de agradecimiento a Rick) Eso creo yo también.

Rinaldo. Eres demasiado joven para saber mucho acerca de estas cosas, mi amigo.

Jan. Soy lo suficiente grande para saber que quiero de mi esposa.

Rinaldo. Muy bien, muy bien. Pero debe tener en cuenta también qué esperan otros hombres de su esposa.

Jan. No veo…

Annina. Oh, Jan. No te alarmes. No me voy a emborrachar. Más tarde te enseñaré que puedo caminar en una línea recta. (Rinaldo le vuelve a llenar la copa. Rick se pone de pie)

Rick. Volveré en un momento. Voy a ver cómo marchan las mesas (Sale en dirección al salón de juego)

Jan. Annina, creo que deberíamos irnos.

Rinaldo. ¿Por qué, es temprano? No pueden marcharse ahora.

Annina. Por favor, Jan. La estoy pasando bien.

Jan. Si nos quedamos debes prometerme que no volverás a beber.

Rinaldo (Pasa un hombro sobre los hombros de la chica) Puedes quedarte conmigo y beber tanto como quieras.

Jan (levantándose) Annine, nos vamos.

Rinaldo. Quizá quiera irse, pero cuando soy el anfitrión, no me gusta que mis huéspedes se vayan tan temprano.

Annina (tratando de librarse del abrazo) Por favor, capitán, nosotros…

Rinaldo (Halándola para obligarla a sentarse de nuevo) siéntate, hemos hecho un trato.

Jan. Capitán, ¿Dejará ir a mi esposa?

Rinaldo (volviéndose a él) Imbécil, si quieres visas no interfieras (Jan se inclina e intenta tomar el brazo de Rinaldo que está sobre los hombros de Annina. Hay una pequeña lucha y Annina grita)

Annina. Jan (Rick vuelve del salón de juego y ve la escena, y cómo Jan carga el brazo para golpear a Rinaldo. Rick se precipita para impedir el golpe pero la distancia es demasiado grande. Rinaldo cae al suelo, al mismo tiempo Rick logra alcanzar el interruptor y apaga la luz. Hay gritos y maldiciones. Lugo de un corto momento las luces vuelven a encenderse. Rinaldo está en el medio del escenario, de pie, se tapa el rostro con una mano. Está rabioso. Hay otras personas de pie. Rick está en el mismo lugar del momento en que se apagó la luz. Hay un cigarro en sus manos, el cual prende con calma)

Rinaldo (grita) A las puertas, que nadie salga. (mira a su alrededor con ira, pero los Viereck han escapado. Le habla a un gendarme que acaba de entrar) Busque en el salón de juegos. Busque una pareja joven. La chica es rubia. Están en ropa de andar. No pudieron haber salido. (se vuelve a Rick) Y ahora, mi imperturbable Ricky. Me explicarás que sucedió con las luces.

Rick. Simplemente sucedió.

Rinaldo (Alcanzando el interruptor tras la cabeza de Rick) Sucedió así.

Rick (Vuelve la cabeza lentamente) No.

Gendarme (volviendo del salón de juego) No están ahí, capitán.

Rinaldo (a Rick) ¿Dónde están?

Rick. No veo mejor que tú en la oscuridad.

Rinaldo (Mirando alrededor) No habrá más entretenimiento hoy, el Café Rick’s está cerrado. (Los clientes comienzan a moverse y a murmurar. Van lentamente hacia la puerta. Rinaldo le habla a un gendarme) Quédate afuera, mira a todo el que sale. Hay una sola puerta de salida.

Rick. Ahora, escúchame, Luis…

Rinaldo. Escúchame tú, mi amigo. Esto fue muy sospechoso. La luz se apaga y la gente desaparece. Quizá se las arreglaron para alcanzar la puerta, pero no lo creo. Si están aquí será mejor para ti que me lo digas, antes que yo los encuentre.

Rick. Te hablaré cuando estés calmado.

Rinaldo. Muy bien (mira a su alrededor) Hay una habitación arriba.

Rick. Sí.

Rinaldo. Subiré, y si los encuentro…

Rick (dándole la llave) Esto te lo hará más fácil (Rinaldo toma la llave y sube las escaleras. Rick le habla a Victor y a Lois, quienes han pagado su cuenta y están prestos a marcharse) Me gustaría que se quedaran.

Victor. Por supuesto (vuelven a sus asientos. Rinaldo baja las escaleras, con evidente decepción. Mira a Victor y a Lois. Le devuelve la llave a Rick)

Rinaldo. He dicho que el Café está cerrado.

Rick. Le he pedido a mis amigos que se queden, o es que debo permanecer solitario.

Rinaldo (a ellos) Váyanse, por favor.

Rick (a ellos) Los llamaré al hotel.

Lois. Hazlo, por favor (se marchan. Rinaldo, Rick y Rabbit están solos en la habitación)

Rinaldo. Por primera vez en tres años has cometido un error.

Rick. No seas tonto, Luis.

Rinaldo. El tonto eres tú. Esos chicos no sabrán a dónde ir si en realidad lograron escapar… y si no es así, tú te quedarás con ellos y con nadie más hasta que yo los encuentre.

Rick. Estarás mejor por la mañana.

Rinaldo. Veremos, Rick (Rick hace un gesto de despedida y Rinaldo se marcha. Rick se sienta. Rabbit permanece al piano, de espaldas a Rick. Permanecen en este estado hasta que la audiencia comienza a aburrirse. Entonces Rabbit habla sin volverse)

Rabbit. ¿Ahora, patrón?

Rick. No (se quedan sentados por un rato más. De repente la puerta se abre y Rinaldo se precipita al interior. Mira a su alrededor y se siente decepcionado) Hola, Luis.

Rinaldo (sonriendo) Tal vez cambié demasiado rápido de idea acerca de registrar este lugar.

Rick (impávido). Cuando quieras (Rinaldo sale. Rick espera un rato más) Ahora, Sam. (Rabbit se levanta sigiloso, va a la mesa donde estaban sentados Victor y Lois, tira de ella y se abre una puerta en la pared. Emergen Annina y Jan)

Telón.

Acto 3 Lugar. El Café Rick’s.

Hora. La noche siguiente.

Aunque todas las mesas están preparadas, no hay clientes. El Café aún está cerrado. No está tan iluminado como las noches anteriores, pero el escenario tiene buena luz.

Cuando sube el telón, Rick está solo en el escenario, sentado en su mesa, trabajando con algunos papeles y libros. De tiempo en tiempo mira a la puerta, como si esperara a alguien.

Luego de un corto tiempo, la puerta se abre y entra Rabbit.

Rick (alzando la cabeza) ¿Los conseguiste, sam?

Rabbit (avanzando hacia la mesa) Sí.

Rick (deja la pluma en la mesa) Déjame verlos (Rabbit saca dos billetes de avión de su bolsillo. En el momento que se los entrega a Rick, entra Rinaldo, vestido de uniforme de trabajo. Ve los billetes)

Rinaldo. ¿Así que has estado comprando billetes de avión, Rabbit?

Rick (con calma toma los billetes que Rabbit le extiende y los pone en su bolsillo) Sí. Estamos cansados de Casablanca.

Rinaldo. Pero Casablanca no está cansada de ti, Monsieur Blaine.

Rick. Vamos, vamos, Luis. ¿Por qué tan formal? (Rabbit va al salón de juego)

Rinaldo. Porque por primera vez en tres años estoy aquí como prefecto de policía y no como amigo.

Rick. No por primera vez, Luis. Recuerda. Cerraste el Café anoche.

Rinaldo. Hasta que no arreglemos esto, yo soy el capitán Rinaldo.

Rick. Bien. Entonces no será necesario para mí ofrecerle un trago. Con el local cerrado los tragos gratis son muy caros.

Rinaldo. Puedes abrir inmediatamente… depende de ti.

Rick. Escucho.

Rinaldo. Quiero a los Vierecks.

Rick ¿Los Vierecks?

Rinaldo (impaciente) Los jóvenes que estaban aquí anoche. Los que son responsables de la clausura de este local. A quienes lograste esconder con éxito.

Rick. Ya no parece esto un Café, parece una caja de ahorros. La noche pasada estabas buscando unos papeles, ahora a unos chicos. Yo solo vendo bebida y entretenimiento.

Rinaldo. Y billetes de avión.

Rick. Esos son para Sam y para mí.

Rinaldo. Estás bajo sospecha. No puedes irte.

Rick. Te olvidas de que soy un ciudadano americano.

Rinaldo. Ese pequeño detalle te mantiene fuera de la cárcel. Pero incluso, no te salvará cuando tengamos pruebas.

Rick. ¿Pruebas de qué?

Rinaldo. Revisemos los hechos en los pasados días. Primero un notorio vendedor de visas es arrestado aquí. Cuando lo registramos ya no tenía las letras de tránsito que sabíamos en su posesión en el momento de entrar a tu Café. Tú declaras no tener conocimientos de ellas. En la noche siguiente el prefecto de la policía, un buen amigo tuyo, es asaltado por un imbécil en presencia de la mitad de los ciudadanos de Casablanca. Las luces se apagan y los responsables del escándalo desaparecen. Una vez más, no sabes nada del asunto.

Rick. Lo siento mucho, pero no puedo protegerte de los esposos celosos.

Rinaldo (agudo) Pero puedes proteger al esposo.

Rick. Eso es ridículo.

Rinaldo. Es la vedad. Esos chicos jamás habían estado en Casablanca. Habría sido imposible evadirme sin ayuda por tanto tiempo. Eres la única persona que los conoce.

Rick. No veo muchas pruebas ahí.

Rinaldo. No para arrestarte, pero suficiente para que no te deje marchar.

Rick. ¿Es lo que has venido a decirme?

Rinaldo. No completamente (una pausa) No podré olvidar nunca lo que ha pasado, pero si me entregas a los Vierecks, te permitiré abrir el local.

Rick. Eso me hace pensar, verás… no te los puedo entregar si no los tengo.

Rinaldo (mueve la cabeza) Qué terco eres, Rick (se levanta para irse) Sin embargo, si cambias de idea llámame a la estación.

Rick. Si los localizo te lo haré saber.

Rinaldo (saliendo) Será mejor para ti si lo intentas (Rabbit vuelve)

Rabbit. Él está loco, patrón.

 Rick. ¿Sam, crees que te siguieron cuando compraste esos billetes?

Rabbit. No sé, patrón, pero llegó demasiado rápido.

Rick. No se puede hacer nada ahora. Mejor cerramos la puerta (Rabbit camina hasta la puerta y la cierra. Annina y Jan salen del salón de juegos y se acercan a Rick)

Rabbit. Si no tiene otra cosa, patrón, me gustaría ir arriba y dormir un poco.

Rick. Ve, pero más tarde te necesitaré (Rabbit va tras la barra y sube las escaleras)

Jan. Monsieur, lo hemos escuchado. No podemos permitir que se meta en problemas por nosotros.

Rick (Va a la barra y comienza a prepararse un coctel) Tranquilo, háblale al cerebro de la familia. Ella entenderá.

Jan. También lo entiendo. Su Café está cerrado. Está en problemas con la policía… y todo por culpa de mi estupidez.

Annina. No eres estúpido, Jan (Rick, sin palabras les alcanza un trago a cada uno)

Rick. ¿Tienen hambre, chicos?

Annina. No, Monsieur. No podríamos comer.

Jan. Monsieur Rick. Esto se está poniendo peligroso para usted. Tendremos que salir en algún momento y creo que es mejor si lo hacemos ahora.

Rick. Qué buena idea. ¿A dónde piensan ir?

Jan. Yo… Yo… no tengo idea. Está oscuro… y…

Rick. Y si van de aquí hasta la próxima esquina sin ser arrestados, te regalo el Café.

Jan. Aún así, Monsieur, creo que debemos irnos.

Rick. Será maravilloso para Annina cuando estés en la cárcel.

Jan. ¿Pero usted cuidará de ella?

Rick. No estaré en posición de cuidar de nadie. Piénsalo. Si sales por esa puerta estás acabado y eso no sería bueno para nadie. La única cosa que podría ayudarme es si yo mismo te entrego a Rinaldo.

Jan. Entonces lo haremos así.

Rick ¿Qué clase de canalla crees que soy?

Jan. Pero, Monsieur, no podemos estar aquí indefinidamente, y si usted no nos deja marchar, ¿qué debemos hacer?

Rick. Terminar sus tragos y darme tiempo para pensar (sale del bar y comienza a pasear nervioso por el salón. Ellos lo miran esperanzados. De repente se detiene como si una idea viniera a él. Se chasquea los dedos y luego niega con un movimiento de cabeza) No caeremos por eso (continúa el paseo. Luego de un corto tiempo dice suavemente) Sí, eso haremos (se vuelve a Annina) ¿Confías en mí?

Annina. Sí, Monsieur.

Rick. Bien, entonces siéntense (va hasta el bar y toma el teléfono) Hola, con la estación de policía, por favor (pausa) gracias (pausa) Hola, con el capitán Rinaldo, por favor (pausa) Hola, ¿Luis? (pausa) Soy Rick… Sí, sí, tú ganas. Comienzo a darme cuenta. (pausa) Hasta yo puedo cometer errores (pausa y risas) Bueno, ven, tengo algo que tal vez te interese.

Jan. Así que ha cambiado de opinión.

Rick. No en… (tocan a la puerta)

Jan. Rinaldo.

Annina. Está aquí.

Rick. No puede ser él. Pero vayan adentro. Muévanse (salen rápido hacia el salón de juegos. Rick va a la puerta y espía por la mirilla) Ah, eres túj (abre y entra Lois Meredith en un vestido azul)

Lois. Nunca llamaste.

Rick. No debiste haber venido.

Lois. ¿No sabes que siempre hago lo incorrecto?

Rick. No importa. Escúchame. Estamos en…

Lois. Veo que aún está cerrado el Café. ¿Lograron escapar los jóvenes?

Rick. Están bien, en realidad, irán a Lisboa con Victor y tú.

Lois. Es lo que vengo a decirte. Me quedo aquí.

Rick. ¿Y Victor?

Lois. Se irá cuando pueda.

Rick ¿Así que no pudiste soportarlo? ¿La partida se te hizo demasiado dura?

Lois. Para nada. Quiero quedarme porque tú estás aquí.

Rick. No tenemos tiempo para juegos, Lois. Estoy esperando a Rinaldo ahora.

Lois. ¡Rinaldo!

Rick. No te preocupes, lo he invitado.

Lois. Te reunes con la gente más agradable.

Rick. Se acabó el juego, Lois, al menos para mí. Voy a trabajar y si fallo… (toma aliento) Bueno, mejor no pensar en ello.

Lois. ¿Puedo ayudar?

Rick. Ahora que estás aquí, tienes que hacerlo. Escúchame. Debemos hacerle creer a Rinaldo que estamos terriblemente enamorados.

Lois. Eso es fácil.

Rick. Y que no nos importa un carajo Rinaldo.

Lois. Oh, Ricky, eso no me parece bien a mí. Yo… (un toque en la puerta la interrumpe)

Rick (mientras va a abrir la puerta) Todo va a estar bien si me sigues y, y… no, no necesitas saber.

Lois. Dime.

Rick. Iba a decir que te ves hermosa (abre la puerta y Rinaldo entra)

Rinaldo. Ricky, lo sabía… (ve a Lois y se inclina en un gesto para saludarla) Madame, esta es una hermosa sorpresa. (a Rick) No me dijiste que había una razón para cambiar de idea.

Rick. No tienes que saberlo todo.

Lois. Espero que no. (se acerca a Rick y pone una mano en su espalda) ¿Podemos beber algo, querido?

Rinaldo (astutamente) Ahora que estás a punto de abrir, creo que puedes permitírtelo, eh.

Rick. Por supuesto, y champán también (a Rinaldo) Luis, haznos el honor. (Rinaldo va al bar y trae una botella mientras Rick y Lois se toman de las manoas)

Lois. Nunca me dejes ir, Ricky.

Rick. ¿Estás segura de que nunca te arrepentirás de esta decisión?

Lois (Le mira directo a los ojos) Estoy segura (Rinaldo ha llenado las copas y se las alcanza)

Rick. A…

Rinaldo (Alzando su copa) Pero, Ricky: A el amor. (beben)

Rinaldo. Y ahora, Rick, los Vierecks.

Rick. Sentémonos un momento, Luis.

Rinaldo. Me gusta aquí. ¿Dónde están los Vierecks?

Rick. ¿Qué tipo de hombre eres, Luis?

Rinaldo ¿Los Vierecks?

Rick. Están aquí. En el salón.

Rinaldo (comenzando a caminar) Bien.

Rick (deteniéndolo) Ahora, Luis. Espera.

Rinaldo. Cuando los arrestes puedes abrir de inmediato.

Rick. Estás olvidando otra cosa que quieres.

Rinaldo. Cada cosa en su momento. Esta es suficiente por ahora (empuja gentilmente a Rick y comienza a caminar)

Rick. Las letras de tránsito, Luis. (Rinaldo se detiene) Es posible que también las tengas.

Rinaldo (gira) Ah, me haces creer que en realidad eres el mismo Rick de antes.

Rick (atrae a Lois cerca de él) Estoy deshaciéndome de lo que me molesta.

Lois. ¿Quieres decir que yo he causado todo esto?

Rick. Querida, para mí tu eres una especie de terremoto personal.

Rinaldo. ¿Tienes las letras de tránsito? (Rick asiente) ¿Dónde?

Rick. Debes hacer algunas concesiones, Luis.

Rinaldo. Ya te he dado permiso para abrir.

Rick. Quiero más que eso.

Rinaldo. ¿Dinero?

Rick. No, los Vierecks.

Rinaldo (mirando a Lois) No entiendo ¿qué pueden importarte?

Rick. No importa, pero si puedes poner a Lazlo en bandeja de plata para Strasser, ¿qué pueden importarte los Vierecks a ti? (Lois da un suspiro y Rick la atrae con fuerza hacia él)

Rinaldo (va hacia una mesa, se sienta y saca un cigarrillo de su tabaquera) a veces algo de ti me asusta, Rick. Tengo miedo de que seas demasiado sutil para mi mente gala.

Rick. No hay ninguna sutileza respecto a esto. No tengo ninguna razón para que me guste Lazlo, excepto que me trajo de vuelta a Lois (se vuelve para mirarla, ella permanece abrazada a él)

Rinaldo. No, Rick, no confío en ti. Hay algo mal.

Rick. Supongamos que le telefoneo a Lazlo, desde aquí, con tu oído en el teléfono para que escuches todo, y le pido que venga a recoger las letras de tránsito.

Rinaldo. Eso suena interesante.

Rick. Y puedes esperar con Lois y conmigo aquí, hasta que venga, y entonces atraparlo en el momento que recibe las letras de tránsito.

Rinaldo. Maravilloso.

Rick. Suficiente para dejar a los Vierecks y a la otra letra de tránsito para abandonar Casablanca.

Rinaldo (se recuesta en la silla) Entonces.

Rick. Es así, Luis. Tómalo o déjalo.

Rinaldo. ¿Qué me impide entrar a esa habitación y arrestarlos ahora mismo?

Rick. Eres demasiado astuto para eso. Ellos no son nada para ti… y Victor Lazlo significa mucho.

Rinaldo. No es un mal negocio. ¿Pero por qué tanto interés en los Vierecks?

Rick (se vuelve para incluir a Lois) Es nuestro último gesto de sentimentalismo… un tipo de paz ofrecida al amor.

Rinaldo. ¿Y cómo se siente usted, Madame? Usted viajaba con Lazlo.

Lois. Esa es mi ofrenda de amor.

Rick. ¿Entonces?

Rinaldo. Me gustaría escucharte usar el teléfono.

Rick (Camina abrazado a ella) Lois, cuando viniste aquí la otra noche, ¿lo hiciste por una visa?

Lois. Sí, Ricky.

Rick. ¿Pero incluso si hubiera sido un borracho disoluto, un donnadie, incluso así habrías dormido conmigo?

Lois. Sí, Ricky (ella alza la cabeza y el la besa en los labios antes de tomar el teléfono)

Rick (acerca el teléfono al bar Rinaldo lo observa de cerca) Hotel Splendide, por favor.

Rinaldo (A Lois, mientras Rick espera la llamada) Si alguna vez tengo que viajar y en un momento de debilidad le pido que me acompañe, por favor, niéguese.

Lois. No me lo pedirá. Soy un poco vieja para usted.

Rick (consiguiendo la conexión) Mr. Lazlo, por favor (Luego del comentario de Lois, Rinaldo ha sacado un cigarro de la tabaquera y lo golpea suavemente contra la tapa. Dice entonces con un toque de melancolía)

Rinaldo. Como dicen ustedes en América. Otro clavo de mi ataúd.

Lois. Deberia fumar más y beber menos, capitán.

Rinaldo (la mira inquisitoriamente) ¿Qué quiere decir, madame?

Lois. Exactamente lo contrario a lo que supone que dije, capitán.

Rick. Hola, Monsieur Lazlo. Soy Rick (pausa) Bien ¿y usted? (pausa) Lamentable, pero creo que tengo buenas noticias para usted. (pausa) No, aún estamos cerrados, pero hay esperanzas. Escuche. He pensado bien el asunto y quiero entregarle esos papeles que fueron dejados para usted aquí (pausa) No se preocupe por eso. Ella está aquí, esperándolo (Rinaldo le echa una ojeada a Lois, quien se muerde los labios)

Lois ¿Me da un cigarro, capitán?

Rinaldo. Le ofrece uno y se lo enciende.

Rick. Sí, traiga el equipaje. El avión a Lisboa sale en media hora (pausa). Correcto, y no olvide traer dinero suficiente (Rinaldo sonríe sardónico) No, no para eso, tengo algo más en mente (pausa) Guárdelo (pausa) Olvídelo, lo veo en unos minutos (cuelga y toma un trago del bar)

Rinaldo. Bravo, Ricky, bien hecho.

Rick (con una mirada) Eso espero.

Lois (caminando hacia él) Rick, quiero emborracharme… estar borracha por una semana.

Rick (sirviéndole más champán) A votre santé.

Lois. No champán, querido, brandy.

Rinaldo (también alza su copa) ¿Podemos brindar de nuevo por el amor?

Lois (Despacio) No, brindemos por Francia.

Rinaldo. Con todo mi corazón.

Lois (mira a Rick) A Francia y a París… como lo conocimos (beben)

Rick (alza la voz) Annina, Jan, vengan aquí (Annina y Jan entran lentamente desde el salón de juegos)

Rinaldo (civilizadamente) Buenas noches (Annina y Jan responden en un murmullo) Acérquense, vengan, esa no es manera de comportarse entre viejos amigos.

Rick. El capitán Rinaldo a consentido en olvidar lo que sucedió la noche pasada y permitirá que se marchen.

Rinaldo. Sí, si, gracias a las buenas palabras que Monsieur ha dicho por ustedes.

Jan (a Rinaldo) Gracias, Monsieur, pero no tenemos visas (Lois se acerca a Annina y le susurra algo)

Rick. Oh, sí tienen (va hasta el piano, levanta la tapa y saca el sobre que Ugarte le dio en el primer acto. Toma una letra del sobre y se la entrega a Jan. Con un grito Annina se separa de Lois y mira por encima del hombro de Jan)

Rinaldo. Debí haberlo adivinado.

Annina (decepcionada) Pero eso no son visas, Monsieur.

Rinaldo. No. Son mejores, madame. No tendrán dificultades para viajar con eso.

Annina. Usted es tan amable. No sabría cómo agradecerle.

Rinaldo. Monsieur Rick merece todo su agradecimiento.

Annina (A Rick) Monsieur, no podemos hacer mucho, pero rezaré por usted.

Rick (despacio) Dígala en nombre de un hombre llamado Ugarte… Creo que a él deben agradecer.

Lois. Annina.

Annina. ¿Sí?

Lois. Creo que podrías rezar también por mí.

Annina. Oh, madame, lo haré.

Rick. (Mete la mano en el bolsillo y se aproxima a Jan) Aquí tienes los billetes de avión.

Jan (tomándolos) Nos acordaremos de usted toda la vida, Monsieur (a Annina) Vamos, Annina (Jan comienza a caminar hacia la puerta, Annina se acerca a Rick y lo besa)

Rinaldo ¿Qué? ¿Y no hay besos para mí?

Lois. Ah, qué bien. Un amigo de la familia.

Rinaldo (mirándola) Sí, madame (toma a Annina de los hombros y la besa en la frente. Jan y Annina caminan hacia la puerta)

Rick (a ellos). Un momento. (A Rinaldo) ¿No estás olvidando algo, Luis?

Rinaldo. No creo ¿Por qué?

Rick ¿Qué tal si le dices a tus perros que se vayan?

Rinaldo. Oh, ellos no causarán problemas.

Rick. Luis, compórtate.

Rinaldo. Si así lo quieres. Debo…

Rick. Lo quiero (Rinaldo va hasta la puerta, saca su silbato plateado. Un gendarme se acerca inmediatamente)

Rinaldo. Permítanles marcharse. El local no está cerrado, ni siquiera bajo vigilancia.

Gendarme. Pero, capitán…

Rinaldo. Esas son mis órdenes.

Gendarme (saludando) Sí, mi capitán (Rick se acerca a la puerta y mientras Rinaldo trata de cerrarla él la mantiene abierta)

Rick. ¿Te importa, Luis?

Rinaldo (sonriente) Para nada, mi amigo (Rick mira afuera por un momento, parece satisfecho. Luego cierra la puerta)

Rick (a Annina y Jan) El avión se va dentro de poco. Vayan directo al aeropuerto. ¿Sabrán cómo llegar allí?

Jan. Sí, Monsieur (Van hacia la puerta, al llegar a ella Annina quiere decir algo pero sale cerrando la puerta tras ella)

Rinaldo (con una mirada) Me pregunto si fue sabio hacer eso.

Lois. No se preocupe, capitán. Estoy seguro que aún quedan mujeres en Casablanca.

Rinaldo (con mirada especulativa) Sí, oh, sí.

Rick (caminando hacia el bar) ¿Qué tal un trago?

Lois ¿Otro, querido?

Rick. Pensé que querías emborracharte.

Lois. Aún no. En un momento.

Rick. Ven aquí, querida. (Se mueve lentamente. De repente él la abraza y trata de besarla. Ella se resiste)

Lois. Rick, Rick, no estamos solos.

Rinaldo. No tiene importancia, como usted dijo… Un amigo de la familia (se besan. Se escuchan golpes en la puerta, ellos se separan.

Rinaldo (se mueve sigiloso) Yo debería estar en la otra habitación (Va al salón de juegos mientras Rick se dirige a la puerta)

Lois Oh, Rick. (toma a Rick por el brazo. Lo detiene y le mira a los ojos por largo rato)

Rick. Tantas cosas que recordar (se despega de ella y abre la puerta. Victor entra) ¿Dónde están tus maletas?

Victor. En el coche (A Lois) Traje las tuyas también, querida.

Rick. Aquí está tu letra de tránsito. No tienen mucho tiempo, el avión partirá en unos minutos. (Victor toma la letra) No tendrán ningún problema en Lisboa.

Victor. No, todo está arreglado.

Rick. Bien (Rinaldo sale sigiloso del salón de juegos)

Rinaldo. Monsieur Lazlo, está bajo arresto. La letra, por favor (Victor mira consternado a su alrededor. Lois se tapa la boca con una mano)

Rick (que ha sacado un revólver de su bolsillo y apunta a Rinaldo) No tan rápido, Luis, no tan rápido.

Rinaldo (lo mira boquiabierto por un momento) ¿Te has vuelto loco, Rick?

Rick. No. Tú has perdido el juego. Siéntate ahí.

Rinaldo (caminando hacia él) Baja el arma.

Rick (inmóvil) Luis, hará muy poca diferencia si después de esto tengo que dispararte, y lo haré si das un paso más (Rinaldo se detiene, estudia por un momento el rostro de Rick y luego se encoje de hombros)

Rinaldo. Muy bien.

Rick. Siéntate (Rinaldo camina hasta la mesa a su derecha, se sienta y saca la cigarrera)

Rinaldo. Espero que sepas lo que haces, pero me pregunto si sabes lo que significa.

Rick. Perfectamente. Tendremos tiempo suficiente para discutir eso más tarde (a Victor y Lois) Mejor se van ya si quieren tomar ese avión.

Lois (comienza a caminar hacia él) Ricky, no (Lazlo la toma del brazo, ella lucha por liberarse) Déjame, déjame.

Rick. Gracias, Victor.

Lois (con ira) Oh, tú, tú…

Rick. No, querida. Él tenía razón. Si hubieras corrido hacia mí, mi buen amigo el capitán pudo haber volteado las mesas (ella deja de pelear)

Lois. Está bien. No seré tan estúpida de nuevo. Pero, Victor, debes dejarme aquí. No me voy contigo.

Victor. Eso, querida, es enteramente tu decisión

Rick (agudo) Te vas, Lois.

Lois. No, no me voy, tonto. Estoy enamorada de ti otra vez. Es cierto que vine por una visa, pero cuando te vi las rodillas me temblaron. Estoy…

Rick. Te vas, Lois. No hay nada aquí para ti. Tú misma lo dijiste: estoy acabado. Victor aún está peleando y te necesita, Lois.

Lois (frenética) No me importa. Estoy…

Victor (arrastrando a Lois hacia la puerta) Gracias, Rick, y no importa lo que pienses. Aún estás luchando.

Rick. Victor (Victor se detiene y lo mira) Esos chicos que estaban aquí anoche, van en el mismo avión. Cuida de ellos.

Victor. Por supuesto. Y no hay nada…

Rick. Olvídalo. Tienen que alcanzar ese avión (Victor y Lois alcanzan la puerta. Victor sale primero. Lois se queda por un momento, se ve la silueta en el suelo)

Lois. Adios, Rick (Ella se va. Rick vuelve a su mesa, aún observando a Rinaldo y manteniendo el revólver en alto. Se sienta y hay un silencio)

Rinaldo. ¿Por cuánto tiempo pretendes mantenerme aquí?

Rick Eso depende (alza su voz) Sam, Sam.

Rabbit (desde el piso superior) Ya voy, patrón. (una pausa y baja las escaleras)

Rick (A Rinaldo) Recuerda, Luis. El no tiene nada que ver.

Rinaldo. Él no me interesa.

Sam (Quien ve el arma y se detiene) ¿Cuál es el problema, patrón?

Rick. No hay problemas, Sam. El capitán y yo queremos escuchar un poco de música. Ve al piano pero ten cuidado cuando cruces la línea de fuego.

Sam (perplejo pero obediente) Sí, patrón.

Rinaldo. ¿Puedo irme ahora? No quiero escuchar música.

Rick. No.

Rinaldo. Pero esto es absurdo. Se han ido. No hay razón para que me detengas aquí.

Rick. Solo por un tiempo más, Luis. Todavía hay teléfonos (Rabbit se ha sentado al piano y comienza a improvisar suavemente) Más alto y rápido, Sam, haz que tenga ritmo (Rabbit incremente el tempo, tocando alto y rápido. La música aumenta y se hace salvaje)

Rinaldo (histérico) ¿Tienes que tocar?

Rick. Sigue tocando, Sam (Rabbit obedece y de repente el sonido de un avión corta la música. Rinaldo y Rick miran hacia arriba, Rabbit deja de tocar)

Rinaldo. El avión a Lisboa

Rick. Y eso permite que te vayas. (Antes de que ellos se muevan la puerta se abre y entra Strasser rabioso)

Strasser. Imbécil. Cerdo estúpido. Se han ido. Van en ese avión.

Rinaldo. Lo sé.

Strasser. Y te quedaste neutral aquí. Eres responsable (Strasser ve el revólver. Rick lo toma y le apunta)

Rick. En el presente momento, estoy debatiendo fuertemente la posibilidad de matarlo. No veo ninguna razón para no hacerlo, excepto… que nunca he matado a un hombre (lanza compulsivo el revólver a la mesa. Strasser lo toma y le apunta)

Strasser. Está detenido.

Rick (fríamente) Aún no (se pone de pie suavemente. Rabbit lo mira con ojos agonizantes)

Strasser. Estoy esperando.

Rick (Comienza a caminar lentamente hacia la puerta) Hasta luego, Sam. Si yo fuera tú iría a buscar trabajo en el Blue Parrot (mientras pasa cerca de Rinaldo)

Rinaldo. ¿Por qué lo hiciste, Rick?

Rick (hace una pausa) Todo fue por dinero, Luis, por dinero. Me debes cinco mil francos.

(Rick camina hacia la puerta con Strasser mientras baja el telón)

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