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Muchas han sido las teorías que hablan del próximo fin del mundo. Entre ellas y para nosotros, fue particularmente importante la proporcionada por el calendario Maya, o más bien nuestra errónea interpretación. El fin de este calendario, el 21 de diciembre de 2012, fue asumido como la destrucción del mundo y sitios aledaños, reforzada la teoría con no sé qué afirmaciones de reversión geomagnética, invasión extraterrestre, colisión con el planeta Nibiru, cuerpo celeste legendario en la tradición babilónica que algunos textos identifican con Júpiter y otros con la estrella polar, en cualquiera de estas dos opciones significaba un buen trancazo.
El fin del mundo, a propósito del calendario Maya, se dio por sentado en muchas casas esotéricas y muchos tomaron precauciones orgiásticas antes de aquellas navidades. Aquellos que no estaban dispuestos a que le quitaran lo bailao, corren el riesgo de todos los que hoy gritan Carpe Diem a voces y tienen el percance de seguir viviendo.
Las predicciones del próximo fin del mundo han partido de una base documental, por ejemplo, la vez que tuvimos aurora boreal en el Caribe, La Biblia o el mismo calendario Maya; o de una conversación con seres alienígenas (1954), un cálculo astrológico (1919, 2000).
Algunos iluminados han sobrevivido a su apuesta, por ejemplo en 1919 Albert Porta, quien apuntó el fin del mundo para ese año a causa de una inusual alineación de los planetas. El fallo le arruinó su carrera como meteorólogo y lo convirtió en un simple periodista (¿Vienen todos los periodistas de un sueño mayor?)
Tenemos también el conocido caso de Charles Taze Russel, quien dicen, predijo el fin para el año 1914. De la Biblia vino su cálculo, y a este Libro nadie le quita el número uno como fuente de profecías apocalípticas, de hecho hay unas cien implícitas en sus textos y otras tantas alrededor. Hemos sobrevivido a muchas, en especial el tortuoso año 2000, que vino con varias, acompañada del error del milenio y esa intención del hombre a cerrar sus cálculos con 00 al final.
Esta carta y otros documentos estuvieron en posesión de una familia de Portsmouth hasta el año 1936, luego fueron vendidos en Sotheby's. La colección de documentos teológicos fue adquirida por Abraham Shalom Ezekiel Yahuda. Tras su muerte en 1951 los legó al Estado de Israel, pero, a causa de un litigio respecto al testamento, no llegaron allí hasta 1969. La universidad de Jerusalén hizo pública una copia de la carta en 1991 y entonces el mundo supo de la profecía.
Isaac Newton es conocido y respetado por sus teorías científicas. Hay, sin embargo, un mundo desconocido a su alrededor, tanto en el campo de la política como la mística. Fue un teólogo que aplicó a sus predicciones la misma rigurosidad matemática que a la dichosa manzana. A él le toca el turno en este importante próximo fin del mundo, programado para el año 2060.
Los textos y en especial la carta fechada en 1704, en la que Newton expone su cálculo de la fecha, se encuentra hoy en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Es de temer este hombre que no es un iluminado ni habló con los extraterrestres, sino que calcula con la misma fiebre que hizo temblar a los académicos de otros tiempos. Por suerte, un análisis moderno de la carta comprueba que Newton se basó más en sus creencias religiosas que en la matemática.
Al final de este fragmento de la carta manuscrita por Isaac Newton en el año 1704 se puede observar la fecha de 2060. Término formulado por el afamado científico para el fin del mundo
Todo parte de esta frase del libro de Daniel 7: 25 Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
¿Pues qué hace un matemático con esto? Si tiempo =1 año y tiempos =2 años entonces queda: 1año + 2 años + ½ año = tres años y medio, o sea 1260 días a años de 360. Un poco por los pelos, pero así mismo va la cuenta.
Al igual que otros teóricos del asunto, Newton creía que los periodos proféticos que aparecen en el libro de Daniel 1260, 1335 y 2300, significan en realidad años. Una idea que no es tomada a priori, pues Ezequiel 4:6 dice: Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado. Y Números 14:34 Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo.
El caso que nos ocupa, los 1260 días que ahora son años, se mencionan siete veces en La Biblia (libros de Daniel y Apocalipsis). Newton considera que 1260 años es el periodo que durará la Apostasía de la Iglesia Trinitaria, o sea, los católicos, elemento que contribuyó a la fama de su teoría entre los protestantes-.
Se sabe entonces que el problema está en delimitar el año exacto en que esta Apostasía comenzó. Con ese número no hace falta llamarse Newton y por tanto, no sería propio de él si no complicase un poco las cosas. Está claro que 2060 - 1260 = 800, pero qué ocurrió ese año para que Newton lo eligiera; pues que Carlomagno fue coronado en la Iglesia de San Pedro por el Papa León III. Ya había Papa y, por tanto, según sus pensamientos, apostasía en el mundo, pero su reino en occidente se afirmó totalmente con aquella coronación.
El científico de la manzana trató de huir del 00. Probó otros números, pero hoy está claro que al final de su vida la teoría más fuerte era la del próximo fin del mundo en el año 2060; comoquiera, el hombre prudente al fin expone en un tono, digamos que optimista: Nuestro mundo puede acabar después, pero no veo razón para que acabe antes; y adiciona. Digo esto no para predecir el fin de los tiempos, sino para poner fin a las frecuentes especulaciones.
La mayor preocupación de Newton no era determinar una fecha, sino evitar las discusiones sobre la infalibilidad de la Biblia como revelación divina. Asunto en el que creyó toda su vida.
Más amable para nosotros que el terrible 2000 o el erróneo 2012, pues ya en la de Newton, mis lectores y yo estaremos cumplidos en mayor o menor medida.
La carta, donde se habla del próximo fin del mundo o tal vez del segundo advenimiento de Jesús, fue escrita en el año 1704. Desde ese punto hasta su muerte en 1727, Newton conversó, tanto de primera mano como por correspondencia, con otros teólogos famosos de su tiempo. Los contemporáneos que lo conocieron parecen estar de acuerdo en que el famoso matemático y filósofo, pudo haber cambiado de opinión y calcular la fecha desde el año 756 DC. Año en el que ocurrió el famoso evento conocido como la Donación de Pipino, lo que dio lugar al comienzo del poder temporal de los papas.
Todo parece inducir a que esta variación de la teoría de 1704 no tuvo lugar en este mundo.
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