Agustín Acosta Bello. Su vida y obra. Mireya Cabrera Galán

Alejandro Cernuda



Hay dos tipos de textos biográficos, aquellos que estudian el ser concreto y buscan antecedentes y aventuran una visión psicología desde el espíritu crítico; los otros van a la esencia del hombre a través del panegírico, ese antiguo arte griego de la adulación. El texto crítico está basado en la entrega de un cúmulo de información, casi siempre apoyado en reflexiones paralelas de otros autores y en el análisis de las condiciones sociales que embargan al biografiado.

El segundo modo de contar la vida de un hombre lleva en sí el compromiso del lenguaje, pretende convertirse la biografía en obra de arte. Así, el posmodernismo ha traído el fenómeno de conocer a fondo la vida y obra de los más grandes agentes de nuestra historia, mientras otras corrientes artísticas iban a la esencia y nos dejaron libros que releemos porque recuerdan en su sabor a la novela, esos libros que nos crean paradigmas, en tanto “el ser ideal” es una categoría superior al ser humano.

Hoy tenemos en librería una exclusión, un libro entre dos aguas: Agustín Acosta Bello. Aproximación a su vida y obra. De Mireya Cabrera Galán, una escritora mexicana. Este texto, sin dejar de presentarnos aspectos concretos de la vida y la personalidad del poeta Agustín Acosta, pretende ser leído a través del arte, no el de una biografía novelada, sino el propio arte de quien fue Poeta Nacional. La propuesta, sin caer en la exaltación, deja que el artífice nos envuelva en el espíritu de su literatura. Y como está contado así, a través de su propia poesía, y también de su prosa, el libro se convierte en complemento de lo que viene siendo necesario: conocer al escritor en primer lugar por una visión privada de lo que entregó en su momento al público.

Y dio mucho Agustín Acosta, basté decir que, amén del mencionado lauro de Poeta Nacional o ser miembro de la Academia de Artes y Letras desde 1938, su libro La zafra está considerado el inicio de la poesía social en Cuba, de la que ya se ha dado mucha sin que los poetas tengan la maestría de trabajar el verso desde una intimidad que dificulta convertir el acto poético en himno y, por el contrario, leerlo es un encuentro entre la belleza y la reflexión. Su poesía es sencilla e inteligente y por eso, al terminar de leer alguna de sus obras, nos deja con la mente en algún lugar, en una idea limpia y clara como si fuéramos un poco más altos o puros. Como ahora nos deja Mireya Cabrera Galán, agradecidos y preocupados a la vez al pensar que un libro en primera instancia de carácter informativo y de reflexión tenga que asumir el trabajo de dar a conocer la obra de un poeta fundamental, olvidado en el proceso editorial cubano.

Agustín Acosta junto a su esposa Consuelo

Agustín Acosta.,Poeta Nacional de Cuba, y su esposa

Aprovecho este espacio para rendir tributo a Florentino Morales, amigo de Agustín, quien cumplió este cinco de enero ciento dos años de su natalicio. Mientras estuvo entre nosotros supo dedicar su vida a la investigación y el arte. Su nombre aparece en varias partes del libro de Mireya Cabrera Galán, y es conocida esta amistad por los cienfuegueros que saben de Agustín o de Florentino… Fue el amigo del poeta, cuando antes de ser publicados Agustín leía sus versos de La zafra en Jagüey, cuando Agustín viene a Cienfuegos. Cuando se va de Cuba y Florentino lo acompaña al aeropuerto. Si en el libro es el amigo, no el poeta ni el historiador… qué será para nosotros el hombre que más conoció y quiso esta ciudad.

Le recomendamos leer Esta demanda a manera de sátira que es la Carta de Beienvenido Rumbaut a propósito de Agustín Acosta

También los lectores, a medida que se avanza en el libro, nos vamos haciendo amigos del poeta. Nos sonreímos de sus éxitos y buscamos alivio en la próxima página a la desventura que le acontece. Porque Agustín se fue y murió en Estados Unidos, y como si los lectores nos despidiéramos agradecidos de esta Aproximación a su vida y obra, el último capítulo comienza a parecernos una novela. Ahí está el drama de la enfermedad, la lucha por reunirse con la hija de su esposa Consuelo, en los Estados Unidos, la despedida de los amigos en el aeropuerto, la muerte de José Manuel Acosta, el hermano pintor. Si estas penas ajenas llegan a conmover algo en usted, lector, entonces lleve la alegría de bien haber leído.

Para un estudio de la histeria femenina
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