Isak Dinensen. Ese tipo de vida que es la esperanza del universo

Alejandro Cernuda


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Un día llegó un mensaje a mi teléfono. Eran las dos de la madrugada. Un texto que sólo necesitaría del anonimato para ser perfecto el comienzo de esta historia. El mensaje decía: Próximo paso, Isak Dinensen.

Escritora Isak Dinensen

Isak Dinensen (Karen Blixen).

Karen Blixen o si lo prefieren Isak Dinensen fue una señorita de la aristocracia, una baronesa arrastrada al exotismo africano. Contagiada de sífilis por su esposo -enfermedad que también acabó, indirectamente, con la vida de su padre-, enamorada de un aventurero, autora de la mejor novela -sin ser éste para nada su mejor libro- que se ha escrito sobre la vida de los blancos en el Continente Negro. Una mujer con seudónimo masculino para poder publicar y pese a todo publicada primero en Estados Unidos y muy luego en su país; el mismo libro que los editores europeos clasificaron de demasiado fantástico: un libro que nadie publicaría y nadie iba a comprar y que hoy no es nada más que una joya, Siete cuentos góticos. No sólo fue una gran escritora, fue la mejor conversadora, según la opinión de Truman Capote.

Hay algo desconcertante en eso de nacer y morir en el mismo sitio luego de haber tenido una vida y una literatura tan exótica. He conformado una lista íntima de los cuentos que más me gustan. Este ejercicio de la nostalgia y la admiración tiene la particularidad involuntaria de contener nombres para nada famosos y en otros casos a célebres autores, pero casi nunca en sus cuentos más conocidos. Están, entre ellos, Las joyas, de Maupassant; La mascarilla, de Kawabata; La luz del mundo, de Hemingway; El Aleph, de Borges, el cuento de Rafael Puig sobre el tigre en el cañaveral; Si me necesitas llámame, de Carver; La dama del perrito, de Chejov; etc. Cuando leí a Isak Dinensen por primera vez esta lista se me removió como un mal de estómago. De repente casi todos sus textos se creyeron con potestad de incluirse en mi catálogo. Esa viejecilla sifilítica se me abalanzó desde cada historia con el propósito de alucinarme y luego me enteré de la existencia de otros cófrades en igual trance que yo.

Acerca de Isak Dinensen

Nació en el pequeño pueblo de Rungsted, una barriada costera del municipio de Hørsholm, al norte de Copenhaguen. Un hermoso asentamiento, a juzgar por las fotos, hoy con un puerto donde tienen cabida más de ochocientas embarcaciones. En este lugar comenzó y terminó su vida Isak Dinensen. Se casó en 1914, en Kenya, con su primo lejano y extranjero, pues era sueco y ella danesa, Bror von Blixen-Finecke -nunca se habla mucho de él, pero también escribió un libro y tuvo una vida llena de aventuras-. Montaron una plantación de café: The Karen Coffe Company, para ello compraron, en 1917, una granja de 4500 acres. Allí ocurrió tal vez el periodo más importante de su vida. Rodeada del ambiente exótico, con un matrimonio que duró poco y mal, pero con el respeto ganado de los lugareños a costa de bondad y buena puntería. Llegó a ser para ellos <>

Los amores de Isak Dinensen

Conozco una cura infalible: el agua salada. Ya sea en forma de sudor, lágrimas o agua de mar.Karen Blixen

Allí, en un club de caza de Kenya, también conoció al aventurero Denys Finch Hatton, una historia tal vez un poco exagerada en lo romántico, debido a la película <>, de 1985, donde Finch Hatton es interpretado por Robert Redford. Si podemos aportar otro dato sobre la vida amorosa de Isak Dinensen -y que me perdone Robert Redford- al final de su vida se le oyó decir que si algo le hubiera gustado volver a vivir, era irse de safari con Bror. Aquel marido que la contagió de sífilis. A propósito de Bror von Blixen Finecke, se casó un par de veces más; el 1 de agosto de 1928 con la aristócrata inglesa Jacqueline Harriet <> Alexander, romance que duró poco pues, al ella irse a visitar a su madre en Inglaterra y coincidir esto con la visita a Kenya de la aviadora Eva Dickinson, en 1932, quedó sellado lo que sería su segundo divorcio en 1935. Se casó con la aviadora y se fueron de luna de miel a La Habana, o mejor dicho, de paseo por las islas del Golfo con Hemingway y su esposa Martha. Luego Eva murió en un accidente automovilístico en Turquía, mientras trataba de cumplir el sueño de su vida de recorrer en coche la Ruta de la Seda.

El barón, quien se enteró al año siguiente, quedó devastado y murió un tiempo después, también en un accidente de coche, donde iba como pasajero. De él su nieto escribió un libro cuyo título parece aclarar un poco aquella frase de Isak Dinensen que hemos citado antes: El hombre que las mujeres amaban.

Los amores de Finch Hatton

 En cuanto a Denys Finch Hatton. Se comenta que tuvo un romance con quien después fuera una afamada aviadora -también- Beryl Markham, la primera mujer que cruzó de este a oeste el Atlántico en solitario y que, valga la redundancia, también escribió un libro. Por lo demás, de Denys se ha sugerido su posible homosexualidad, debido a su íntima relación con el expatriado británico Berkeley Cole, de quien sólo sabemos que era fumador. Denys Finch Hatton murió en un accidente de aviación en 1931, también.

Isak Dinensen junto a Marilyn Monroe

Isak Dinensen acompañada por la actriz Marilyn Monroe

El regreso a Europa y la carrera de escritora

Sólo sabes que estás realmente viva cuando has vivido entre leones.Karen Blixen

La muerte de Finch Hatton y la bajada del precio del café debido a la depresión económica hicieron que Karen Blixen abandonara su querida África. La granja fue vendida a unos productores locales y ella volvió a su Rungsted, en Dinamarca. Entonces comenzó a escribir de una manera profesional. En 1934 publicó, en Estado Unidos, Siete cuentos góticos. Fue la primera vez que firmó con el seudónimo de Isak Dinensen. Esta publicación fue un paso electrizante. El libro fue bebido por el público y aceptado con entusiasmo en Estados Unidos, luego en Inglaterra y por fin en su país. Le siguió a este éxito su libro más conocido hoy: Memorias de África, publicado en 1937. A partir de ese momento ya nada pudo parar su exitosa carrera.

Libros de Isak Dinensen

Se incluye en esta lista los libros a partir de 1934 y aquellos que con carácter póstumo fueron publicados más tarde. También un par de títulos sobre la autora danesa.

Siete cuentos góticos (1934 en Estados Unidos, 1935 en Dinamarca)

Memorias de África (1937 en Dinamarca e Inglaterra, 1938 en Estados Unidos)

Cuentos de invierno (1942)Los ángeles vengadores (1946)Últimos cuentos (1957)

Anécdotas del destino (1958)Sombras en la hierba (1960 en Inglaterra y en Dinamarca, 1961 en Estados Unidos)

Ehrengard (póstumo 1963)

Carnaval y otros cuentos póstumos (póstumo 1977)

Daguerrotipes y otros ensayos (póstumo 1979)

El matrimonio moderno y otras observaciones (póstumo 1986)Cartas desde África, 19141931 (póstumo 1981)

Karen Blixen en Dinamarca 19311962 (Póstumo 1996)

Karen Blixen en África, 1914-31 (Póstumo 2013)

Enfermedad y muerte de Isak Dinensen

Tal vez él sabía, y yo no, que el mundo era redondo y por tanto no se podía ver tan lejos al final de la carretera.Karen Blixen

Pese a que es extensivamente conocido su padecimiento de sífilis, los análisis dieron negativos a partir de 1925. Su capacidad intelectual sugiere, además, no padeció deterioro mental debido a esta enfermedad, típico en sus últimas fases. Y tampoco envenenamiento cerebral por el uso de mercurio en los tratamientos. Sí sufrió una suave pérdida de sensación en sus piernas debido al tratamiento con arsénico en África.

Isak Dinensen murió, en 1962, de anorexia nerviosa, así lo afirma Linda Donelson, quien analizó profundamente su historial médico, quien aventura que sus padecimientos aun la sífilis- eran psicosomáticos. Tenía 77 años y según los partes médicos, la causa fue una malnutrición. En 1955 hubo que extirparle parte de este debido a una úlcera. El motivo real de este padecimiento continúa siendo desconocido; aunque las úlceras y los padecimientos gastrointestinales están incluidos entre las formas de expresión de la sífilis.

Nota: The Karen Coffy Company no se llamaba así por Karen Blixen, sino por su prima, al ser su tío el verdadero gerente de esta empresa familiar. El distrito de Nairobi donde se encontraba la finca hoy se llama Karen, pero esta vez el nombre si es por ella.

Ese tipo de vida que es la esperanza del universo

Los cuentos de Isak Dinensen se alejan de la historia principal. Dan un revuelco, juegan con el lector sin que se entere. No hay otro escritor entre hombres y mujeres capaz y si lo hay no lo he leído aún- de cumplir aquel precepto de la novela policial sin tener ella que ver con el género- de no saber cómo va a terminar la historia. 

Aconsejo a los lectores no intentar razonamientos ni predicciones, pues no se trata de un juego lógico, algo que en ocasiones puede parecer una agresión contra la inteligencia. El de Dinensen es un juego de libertad impredecible, donde no hay nada que perdonar. Antes de escribir sembraba cafetos en su hacienda de África e inventaba historias para los niños que la perseguían con la frase. Tanne, cuéntanos algo.

Es la oralidad uno de los ejercicios literarios más completos y olvidados. Algo separa la literatura moderna de la voz que debe contarla, del grand menteur, pero Dinensen aprendió desde donde lo hacían los aedas, aprendió desde Homero o mejor, desde Scherezade como algunos la llamaron-.

Coincidirán conmigo quienes la lean que sus cuentos parecen oírse mientras se leen, y quienes la hayan visto en este papel aún existen grabaciones- están condenados a compartir la lectura con su espectro. Es su única forma, extraña y perfecta de estar en el texto, pues excepto en Out of Africa, es difícil encontrarla de otra forma. Aquella caricatura de los días previos o fue después- a la entrega del premio Nobel del 54, donde Hemingway le cedía el paso en una puerta a Karen y al pie de la foto se podía leer: After you, Baroness.

Ella fue la gran rival del monstruo del restaurante Floridita y por una cuestión más sentimental que literaria no me habría gustado estar en aquel jurado de académicos. Quienes conozcan primero su lectura, su vida, y luego vean la película de Sidney Pollack, Memorias de África, basada en su novela, tal vez les pase como a mí y por primera vez Meryl Streep no sea un contratiempo a la hora de imaginar el personaje.

Existen grabaciones donde se puede ver su gran capacidad como conversadora, su voz de vocales estiradas, como decían que hablaba Casanova, su acento monótono y el arte retórico tan mal entendido en las lenguas latinas, de dejar al albedrío del oyente cualquier interpretación del discurso y no forzar con gestos o inflexiones. Un periodista belga le pregunta y ella dice no ser feminista en un sentido moderno, porque cualquier cosa que no lleve a un entendimiento entre el hombre y la mujer hace más estéril la sociedad. Es una persona frágil -dijo un presentador de la televisión norteamericana antes de entrevistarla-, pero tiene una vida grande y hermosa. Ese tipo de vida que es la esperanza del universo.

Enamorarse de Ana

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