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Me encanta hablar de energía, dice este hombre. Entre los logros de Vaclav Smil se puede contar el hecho de que Bill Gates se haya leído los 36 libros que ha publicado. Este científico checo canadiense tiene además el don de la polémica, el de comunicar, el de convencer. Apenas se toma un respiro en sus largas conferencias llenas de números, de anécdotas. Es un especialista en todo, uno de los pocos que más o menos se puede llamar así sin temor a equivocarse.
Nadie defiende hoy como él la cada vez menos popular teoría de que aún estamos empezando la era del consumo. Aunque no estemos de acuerdo con él -el mismo Bill Gates dice que no comparte su oscura visión del futuro-, escuchar a Vaclav Smil es un ejercicio de inteligencia, como tal vez lo haya sido escuchar a los filósofos de Atenas. Es una de esas pocas personas que se pueden escuchar hoy y envuelven con el monólogo. Conoce la historia del mundo, de la ciencia y de los muchos consumos iniciados por el ser humano. Conoce los innombrables abismos de la inequidad. Su inglés, en un tono germánico, se alza hoy contra el sueño verde.. La cuenta no da, dice, no hay tiempo. Pronto tendremos coches eléctricos, no. Pronto morirá el petróleo y el carbón, Pues mire usted que no. Lo dice el doctor Smil.
El ser humano puede parar, no el conjunto de los seres humanos. Hay están los datos, según él. Disminuye la gente que compra coches poco ahorradores pero el consumo de combustible sigue creciendo a nivel mundial. La revolución china es sólo el comienzo de otras revoluciones industriales que se sucederán, tal vez a menor escala, pero adicionadas a las que ya existen, en el resto del mundo.
Vaclav Smil se explica en este video de Youtube
Según los cálculos de Vaclav deshacerse del monóxido de carbono es más caro que la energía obtenida con el combustible que lo emanó. Ningún adelanto tecnológico cambiará esto. En cuanto a la energía verde, acorde a la historia del mundo, ninguna revolución energética ocurre con facilidad o rapidez. Todas han tomado siglos y esta, la verde que esperamos, no será la excepción. El precio que deben pagar los países como China o la India para renunciar a la explotación de sus yacimientos de carbón, en detrimento de su nivel de desarrollo, ese precio no lo van a pagar. Es cada vez mayor la opinión entre los intelectuales de esos países que la contaminación es un problema creado por occidente, no por ellos.
La revolución del shale oil (petróleo de esquisto) ha tornado todas las estadísticas. Aún se explota en pocas regiones del mundo, pero con lo que se saca de él en Estados Unidos, ha bastado para mantener en jaque al precio del oro negro desde el año 2015. Y aunque esto no sucediera, una subida del precio del petróleo a más de 80 dólares reavivaría al apetito de crudo en lugares donde es caro obtenerlo, por ejemplo Alberta, en Canadá, donde las reservas son mayores que en Arabia Saudita.
Según nuestro científico y conferenciante, no veremos los que vivimos hoy el final de la era del combustible fósil. Un producto suele acabarse primero en términos económicos. De lo que he aprendido con Vaclav Smil, cuando un yacimiento de petróleo era abandonado, aún quedaba dentro de él el 70 % del oro negro, sólo que en términos económicos era menos lucrativo obtenerlo. Hoy, con los avances tecnológicos, un pozo vacío se traduce en algo así como que aún tiene la mitad del petróleo en su interior.
Las energías renovables no crecerán al ritmo esperado, dicen sus cálculos matemáticos, porque pensamos con mentalidad de mundo desarrollado, no con la mentalidad de los países que hoy pujan por ganarse un lugar más alto en la carrera por el desarrollo económico, países que también suelen tener un incremento espectacular de la población y por tanto de los consumidores de energía. Para Vaclav Smil la única solución al problema ecológico es disminuir el consumo, con medidas coercitivas si fuese necesario. Quienes miran a la ciencia como salvadora, pueden terminar decepcionados.
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