Bahai. Una religión desconocida

Alejandro Cernuda



La fe de los bahais acusa un crecimiento impresionante para su edad y el concepto que tienen sobre los métodos de proselitismo. En poco menos de 200 años han logrado aglutinar más de 5 millones de fieles -aunque hay quien diga que son cifras alteradas por la propia organización- y es hoy la segunda doctrina religiosa con representaciones en más países. Según datos de la propia organización están presentes en más de 100 000 localidades, repartidas por casi la totalidad de países del mundo. Surgida en un marco internacional muy distinto a las demás instituciones de su tipo, cuando la época de los enciclopedistas y la Revolución Francesa habían cambiado el mundo, la religión Bahai constituyó un modelo bastante dinámico entre la sociedad y la fe.

A partir de los años sesenta este culto con base iraní ha tenido una expansión explosiva. La mayoría de sus fieles se encuentran en La India, pese al crecimiento, es aún una religión apenas conocida en el mundo occidental.

La doctrina Bahai

Plantean que toda creencia monoteísta es válida, que todos los profetas anteriores a Bahaullah son válidos y que seguirán apareciendo. Creen que la paz mundial depende de un gobierno globalizado, sus creyentes deben respetar la ley, aunque esta contradiga en algunos momentos ciertas normas de su culto, la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, el trabajo es una manera de honrar a Dios, no hay sacerdotes, promueven la mezcla de razas (el matrimonio entre personas de distintas razas es altamente apreciado por sus seguidores) y de creencias, etc. Son muchos preceptos y acciones que sitúan a la religión Bahai como un paso revolucionario en la relación dogma sociedad y los convierte casi una organización no gubernamental con buenas relaciones en la ONU.

Desde el principio la religión Bahai, nacida a la par de muchos movimientos democráticos, estuvo marcada por este tipo de labor institucional. Sus principales líderes se han movido por el mundo occidental proclamando su credo y a la vez un parecer un tanto optimista acerca del futuro mundial. Si bien su número de creyentes no es grande en comparación con otros sistemas de creencias, los seguidores de Bahauallah han encontrado su sitio en el mundo de la oferta de la fe, donde la competencia es ya difícil y hay -había ya cuando ellos llegaron- opciones en todas las esquinas del mundo.

El fundador de la religión Bahai

Bahauallah, el líder religioso que fundó las bases de este culto nació en Persia, en noviembre de 1812. A los 27 abrazó la religión Bab, lo que, con el transcurso de los años le trajo algunos años de prisión y tortura y exilio, aunque no tanto como a otros compañeros de fe, quienes sufrieron la reacción de los líderes musulmanes. El babismo, doctrina de la que se alimentó la exitosa religión Bahai, murió a golpe de asesinatos y juicios sumarios. Hoy apenas quedan unos pocos miles de seguidores de Bab desperdigados por Irán. Pese a que los bahais tampoco son bien mirados en muchos países musulmanes, por ejemplo, Irán, donde han sido acusados de ser espías de medio mundo, es indudable que han tenido mejor suerte.

Mapa imperio Otomano

Recorrido de Bahá'u'lláh durante su exilio por el Imperio Otomano.

En 1844 un mercader se llamó a sí mismo Bab (La puerta) y bajo su propia interpretación del islam llegó a la peligrosa conclusión de que Dios estaba a punto de enviar un nuevo profeta. Para los bahais ese hombre llegó, ya estaba ahí y se llamaba Mīrzā Ḥosayn ʿAlī Nūrī, más conocido como Bahauallah.

La historia de Bahuallah (en árabe significa Gloria de Dios) es bien conocida, así como las acciones de su hijo y su nieto. Tres varones que fueron líderes de esta congregación y cada uno jugó un papel fundamental en la historia de su fe y el proceso de globalización casi eléctrico desde que en 1863 Bahuallah declaró haber tenido una revelación divina, hecho que le dotó de muchos seguidores y cuarenta años de exilio. En realidad, fue un preso permanente en los últimos años de su vida. Los pasó en la Mansion de Bahjí, una lujosa propiedad desde donde dirigía, mediante sus hijos, a sus ya numerosos seguidores en varios países, pero de la que le estaba prohibido salir.

Residencia de Bahá'u'lláh

Mansión de Bahji. Última morada de Bahá'u'lláh, fundador y profeta de la Religión Bahai. Acre, Israel. Fuente Wikipedia.

Él y sus continuadores escribieron bastante y ése es también uno de los puntos cruciales de esta religión: la labor intelectual inmediata: leyes, cartas, libros de estudio, cantos, traducciones, conferencias, todo lo hicieron estos tres integrantes de la Sagrada Familia, y cada vez más en función de llegar a acuerdos con los gobiernos e instituciones, pues hay en los bahais cierta confianza en que el mundo se arregla desde arriba. 

Bahauallah, en sus años de cárcel escribió varias cartas a dirigentes mundiales (Napoleón III, Guillermo I, el zar Alejandro II, la reina Victoria, el papa Pio IX) En su momento estas cartas no sirvieron de mucho, pero hoy son documentos interesantes pues en ellas el profeta expone muchos términos fundamentales de la fe Bahai y nos transmite una idea de sí mismo, de sus motivaciones e intereses.

Era un hombre informado. Cita palabras de Napoleón III sobre la guerra en Crimea, sabe que la reina Victoria ha prohibido el tráfico de esclavos y que ha entregado el poder a la Cámara, sabe de los movimientos democráticos, les escribe a los presidentes de América, agradece al zar Alejandro II la preocupación mostrada por uno de sus súbditos. llama a todos a ser reconocido como profeta, regaña, advierte. Dice de su situación en la cárcel y en el exilio, pero sin implorar otra cosa que no sea una revisión de la conciencia de estos dirigentes.

Dentro de la doctrina Bahai tropezamos con otros puntos atendibles.

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