Ramón de la Sagra. Dos fracasos, dos éxitos

Alejandro Cernuda


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Relación entre Ramón de la Sagra y el cultivo de caña de azúcar en Andalucía. Su aporte a la economía regional del sur de España.

He pasado en Torres del Mar (Vélez-Málaga) junto a las antiguas oficinas de la Casa Larios. Desde allí se gobernaba una parte fundamental de la producción de azúcar y otros derivados de está gramínea en España. He bojeado el edificio que parece nada hoy lleno de oficinas, tenencia de alcaldía y conservatorio de música. En el jardín del Rocío, junto al edificio, me encuentro plantada una ceiba joven. Entonces el mar, el calor, el lenguaje salado de los viejos en el parque, las fotos de María Zambrano que nació aquí y llamaba a mi isla su secreto. Había algo de Cuba en el ambiente, lo presentí, pero fracasé en discernirlo. Este pequeño fracaso, sin embargo; me llevó a conocer otro argumento.

Ramón de la Sagra

Dibujo de Ramón de la Sagra.

Dos fracasos económicos marcan la victoria de Ramón de la Sagra.

La vida de este gallego ilustrado acostumbra a dividirse en tres estaciones: la ciencia, la política y la filantropía. Su relación con Cuba se mantiene hoy en pequeños murmullos de sus numerosos trabajos sobre la historia, geografía, labor pedagógica y otros tantos pretextos. Es, por encima de esas cosas, un nombre para leer en notas al pie de página para todo el que se ahonde en el estudio histórico de la isla de las Antillas. Quien lo haga, tarde o temprano le resultará familiar el nombre de Ramón Dionisio de la Sagra y Peris .

En la Península es bien conocido, aun más allá de su nombre en algunas calles, en el marco político. Fue un par de veces diputado a Cortes. Fundó revistas, asilos y escuelas. Escribió frenéticamente a favor del socialismo utópico, ideas de las que más tarde se separó. La relación de todo este devenir con su primer fracaso económico en Cuba, es hoy poco probable bajo las leyes de la dialéctica; pero sin dudas el haber viajado a La Habana para establecer una fábrica de tabaco rapé impulsó a su posterior nombramiento, tras su primera vuelta a Europa, para ocupar una cátedra en la Universidad de La Habana y dirigir el jardín botánico de esta ciudad. La experiencia devino en quince años de intenso conocimiento de la isla y de los modos de producción azucareros; una parte importante de su prestigio como hombre de ciencia.

Un primer fracaso entonces devino en su éxito personal. Luego de esta experiencia cubana, De la Sagra viajó por varios países; pero aún el aporte de la isla en su posterior fracaso y tal vez uno de sus mayores éxitos concretos estaba por llegar. En la primera mitad del siglo XIX viajó por la región andaluza de España con la misión de revivir un fantasma: la caña de azúcar. El cultivo de esta gramínea había llegado a España unos cuantos siglos antes, de mano de los árabes, quienes la trajeron de Persia. A mediados del siglo XIX la industria había desaparecido a causa de la competencia de las colonias en América y a la sustitución por otras producciones más competitivas, como el algodón.

Gracias a los conocimientos obtenidos en Cuba -No olvidemos su obra monumental: Historia física, política y natural de la isla de Cuba Publicada en trece tomos- Ramón de la Sagra fue comisionado para estudiar la situación. Reavivar el cultivo de la caña de azúcar en Andalucía era imprescindible a causa de la descolonización progresiva de América. El conocimiento agrícola y las buenas prácticas se habían largado al otro lado del Atlántico, casi cuatrocientos años después que Colón la llevase de Andalucía. Las técnicas habían cambiado y tal vez entre las pocas cosas que mantuvo la cultura cañera, en similitud con su tierra madre en Europa, era la palabra zafra, que, además de significar el nombre de varias localidades den España, deriva del árabe, donde algo parecido significa viaje y hace referencia a un fenómeno bien recordado también en las Antillas: la necesidad de mano de obra y el éxodo de obreros agrícolas hacia las tierras de cultivo durante la época de cosecha.

Comentario para una historia económica de Málaga

La historia económica y agrícola de Málaga ha sido una de las más interesantes de España. En las tierras que hoy se ven árboles de aguacate y mangos, antes se han plantado tomates, fresas, patatas. Los cultivos se han sucedido como olas, en dependencia de la moda agrícola. Un tiempo fue la caña de azúcar, otro el boom de los invernaderos, la patata, los guisantes. La última fiebre, la del turismo comenzada a lo grande en Marbella, arrasó con el paisaje desde las cumbres de Bentomiz hasta Torres del Mar. Hoy muchos extranjeros ingleses y alemanes malviven su mala suerte de haber escogido tierra en sitios tan dados a la soledad en las montañas o tan poblados a pie de costa. Así lo vimos en Cómpeta con Patrick y en otros sitios de la región.

Ramón de la Sagra en Andalucía

Ramón de la Sagra viajó por Andalucía para enterarse de la situación del cultivo de la caña de azúcar y exponer un plan para revitalizar la industria. Su trabajo no fue del todo exacto, pero en lo fundamental sí muy completo. Junto con un grupo de empresarios construyó en Almuñécar el primer ingenio azucarero moderno de España, pero ciertas desavenencias con sus asociados le hicieron renunciar al proyecto. Luego él mismo hizo construir una fábrica de azúcar en Torres del Mar (Vélez-Málaga). Años después se convertiría en la más importante de la región. Ramón de la Sagra llamó a esta nueva asociación Sociedad del Porvenir. No por casualidad fundada en el mismo año que su periódico más conocido en la Coruña: El Porvenir. Donde nuestro hombre publicó su defensa de la anarquía literaria en un manifiesto por la emancipación del pensamiento... Sin embargo, parece que el eminente científico y socialista utópico no vino a este mundo para empresario y su apuesta azucarera dio al traste en pocos años.

En 1847 vendió su fábrica de azúcar a Juan Nepomuceno, quien después de refaccionarla la pasó a manos del futuro primer marqués de Larios y a su Casa; entidad de la que bien se acuerdan todavía hoy los habitantes de la región. Entonces, el segundo fracaso y con él el éxito; pues la industria azucarera despuntó de tal forma tras el estudio de Ramón de la Sagra, que en poco tiempo hubo más de veinte nuevos ingenios repartidos en tres provincias andaluzas: Granada, Málaga y Almería.

Máguinas pertenecientes a una fábrica de azúcar. Centro Comercial Vélez Málaga

El azúcar volvió a morir en la zona, a causa de la desleal competencia de la remolacha; pero antes de que esto sucediera, por más de un siglo hubo algo de trabajo gracias al éxito-fracaso de Ramón de la Sagra. Más éxito, digo yo, que luego de tener un hijo, escribir un libro o plantar un árbol, un hombre debe fracasar en alguna aventura o por lo menos fundar uno que otro imperio… Hoy, en tierras de Larios, en Vélez-Málaga, se levanta un supermercado. En su interior aún giran, como decoración, algunos artificios del viejo ingenio.

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