Tres rosas amarillas. Raymond Carver

Alejandro Cernuda

Si me volvieran a preguntar quién ha sido el escritor más feliz, pues es oficio de muchas tristezas, daría sin dudar la misma respuesta: Antón Chéjov. Pocos a su altura han logrado acumular el prestigio tanto en el arte como en la vida. Para muchos de sus contemporáneos Chéjov fue un escritor de renombre nacional, una figura respetada por quienes amaban el teatro y la narrativa; para las personas que lo trataban en el día a día, Antón Pávlovich era el médico más servicial y humano que conocieron. Hasta su propia muerte se debió a la lucha contra la enfermedad de los otros.

Poco después de pasar a mejor vida, la fama de Chéjov cruzó las fronteras de su patria y las traducciones se sucedieron. Tal vez el mayor homenaje que le ha hecho la literatura sea este pequeño cuento: Recado, de Raymond Carver.

Raymond Carver. Retrato

Retrato del escritor norteamericano Raymond Carver

No podía imaginar Raymond Carver o tal vez sí- que cuando en el cuento Tres rosas amarillas, menciona El jardín de los cerezos de Antón Chéjov, y dice que fue su última obra. no podía imaginar, repito o tal vez sí- que estaba escribiendo él mismo la última suya. Tres rosas amarillas fue el último cuento de Raymond Carver, quien se despidió de este mundo un poco después del punto final, de cáncer en los pulmones, y eso sí lo sabía, o pudo presentirlo, pues se tomó la libertad de describirse a sí mismo como un cigarrillo pegado a un cuerpo humano.

Cualquier lector a primera vista afirmaría que Tres rosas amarillas o Recado, como lo tituló el autor, es un cuento sobre la muerte de Antón Chéjov; esa es la principal trampa de este último juego literario de Carver: cualquier otra conceptualización ideada por los críticos quedará menos adecuada pues el tema no es lo importante; sino el maravilloso juego de la forma, a manera de tributo a la obra del mismo protagonista.

En Recado, Raymond Carver imita la forma de los tiempos chejovianos, y eso ocurre en las tres primeras partes de las cuatro en que los críticos han dividido el cuento.

Luego de la muerte del protagonista la historia de bifurca, se va a la mente de Olga, y es imposible saborearla en su totalidad si no se atiende a la gramática. Como si el autor, además del simbolismo de las rosas amarillas, quisiera dar a entender que luego de la muerte de un escritor muere un lenguaje, pero sigue la literatura por otros caminos.

La muerte de Antón Chéjov no estuvo exenta de un realismo mágico, ajeno a la literatura de su tiempo. Es también una de las muertes más comentadas de la literatura, y gran parte de esto lo tiene el cuento Tres rosas amarillas, del escritor norteamericano Raymond Carver.

En este cuento se narra el desarrollo de la tuberculosis del gran escritor ruso y, en contraposición, el espectral devenir de sus personajes. El cuento es acucioso en los detalles faccionados y por otra parte, un tanto documental en las zonas donde el autor se ha basado en los testimonios consultados.

Lectura del cuento Tres rosas amarillas, del escritor Raymond Carver.

El contrapunteo entre la imaginación de Olga y la terrible simplicidad del camarero que sólo piensa en el mejor modo de recoger el corcho de la botella, que ha caído al suelo, hacen del final de la historia un precioso estudio de lo que es la posteridad.

Raymond Carver consultó una amplia bibliografía para escribir este cuento. Entre ella, la biografía de Antón Chéjov; la correspondencia y los diarios de Gorki, Tolstoi y María, la hermana de Chéjov. Es curioso que haya hecho todo esto para concebir una historia mitad real y mitad ficción.

El cadáver del gran dramaturgo y cuentista ruso fue repatriado de La Selva Negra en un vagón de ostras, para que luego confundieran el cuerpo de un general con el suyo y la comitiva de amantes de la literatura se fuera al cementerio con el muerto equivocado.

Bajo la luz del vitral
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